CANCIÓN | 50 AÑOS

Un cumpleaños desangelado

Doce cantautores presentan temas propios y ajenos en un homenaje al género que se tropezó con una Galileo Galilei casi vacía

La idea resultó más afortunada que su materialización. Una retahíla de cantautores se van pasando la palabra después de interpretar un par de composiciones, una propia y otra de un artista admirado. El valeroso José Manuel Noriega logró anoche reclutar para la causa a una docena larga de trovadores en la Galileo Galilei, pero con un resultado irregular y a ratos desalentador. Sobre todo porque la respuesta del público fue menos que testimonial, quizás ante la ausencia de un hilo conductor más nítido entre los oficiantes.

La excusa nominal del cenáculo era el cincuentenario de la canción...

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La idea resultó más afortunada que su materialización. Una retahíla de cantautores se van pasando la palabra después de interpretar un par de composiciones, una propia y otra de un artista admirado. El valeroso José Manuel Noriega logró anoche reclutar para la causa a una docena larga de trovadores en la Galileo Galilei, pero con un resultado irregular y a ratos desalentador. Sobre todo porque la respuesta del público fue menos que testimonial, quizás ante la ausencia de un hilo conductor más nítido entre los oficiantes.

La excusa nominal del cenáculo era el cincuentenario de la canción de autor en España, pero el experto más socorrido en estas lides, Fernando González Lucini, cifró tal efeméride en 2006: 50 primaveras después de que Paco Ibáñez acertara a ponerle música en París a La más bella niña gongoriana. En ausencia de quórum y público, quedémonos con las cosas buenas. Como Javier Bergia, madrileño siempre pendiente de redescubrimientos, que homenajeó a Rodrigo García (Laura), un maestro con el que comparte la fragilidad seductora de esa voz pendiente de un hilo.

José María Guzmán -otro integrante de los adorables Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán- afloró por mediación de Manu Clavijo, argentino de La Plata que recordó los tristes fiascos amorosos de Julia. A partir de ahí, un totum revolutum de veteranos (José María Alfaya cantándole al Krahe más procaz, Francisco Espinosa recordando la Revolución de los claveles por mediación de Lluís Llach) y renovadores, los menos. David Torrico honró a Luis Pastor antes de entregar A veces pasa, tema de publicación inminente y regusto brasileño en su construcción armónica. Y Marta Espinosa, “casi ahijada” de Pablo Guerrero, se atrevió a presentar Quererte bien, “una canción que saqué hace cinco días”. Entrañable, eso de “sacar canciones”, como quien extrae frutos de la tierra. Lástima que el cumpleaños, real o discutido, quedase tan clandestino y desangelado.

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