Soul | Lisa and the lips

Exacerbado combate de carnalidad

Daba gloria ver a diez músicos agolpados sobre el angosto escenario, exhalando sudor a chorros

El sueño húmedo de cualquier telonero: aprovechar su media hora escasa de gloria con tanta intensidad como para acaparar las conversaciones. Sucede rara vez, pero anoche fue una de ellas. Casi nadie tenía referencias de Money for Rope, seis australianos de Melbourne transformados en auténticos salvajes al contacto con la electricidad. Es evidente que han escuchado todo The Doors, pero se comportan como si Jim Morrison fuera un pusilánime necesitado de una transfusión de adrenalina por la vía de The Clash. Imaginen a Allah-Las, la banda más retro y garajerade 2012: nuestros as...

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El sueño húmedo de cualquier telonero: aprovechar su media hora escasa de gloria con tanta intensidad como para acaparar las conversaciones. Sucede rara vez, pero anoche fue una de ellas. Casi nadie tenía referencias de Money for Rope, seis australianos de Melbourne transformados en auténticos salvajes al contacto con la electricidad. Es evidente que han escuchado todo The Doors, pero se comportan como si Jim Morrison fuera un pusilánime necesitado de una transfusión de adrenalina por la vía de The Clash. Imaginen a Allah-Las, la banda más retro y garajerade 2012: nuestros asilvestrados oceánicos redoblan la apuesta, como si tomaran a los angelinos por gente apocada. El sexteto protagonizó momentos absolutamente enloquecidos, con el pálpito brutal de dos baterías simultáneas, todo tipo de convulsiones, saltos dislocados, gritos colectivos, instrumentos a ras de suelo y un teclista que al tercer tema ya andaba descamisado y presumiendo de calzoncillos. El buen mozo, surfero en sus ratos libres, estaba en condiciones de alardear.

Tras el devastador debut madrileño de Money for Rope, cualquier otra banda se habría sentido intimidada en los camerinos. No creemos, por fortuna, que fuera el caso de Lisa & The Lips, entre otras cosas porque a la rotunda y volcánica Lisa Kekaula, dotada de una voz aún más ostentosa que su cabellera afro, no debe resultar sencillo acobardarla. Daba gloria ver a diez músicos (cuatro de ellos en la sección de metales) agolpados sobre el angosto escenario, exhalando sudor a chorros, convencidos de que el órdago de los insolentes australianos solo podía dirimirse en un exacerbado combate de carnalidad.

Kekaula y su pareja, el guitarrista Bob Vennum, encabezaban desde los noventa los prolíficos The Bellrays. Ahora se han rodeado de músicos españoles para ennegrecer su sonido y completar una escuadra que supera por avasallamiento a The Pepper Pots, Freedonia o The Sweet Vandals. Lo suyo es soul que podría provenir de Detroit e invita al desenfreno. Pero cuando se ponen tiernos resultan de todo punto embaucadores. Por cierto, no busquen su CD: el único soporte físico de su debut es el vinilo.

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