Adictos al salitre

El Pantín Classic celebra sus bodas de plata saladas reeditando la final de 1988

El veterano surfista Fernando Adarraga, ayer sobre las olas de la playa de Pantín, en el ayuntamiento coruñés de Valdoviño.JOSÉ LUIS GARCÍA CASTILLA

La adicción al salitre es incombustible y desafía al tiempo. Al contrario que otros deportes, el surf es benévolo con los veteranos, premia la experiencia y permite que las canas se deslicen sobre las olas casi con la ligereza de antaño.

Hace 25 años que el vasco Jorge Imbert se coronó rey de Pantín en la primera edición en un campeonato que este año celebra sus bodas de plata saladas en la elite mundial sobreviviendo a unas estrecheces presupuestarias que le han restado “estrellas” dentro y fuera del agua: hay menos figuras de renombre y la prueba ha caído de seis a tres estrellas (en ...

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La adicción al salitre es incombustible y desafía al tiempo. Al contrario que otros deportes, el surf es benévolo con los veteranos, premia la experiencia y permite que las canas se deslicen sobre las olas casi con la ligereza de antaño.

Hace 25 años que el vasco Jorge Imbert se coronó rey de Pantín en la primera edición en un campeonato que este año celebra sus bodas de plata saladas en la elite mundial sobreviviendo a unas estrecheces presupuestarias que le han restado “estrellas” dentro y fuera del agua: hay menos figuras de renombre y la prueba ha caído de seis a tres estrellas (en categoría masculina) aunque mantiene las seis en la femenina.

Imbert recaló por casualidad en el arenal de Valdoviño en 1988 durante un viaje familiar y se proclamó campeón en su debut galaico imponiéndose a los otros tres finalistas —Fernando Adarraga, Balbino Irisarri y el brasileño Roberto Ziller-— en una manga mítica.

El vigúes Gony Zubizarreta es el favorito del público e irá “a por todas”

Entonces Pantín era una playa salvaje y prácticamente desconocida salvo para un puñado de deportistas locales que se empeñaron en colocar su particular “factoría de olas” en el mapa del universo surfista. Entre los promotores de aquel primer campeonato estaba el exalcalde socialista de Ferrol, Vicente Irisarri, embajador del surf en Galicia, que a sus 61 años guarda las distancias con la política y sigue cargando sus tablas en el coche cuando la vida se lo permite y no falta a su cita anual como speaker de la competición.

La organización del Cabreiroá Pantín Classic Pro planea reeditar aquella primera final histórica del 88 este domingo con permiso de las mareas y sin contar con el brasileño, al que no han logrado localizar. En su lugar, competirán los otros tres, Imbert, Balbi Irisarri y Fernando Adarraga, una celebridad local que a sus 53 años, conoce como pocos las corrientes de un arenal en el que acostumbra a bañarse cada día sin neopreno. “Es otra forma de sentir el mar”, explica. Autodidacta, Adarraga se montó en la tabla en agosto del 74 y cuenta que llegó a bañarse en las gélidas aguas del Orzán tiritando “con jersey y calcetines”.

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La XXV edición del campeonato ferrolano —puntúa para el Mundial— es una pequeña torre de Babel en la que este año se cuentan 170 deportistas —115 chicos y 55 chicas— de una veintena de nacionalidades llegados desde Hawai, Tahití, Nueva Zelanda, Japón o Isla Reunión, que se retransmite en directo por internet. La competición no es ajena a los recortes. El presupuesto ha caído de los 350.000 euros del 2010 a 200.000 este año que repartirá unos 80.000 premios explica Marcos Rodríguez, su director.

El vigúes Gony Zubizarreta, uno de los pocos surfistas gallegos con proyección internacional, es el protegido del público local y ha prometido “ir a por todas” para que el primer premio se quede en casa. Los aplausos de varios centenares de aficionados se repartieron desde el miércoles entre los locales: Luis Rodríguez, Yolanda Rodríguez y Erika Franco —eliminados en las primeras mangas— y los grandes favoritos: Nathan Hedge, Marlon Lipke y el canario Jonathan González.

Pantín, una aldea de 600 vecinos, se ha acostumbrado a los surfistas y los surfistas a Pantín. Cada verano, en el aparcamiento de la playa se improvisa un camping ilegal con tufillo a marihuana que se llena de caravanas con vistas oceánicas sin que las multas de la Guardia Civil las espanten. La competición también tiene su particular mercadillo paralelo de compraventa de tablas y neoprenos que son el síntoma del 'boom' de un deporte minoritario que está de moda.

En la misma playa hay dos escuelas, una ligada al campeonato 8con medio millar de alumnos) y otra adscrita a la Federación Gallega de Surf. Por esta última, la PantínSurfCamp han desfilado desde julio unos 850 alumnos de 6 a 60 años en cursos semanales, diarios o en clases particulares para novatos, explica su director, Samuel Pantín. La demanda ha crecido tanto que este invierno van a ofertar clases y material todos los fines de semana del año a todos los niveles, desde debutantes a profesionales.

¿Qué tiene Pantín de particular que engancha a los buscadores las olas? “Está bien orientada y saca buenas olas con distintos vientos y mareas”, explica Jose Castilla. Hace once años que se puso de pie sobre una tabla en Tarragona y todavía no se ha bajado. Ha pasado los últimos dos meses surfeando la costa gallega. La última tabla que compró, la pintó de blanco y azul y la llamó Alicia. “Era el nombre que más se parecía a Galicia”, ríe.

Las chicas disputan esta tarde la final y ellos cierran mañana el campeonato a partir de las 16:00 horas. Entre manga y manga, concurso de fotografía y bautizos de surf gratuitos para los que se enfunden el neopreno y se atrevan con “A túa primeira onda”.

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