POP | BART DAVENPORT

Instantáneo, perfecto

El californiano del flequillo lacio domina la sintaxis del pop con tanta exuberancia que sus canciones parecen llevar escritas cuatro décadas

“¡Oh, Dios, tenemos tantas canciones maravillosas que tocaros esta noche…!”. En su condición de damnificado balompédico, Bart Davenport optó anoche por sacar pecho y regalarles a los 80 asistentes, 80, en el recoleto Teatro del Arte un concierto sencillamente delicioso. El californiano se ahorró la falsa modestia porque su repertorio es, en efecto, sobresaliente, y más después de incorporar el reciente Physical world a la colección. Un disco de melodías tan instantáneas y perfectas que no logramos explicarnos cómo nadie las registró cuatro décadas antes.

“Esta canción incluye e...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

“¡Oh, Dios, tenemos tantas canciones maravillosas que tocaros esta noche…!”. En su condición de damnificado balompédico, Bart Davenport optó anoche por sacar pecho y regalarles a los 80 asistentes, 80, en el recoleto Teatro del Arte un concierto sencillamente delicioso. El californiano se ahorró la falsa modestia porque su repertorio es, en efecto, sobresaliente, y más después de incorporar el reciente Physical world a la colección. Un disco de melodías tan instantáneas y perfectas que no logramos explicarnos cómo nadie las registró cuatro décadas antes.

“Esta canción incluye el mejor acorde del mundo, la séptima mayor”, ilustró antes de atacar con Jon Jon, preludio de una catarata de composiciones irreprochables y que Davenport parece el primero en disfrutar como un niño chico. Aquí solo podemos encontrarle parangón con nuestro casi nacionalizado Josh Rouse (escucha a Bart, Sánchez-Arévalo), pero en su catálogo hay ecos del rock suave de los setenta (Stephen Bishop, 10cc) y de algunos grandísimos nombres de la década posterior: el hechizo instantáneo de Housemartins o Aztec Camera (cerró con una inesperada versión de Oblivious), la elegancia nunca bien ponderada de Style Council (Girl gotta way).

Hay música en cada bocanada de aire que el hombre del pelo lacio se lleva a los pulmones. Tanta como para cubrir con toda naturalidad el arco entre la burlona Fuck fame, la mayúscula Dust in the circuits y una recreación vitamínica de Teardrops, de Womack & Womack. Grande.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En