EMILIANO GARCÍA | EMPRESARIO RESTAURADOR

“No nos creímos las expectativas de la Copa del América para Valencia”

El propietario de Casa Montaña lamenta que el futuro del barrio de El Cabanyal esté enquistado

Emiliano García, propietario de Casa Montaña.JESÚS CÍSCAR

Emiliano García (Requena, 1955) lleva toda una vida en la hostelería. En 1973, con Franco vivo, montó su primer bar, Equus, en el barrio del Carmen de Valencia, un local de referencia. Ahí le entró el gusanillo de la restauración y fundó el restaurante Alameda, el primero de dos tenedores de la capital. Luego llegaron el Barocco, El Cresol y por último Casa Montaña, una bodega de 1836 enclavada en El Cabanyal con fama internacional.

Pregunta. Javier Mariscal dice que Valencia es un lugar donde se valora muchísimo la estética pero donde no se defiende lo propio ¿Cómo lo ...

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Emiliano García (Requena, 1955) lleva toda una vida en la hostelería. En 1973, con Franco vivo, montó su primer bar, Equus, en el barrio del Carmen de Valencia, un local de referencia. Ahí le entró el gusanillo de la restauración y fundó el restaurante Alameda, el primero de dos tenedores de la capital. Luego llegaron el Barocco, El Cresol y por último Casa Montaña, una bodega de 1836 enclavada en El Cabanyal con fama internacional.

Pregunta. Javier Mariscal dice que Valencia es un lugar donde se valora muchísimo la estética pero donde no se defiende lo propio ¿Cómo lo ve usted?

Respuesta. Adoro Valencia pero es una ciudad muy difícil. La disfruto porque es cómoda de recorrer, sociable y con un clima estupendo pero ha perdido muchas oportunidades, está muda. Los valencianos somos demasiado cómodos, poco críticos y nos dejamos arrastrar.

P. La taberna está en pleno Cabanyal. ¿Cómo ve el barrio en el futuro?

“Los valencianos somos poco críticos y nos dejamos arrastrar”

R. Tengo muchos referentes en el resto del mundo. En Ciudad del Cabo, por ejemplo, está todo el distrito marítimo, antes destrozado y ahora núcleo principal de la ciudad. Veo el Cabanyal con servicios, limpio, cuidado, con mucho comercio de excelencia y sin perder su vínculo con el mar. Podría albergar un museo marítimo como el de Génova pero antes deben desaparecer muchos obstáculos. Un periodista suizo, amigo mío, me preguntó un día a qué tenemos miedo los valencianos, que lo tenemos todo vallado y enrejado.

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P. ¿Por qué desde fuera se aprecia sin dificultad el potencial del Cabanyal y dentro no?

R. Porque no nos queremos enfrentar a las cosas. Nos falta rigor. Tengo clientes y conocidos y cuando les hablas del Cabanyal y lo que podría significar, todos lo entienden pero la postura más cómoda es obviarlo y empezar de nuevo. Somos demasiado superficiales con algunas cosas, poco conservacionistas. Me he tropezado con valencianos en el Village de Nueva York y les gusta. Bueno, pues tienen un village aquí al lado. A veces los árboles no nos dejan ver el bosque.

P. ¿Convencería a la alcaldesa frente a una copa de vino y unas anchoas de Casa Montaña para que ceje en su idea de prolongar Blasco Ibáñez?

“Los empresarios se han dejado por el camino su carácter independiente”

R. Si viniera a tomarlas conmigo, bien predispuesta, con toda seguridad que sí. Porque no se puede ver de otra manera. Lo que pasa es que ella no lo quiere intentar. He pedido hablar con ella en dos ocasiones y no he podido. Mucha gente que pasa por aquí se queda maravillada con el barrio. Los vecinos intentamos ser lobby y generar opinión sin dañar a nadie y eso es lo más complicado porque todo el mundo se siente agredido. Tenemos el marchamo de que esto está enquistado políticamente y nadie quiere ver más allá.

