TEATRO

La ola oscura

Interesante versión de 'The wave' en el Teatre Lliure

Son muchos los experimentos etológicos que se han realizado para dar con el lado oscuro de la naturaleza humana. El que llevó a cabo Ron Jones en 1967, por entonces un carismático profesor de 25 años aficionado al surf que impartía Historia del Mundo Contemporáneo en la Cubberley Senior High School de Palo Alto (California), para explicar el auge y consolidación del nazismo en la Alemania de los años treinta y cuarenta a sus alumnos, consistió en implantar una serie de normas en clase, basadas en el poder de la disciplina, de la comunidad y de la acción, con las que los estudiantes pudieron ex...

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Son muchos los experimentos etológicos que se han realizado para dar con el lado oscuro de la naturaleza humana. El que llevó a cabo Ron Jones en 1967, por entonces un carismático profesor de 25 años aficionado al surf que impartía Historia del Mundo Contemporáneo en la Cubberley Senior High School de Palo Alto (California), para explicar el auge y consolidación del nazismo en la Alemania de los años treinta y cuarenta a sus alumnos, consistió en implantar una serie de normas en clase, basadas en el poder de la disciplina, de la comunidad y de la acción, con las que los estudiantes pudieron experimentar en primera persona lo fácil que resulta dejarse llevar por el influjo de un aparato totalitario. Relatos (como el del propio Jones de 1976 The third wave), libros, películas (The wave, de 1981, y Die welle, de 2008), documentales e incluso un musical han interpretado y versionado la experiencia con más o menos ficción, por lo que está bien aclarar que L’onadasigue los hechos reales con fidelidad a partir de un exhaustivo trabajo de investigación, gracias a las aportaciones del mismísimo Jones y de los alumnos Philip Neel y Mark Hancock, que participaron en la vivencia a los 15 años.

Qué mejor crítica de L’onada que la reacción de dos de los artífices originales del experimento tras la primera función. Ron Jones y Mark Hancock, acompañados por sus esposas, acudieron al estreno y aplaudieron un buen rato de pie, visiblemente emocionados. “El alma humana es muy vulnerable”, señaló el primero, mientras el segundo daba fe de la veracidad del montaje mostrándome su antebrazo: “Se me ha erizado la piel tres veces”. Y es que L’onada cuenta los hechos con eficacia, pero también con efectismo. La amplificación sonora de los pasos y de los movimientos de los alumnos durante los saludos que intercambian en pleno adiestramiento por parte del profesor, interpretado por Eduard Farelo, recrea la fuerza que ejerce una colectividad y nos remite, junto a las imágenes en vídeo del holocausto nazi que forman parte de las clases, a los peligros del extremismo. Tanto el espacio escénico, como el vestuario, la caracterización y los temas musicales que acompañan la acción nos sitúan en la High School y juegan a favor del interés que la historia tiene por sí misma. Farelo sabe imponerse a los chicos con su voz y desdoblarse en el profesor enrollado y en el líder del grupo, mientras ellos, aunque en ocasiones y solo algunos se muestran demasiado infantiles para la edad que figura que tienen, ofrecen el amplio espectro de reacciones de los alumnos.

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