Danza/ Genty y Mary Underwood

Poesía entre gesto y máscara

Los artistas Philippe Genty y Mary Underwood son una garantía de buen trabajo escénico. El primero desde su humor y sus recursos pantomímicos, la segunda, desde sus saberes coréuticos. Unidos, consiguen producir arte con mayúsculas, y están muy lejos de las modas pasajeras.

Son muy evidentes las influencias plásticas de ese surrealismo de tradición, plástico y muy distintivo, como Yves Tanguy (para la escenografía), René Magritte (para los personajes masculinos) y Paul Delvaux (para los caracteres femeninos); todos e amalgama en una suite en lazada de escenas donde la continuidad, el hi...

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Los artistas Philippe Genty y Mary Underwood son una garantía de buen trabajo escénico. El primero desde su humor y sus recursos pantomímicos, la segunda, desde sus saberes coréuticos. Unidos, consiguen producir arte con mayúsculas, y están muy lejos de las modas pasajeras.

Son muy evidentes las influencias plásticas de ese surrealismo de tradición, plástico y muy distintivo, como Yves Tanguy (para la escenografía), René Magritte (para los personajes masculinos) y Paul Delvaux (para los caracteres femeninos); todos e amalgama en una suite en lazada de escenas donde la continuidad, el hilo, lo pone en gran medida el espectador. También es notable la huella de un clásico del género: la compañía norteamericana Bread and Puppet Theatre, que fundara en 1963 Peter Schumann en Nueva York y cuya influencia dura hasta nuestros días en la danza, el nuevo circo y el propio teatro de marionetas. Aunque en la agrupación de Genty, los contenidos simbólicos se desenvuelven en otro plano y la presencia coreográfica es más fuerte y reglada. El ambiente es atemporal, aunque algo arcaizante, una mezcla muy equilibrada del teatro del gesto con la danza.

Son muy evidentes las influencias plásticas de ese surrealismo de tradición, plástico y muy distintivo

Hay un juego de dobles (más perceptible y logrado con las figuras femeninas) que es a la vez perturbador y mágicos, envolvente. La riqueza de la música de Aubry, con las melodías amables de su piano o su uso discreto del sintetizador antiguo y la percusión no convencional, ayuda a elevar el plano fantástico; las figuras fantasmales vienen del pasado desconocido, fuera del relato. No se busca una interpretación o un seguimiento literal, sino una recreación participativa de esas fantasías, de ese imaginario y sus sugerencias. Los actos plásticos de gráfica surrealista y la pantomima, de línea clara, hacen la parte narrativa.

La versión que vemos ahora en los Teatros del Canal, coproducción con el Nord Trondelag University College y su departemento de Teatro y Actuación en Verdal (Noruega), a la que se ha sumado la casa de la Cultura de Nevers (Francia), no es muy lineal con la original de 1992. Está ampliada y puesta al día. Han pasado 22 años y los medios teatrales hoy son otros, si bien, el dúo de creadores ha sabido imprimir a los noruegos ese sentimiento, o estilo, de juego perenne y continuado, de acciones encadenadas a una virtualidad imprevisible y hasta caprichosa que pueden ser las sorpresas de la vida y los sobresaltos de la imaginación.

Ne m´oublie pas. De Philippe Genty. Puesta en escena: P. Genty y Mary Underwood; luces: Philippe Genty, Vincent Renaudineau y Thierry Capéran; música: René Aubry; decorado: V. Boisserolle, E. Deygout y otros; vestuario: A. Baudelin, I. Boiton (tintura) y otros. Teatros del Canal. Hasta el 22 de febrero.

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