P. La política es un vicio para usted. ¿Qué piensa cuando abre los periódicos y ve tanta corrupción y paro?

R. Estoy escandalizado. Cuando las cosas nos iban bien e íbamos en yate y en coche de carreras, teníamos 2,5 millones de parados y nadie se alarmaba. Esos siguen estando y los hemos aumentado en varios millones más. Se ha generado mucha desconfianza. Me preocupa la corrupción y me horroriza pensar que los partidos mayoritarios lleguen a silenciarlo todo. Si eso ocurre, yo como ciudadano, me sentiría en peligro.

P. ¿Cómo se pasa de militante de la CNT a dirigente patronal?

“La fórmula uno sólo ha beneficiado a los restaurantes más conocidos”

R. Bueno, si quisiera encontrar una similitud diría que todo es autogestión. De alguna forma soy independiente. Uno se va haciendo mayor y se aburguesa. Los libertarios, también. Me picó el gusanillo de la empresa y me encanta. Estando dentro tengo más posibilidades de influir.

P. Los empresarios se han dejado por el camino…

R. Su carácter independiente. Creo que deberían recuperarlo y trabajar por defender sus intereses y los de sus trabajadores. ¿Cómo se perdió? Es fácil. Uno tiene muchos vínculos con los administradores, esté quien esté, y se deja contagiar, hay afinidades, y al final uno se vuelve más laxo. Hemos bajado la guardia.

P. Supongo que no es cómodo decirle no a un político.

R. Si es preciso llamar a un presidente o una alcaldesa y decirles que no, aunque eso signifique tener menos ración de pan y de agua, se ha de hacer. Me entristece mucho ver como cierran tantas empresas y muchas no saben cómo han llegado a eso. Se le ha echado la culpa a Zapatero, a la crisis, a los países emergentes y a veces es simplemente porque no hemos hecho un plan a largo plazo.

P. Presuma de ilustres y famosos que hayan pasado por Casa Montaña.

R. Siempre me refiero con cariño al poeta José Hierro. Siempre que venía a Valencia pasaba por aquí. Tengo recuerdos entrañables. Alberto de Mónaco, muy generoso en gestos de afecto y en propina, se mostró sencillo y agradable. También pasaron el premio Nobel de Física y asesor de Obama Steven Chu o el presidente de Ford Motor, Alan Mulally. [ESTE ÚLTIMO]Vino a Valencia a hablar del futuro de la compañía y le organicé una cena para la familia. Le enseñé un vino y le dije que si no fuera por ese caldo no habría conocido a un buen amigo mío, Carlos Falcó, marqués de Griñón. Alan me preguntó curioso y le expliqué que Carlos era cinco veces grande de España y yo el hijo de un cartero de Requena. Él se levantó entonces todo emocionado y abrazándome me confesó que él también era hijo de un cartero de Detroit. Fue increíble.

P. ¿Añora la Copa América?

R. Honestamente, tengo que decir que nunca creí que tuviera tanta repercusión. Ha sido muy importante para la ciudad. Fue un acierto traerla a Valencia y nos vino bien a todos pero teníamos que haber aprovechado para hacer otras cosas. Nos pilló desprevenidos a todos. No nos creímos las expectativas que nos contaban. Con la fórmula uno, hemos aumentado mucho la clientela pero no ha sido así para todos. Solo nos hemos beneficiado los establecimientos más conocidos. En general, creo que ha sido un trastorno para el marítimo y la ciudad. Al precio que se paga, no le veo la justa compensación. La mayoría de hosteleros está por los grandes eventos y yo también pero siempre que haya una política turística sostenible.

P. El vino es la esencia de Casa Montaña. ¿Cuál es su joya?

R. Chàteau Pétrus, de 1985, es quizá el vino más emblemático de la bodega. Un merlot considerado el mejor del mundo, que cuesta 6.000 euros.

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