El humo que traen las elecciones

Proyectos empresariales que prometían cientos de empleos fueron apadrinados y financiados por Administraciones en plena batalla electoral; luego se evaporaron

Javier Guerra con representantes de la empresa Xero

En muchos municipios los regalos de los Reyes Magos llegan justo antes de las elecciones. Es entonces cuando se agitan anuncios de grandes proyectos que van a crear ingentes cantidades de empleo. Hasta los planes que los americanos tenían para el cinematográfico Villar del Río de Berlanga se quedan pequeños ante proyectos anunciados en Galicia que, sin embargo, pasados los comicios de turno se esfumaron.

El conselleiro de Industria, Javier Guerra, anunciaba en marzo de 2011, justo antes de las municipales, “el firme compromiso con...

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En muchos municipios los regalos de los Reyes Magos llegan justo antes de las elecciones. Es entonces cuando se agitan anuncios de grandes proyectos que van a crear ingentes cantidades de empleo. Hasta los planes que los americanos tenían para el cinematográfico Villar del Río de Berlanga se quedan pequeños ante proyectos anunciados en Galicia que, sin embargo, pasados los comicios de turno se esfumaron.

El conselleiro de Industria, Javier Guerra, anunciaba en marzo de 2011, justo antes de las municipales, “el firme compromiso con el proyecto de la compañía Xero”. Para ello estampaba su firma en un acuerdo que bendecía una subvención de 11 millones para una fábrica de coches eléctricos en Melón (Ourense) que emplearía a 1.000 personas. Guerra, Baltar y otros cargos del PP posaron en la foto anunciando la factoría en unos terrenos que no tenían y que nunca consiguieron comprar. “Galicia se posiciona en primera línea del cambio industrial”, presumía Guerra. Cuando el proyecto empezó a hacer aguas, el conselleiro optó por evitar el tema y despachaba preguntas incómodas con un “la Xunta ya ha actuado y ahora es el turno de los empresarios”.

La factoría fantasma paseó por varios municipios hasta recalar en Vilamarín (2.000 habitantes). Según el alcalde, Amador Vázquez (PP), detrás de la propuesta “no había ni proyecto ni nada, solo una iniciativa”. El regidor explica que un miembro de su corporación es ingeniero y tras analizarlo concluyó que era humo. Eso mismo explicó el Gobierno central, que negó dinero porque “no alcanzó la prioridad suficiente para ser objeto de ayuda”, según una respuesta al PSOE.

En Xinzo (Ourense), Vidriera del Atlántico, una empresa creada por el exalcalde del municipio Isaac Vila (PP), fabricó vidrio y empleó a 150 vecinos durante ocho años. La empresa nunca fue rentable y, mientras era usada para colocar trabajadores a cambio de votos, fue sostenida con subvenciones. La CIG reveló que recibió hasta cinco millones de fondos públicos. Siendo alcalde, Vila llegó a otorgar a su firma 108.000 euros de los presupuestos municipales “para solventar deudas”. Ganó los comicios locales de 2007 por solo 30 papeletas tras haber sido inhabilitado por tráfico de influencias. Seis meses después, vendió el 44% de las acciones familiares a una empresa portuguesa. Y la fábrica acabó cerrando por orden del Juzgado Mercantil de Ourense tras un ERE.

También con aquellas municipales de 2007 a la vuelta de la esquina, Vila anunció “una gran empresa para comercializar la patata de A Limia”. Las portadas con fotos duraron un año. Posaban el vicepresidente de la Diputación de Ourense, los delegados de Industria y Medio Rural y el gerente del instituto económico de Baltar. Prometían 80 empleos. La gran comercializadora se quedó en una fábrica de tortillas que nunca arrancó. El promotor amenazó con “llevársela” a Portugal, ya que el Igape denegó ayudas. Xinzo y Montalegre (Portugal) todavía esperan las tortillas.

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Los grandes proyectos en Xinzo aparecen como setas en otoño. Otra empresa prometía crear una “gran industria cárnica en A Limia” antes de las municipales de 2011. El exalcalde también está en medio como consejero de la promotora, tras haber declarado el proyecto de interés público cuando gobernaba. En el polígono del pueblo aún no hay rastro de esta empresa. Ni de las otras.

En Verín todavía esperan su polígono del motor, circuito de velocidad incluido. El proyecto bailó entre Vigo, Cerceda, el interior de Pontevedra y Verín. Todo estuvo parado hasta finales de 2004, cuando la Xunta agitó decenas de titulares. Pilar Rojo, conselleira de Deporte por aquel entonces, alargaba la decisión con estudios y contraofertas. A tres meses de las autonómicas de 2005, el presidente del instituto económico de Baltar, José Manuel Freire Couto, desvelaba que ubicarlo en Verín formaba parte de “los compromisos de Fraga con Baltar”. Baltar y Feijóo —que era conselleiro de Política Territorial— llegaron a escenificar una reunión para “desatascar” el proyecto.

Unas semanas después, Baltar, Fraga, Feijóo y Rojo se reunían con las empresas que lo iban a financiar. Era febrero y la Xunta se marcaba un plazo de dos meses para decidirse. La solución llegaría en la precampaña de las autonómicas de 2005, pero nunca hubo anuncio. Tras las elecciones se fue desinflando y, aunque se produjeron contactos entre la Xunta bipartita y Baltar, el circuito se quedó enredado en papeles. El presidente del PP pontevedrés, Rafael Louzán, entró entonces en juego y prometió un circuito en Pazos de Borbén. Anunció obras en 2008, pero no fructificó. Cerceda disolvía en 2009 la sociedad creada para impulsar su proyecto y Louzán aparcaba el suyo porque “no era esencial”. De Verín nunca más se supo.

Entre Xinzo y Verín está Trasmiras (1.500 habitantes). Y supuestamente, la ubicación perfecta para una base de aviones militares. En 2009, solo dos meses después de volver a San Caetano, el Gobierno de Feijóo filtraba la existencia de un macroproyecto promovido por un consorcio internacional que crearía 7.000 empleos. El Gobierno central contraprogramó antes de las generales y acabó apostando por otra ubicación: Huelva. En febrero de 2012 se hacía público un proyecto similar impulsado directamente por el Pentágono. Tampoco se ha concretado nada.

A Toén (2.500 habitantes) —colindante con Ourense— exportaron el modelo económico murciano. Allí prometieron el milagro con urbanizaciones y un campo de golf a unos meses de las autonómicas de 2005. Baltar llegó a aprobar en pleno una partida de 200.000 euros para participar en la obra. Siete años y varias subvenciones después, los comunales de Moreiras y Trelle siguen siendo monte. En San Cristovo de Cea (2.600 habitantes), a tres meses de las autonómicas de 2009, el alcalde, José Luis Valladares, y una empresa viguesa prometían 120 empleos. Entre posados ante los medios, convenios y acuerdos privados, el Ayuntamiento gastó 850.000 euros en impulsar una fábrica de casas prefabricadas promovida por una sociedad investigada por fraude. El solar continúa hoy vacío.

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