ROCK | Dean Wareham

El poso sereno

El antiguo líder de Luna y Galaxie 500 ofrece un concierto serio y reconcentrado, pero no exento de maravillosos destellos melódicos

Ni siquiera los rockeros con pedigrí tienen garantizado un lleno en El Sol. A Dean Wareham (Galaxie 500, Luna, Dean & Britta) le sobra currículo, pero los artistas de culto solo cubren la mitad del aforo. El neozelandés se demoró anoche hasta casi las 23.30 y ofreció un concierto serio y a ratos ensimismado, digno de paladear con una intensidad para la que ahora casi nadie encuentra tiempo. Pero ese poso sereno acaba sedimentándose, antes o después (o eso nos gustaría pensar) en la memoria del oyente.

Es curioso que un artista con tanta trayectoria no haya empezado a firmar con nomb...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Ni siquiera los rockeros con pedigrí tienen garantizado un lleno en El Sol. A Dean Wareham (Galaxie 500, Luna, Dean & Britta) le sobra currículo, pero los artistas de culto solo cubren la mitad del aforo. El neozelandés se demoró anoche hasta casi las 23.30 y ofreció un concierto serio y a ratos ensimismado, digno de paladear con una intensidad para la que ahora casi nadie encuentra tiempo. Pero ese poso sereno acaba sedimentándose, antes o después (o eso nos gustaría pensar) en la memoria del oyente.

Es curioso que un artista con tanta trayectoria no haya empezado a firmar con nombre propio hasta hace solo unos meses. Emancipated hearts, el tema que daba título al EP de finales de 2013, marca unas directrices muy interesantes: el murmullo intencionadamente monótono, el tímido contrapunto de color en la voz de Britta Phillips, la atmósfera adusta y ensimismada y, en último extremo, el aporte vitamínico de la psicodelia. Pero la caja de ritmos pregrabados nos recuerda que esto no es San Francisco ni vivimos en torno a 1967.

El primer acercamiento a los años de Galaxie (When will you come home) nos recuerda al guitarrista a un tiempo sobrio y chirriante que Wareham puede llegar a ser, igual que la deliciosa Tiger Lily, ya de los tiempos de Luna. Pero el repertorio del reciente disco homónimo ocupa un lugar significativo y en él despuntan dos piezas que se suceden como regalos, The dancer disappears y Holding pattern: subidas de metrónomo, descaradamente melódicas, con radiantes líneas de guitarra y un teclado sin complejos, como en los primeros ochenta. Su productor, Jim James (My Morning Jacket), las habría firmado con regocijo. Luego el Dean absorto, con gafas de pasta y arriesgado falsete, regresa con Babes in the wood. Hay a quien los 50 le sientan maravillosamente bien.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En