ROCK | Neuman

Multiplicar por cero

La banda murciana llena por segunda vez la sala But y gana notoriedad con un sonido más grandioso, pero a veces impostado

Tienen motivos los chicos de Neuman para sentirse satisfechos. Si su anterior disco, en compañía del ilustre Ken Stringfellow, se saldó en Madrid con un par de presentaciones en salas pequeñas, este If que ahora les ocupa les granjeó el sábado su segundo lleno en But, aval numérico incontestable. Queda, en cambio, la duda de si los murcianos no se estarán afianzado con su trabajo más endeble. Porque este repertorio ansía una grandiosidad que a veces se intuye impostada e incluso genera sensaciones contradictorias: el público era tan abundante como elevado su bullicio durante largas fa...

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Tienen motivos los chicos de Neuman para sentirse satisfechos. Si su anterior disco, en compañía del ilustre Ken Stringfellow, se saldó en Madrid con un par de presentaciones en salas pequeñas, este If que ahora les ocupa les granjeó el sábado su segundo lleno en But, aval numérico incontestable. Queda, en cambio, la duda de si los murcianos no se estarán afianzado con su trabajo más endeble. Porque este repertorio ansía una grandiosidad que a veces se intuye impostada e incluso genera sensaciones contradictorias: el público era tan abundante como elevado su bullicio durante largas fases, tal que si la conexión no acabara de prender. O como si Paco Román, enredado en un laberinto de pedales, orillara la transmisión de emociones.

La ausencia del teclista Fernando Lillo endurece el sonido, pero le priva de numerosos matices y sutilezas. La sensación de incomodidad se agudiza en la primera mitad de la noche: You fill my heart se vuelve reiterativa a partir de muy poca cosa, Turn it apuesta por el consabido ooh ooh ooh sin apenas recorrido para que merezca la pena corear nada y solo Oh no, en la mejor tradición del power pop, y Too pretty, con un muy vigorizante guitarreo final, elevan la nota. La quintaesencia de todos los problemas lleva por título Kids, que pretende ser solemne a partir de una frase dolorosamente nimia y amplificada hasta la extenuación. Nadie como Bart Simpson ha resumido mejor el peligro de multiplicar por cero.

Román vuelve a ser quien acostumbraba con Hell, Summer love o la fantástica Bye fear. Todas ellas le retratan como un rockero confesional, transparente y sincero que se asoma a la luz pero ha trastabillado entre tinieblas. Será muy interesante desentrañar qué senderos prefiere transitar a partir de ahora.

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