POP | The New Raemon

Sustantivo y divertido

El barcelonés Ramón Rodríguez gana empaque con ‘Oh, rompehielos’ y obtiene plaza fija entre los ineludibles del ‘indie’

Anotar que Ramón Rodríguez ha vuelto no es solo evidencia o tópico, sino quizás la mejor manera de resumir lo acontecido este viernes en una Joy Eslava casi llena. Después de un par de álbumes entre oscuros y descentrados, el nuevo y flamante Oh, rompehielos tiene todas las trazas de convertirse en eso que viene llamándose “disco de madurez”. Pero no es solo que el barbado The New Raemon llegara con una soberbia colección de canciones bajo el brazo. Sucedió además que a Rodríguez nos lo encontramos ingenioso, lenguaraz, pletórico, con un desparpajo casi de showman. La versión...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Anotar que Ramón Rodríguez ha vuelto no es solo evidencia o tópico, sino quizás la mejor manera de resumir lo acontecido este viernes en una Joy Eslava casi llena. Después de un par de álbumes entre oscuros y descentrados, el nuevo y flamante Oh, rompehielos tiene todas las trazas de convertirse en eso que viene llamándose “disco de madurez”. Pero no es solo que el barbado The New Raemon llegara con una soberbia colección de canciones bajo el brazo. Sucedió además que a Rodríguez nos lo encontramos ingenioso, lenguaraz, pletórico, con un desparpajo casi de showman. La versión improvisada de Bailar pegados, a partir de una broma casual, pasará a los anales de la socarronería inteligente. El indie, en manos sabias, puede ser sustantivo y divertido a la vez.

La sustantividad proviene de ese repertorio de estreno, bien armado y con muchísimo empaque. Ramón encuentra belleza en las oquedades del ser humano y legitima el orgullo aun cuando las lágrimas pugnan por alcanzar vía libre en las mejillas. Los seis primeros cortes de Oh, rompehielos sirvieron como tanda inaugural, sin dosificaciones ni complejos. Ramón imprime su voz cálida y descaradamente melódica (Reina del Amazonas), el vibráfono de Marc Clos aporta una elegancia atípica, los presumibles nervios del estreno son indetectables. Quimera apuesta por la épica y el verdadero asombro aflora con El Yeti: pop apenado pero con músculo, excelentes armonías vocales, el cum laude definitivo para un creador al borde de los 40.

Había algo en Rodríguez que trae a la cabeza a Josh Rouse. Entiéndasenos bien, antes de que algún tribunal proponga correctivos como al pobre Robin Thicke: ambos comprometen su pellejo por las canciones, les confieren altura y categoría sin que se noten las costuras. The New Raemon ya era importante con Tú, Garfunkel o Sucedáneos. Ahora ha pasado a engrosar las filas de los ineludibles.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En