Un muerto y siete heridos por una explosión de gas en Moncada

Un camión que transportaba oxígeno líquido a la empresa Air Liquide Europa salta por los aires

Valencia -
Una imagen de la cisterna reventada en la explosión de Moncada, ayer.CARLES FRANCESC

Juan Antonio Carrasco, un trabajador del polígono industrial III de Moncada (Valencia), no salía de su asombro: “Parecía una bomba. Todo vibraba y se veía humo. Había cristales y polvo por todos los sitios”. Lo recordaba minutos después de que una cisterna llena de protóxido líquido, un tipo de gas utilizado para la sedación en hospitales, reventase en el recinto de al lado de su empresa y provocase un muerto y siete heridos.

La explosión, ocurrida a las 13.21 horas, tuvo lugar mientras un camión de la multinacional Air Liquide descargaba este óxido nitroso desde el depósito a uno de lo...

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Juan Antonio Carrasco, un trabajador del polígono industrial III de Moncada (Valencia), no salía de su asombro: “Parecía una bomba. Todo vibraba y se veía humo. Había cristales y polvo por todos los sitios”. Lo recordaba minutos después de que una cisterna llena de protóxido líquido, un tipo de gas utilizado para la sedación en hospitales, reventase en el recinto de al lado de su empresa y provocase un muerto y siete heridos.

La explosión, ocurrida a las 13.21 horas, tuvo lugar mientras un camión de la multinacional Air Liquide descargaba este óxido nitroso desde el depósito a uno de los tanques. Según informaron los servicios de protección civil, la víctima era el varón de 32 años que conducía el vehículo. Además, el oficial de bomberos Juan Escobar apuntó que otras siete personas habían sufrido heridas leves. “No se sabe por qué ha pasado”, relataba, “pero vamos a vaciar las cápsulas para que no se pueda producir de nuevo”. El lugar, totalmente acordonado, se llenó de policía, guardia civil, protección civil y bomberos. Los talleres de alrededor fueron desalojados y, durante algo más de dos horas, las patrullas realizaron labores de peritaje hasta que una juez levantó el cadáver. “Estamos viendo si se ha dañado la estructura de los otros edificios”, agregó.

Anton Nabuurs, dueño del negocio contiguo, mostraba junto a su hijo, Misael, los efectos de la explosión. En el interior de la nave, varias baldosas rajadas se esparcían por una de las zonas más alejadas del suceso. La pared del fondo lucía grandes huecos de láminas de chapa desconchadas y cristales rotos. En el patio trasero se podía incluso ver la parte superior de la cisterna de gas, que llegó hasta allí tras la detonación sorteando un edificio entre medias. “En cuanto lo hemos oído hemos salido corriendo hacia la puerta”, narraba Misael. “No queremos imaginar lo que podría haber pasado si le pilla a alguien cerca de la pared”, suspiraba, “hasta mi madre, que estaba en la oficina, ha salido temblando”.

Al enterarse de la noticia, el alcalde de la localidad valenciana —Juan José Medina, del PP— acudió junto a algunos delegados al lugar. Prestando suma atención a los movimientos de la policía y bomberos, el equipo de gobierno decretó izar la bandera a media asta y realizar un minuto de silencio antes de cada acto durante el resto del día.

Otros tres coches y un camión sufrieron también graves daños. Uno de los empleados de la compañía con nueve años de antigüedad, aguardaba intranquilo ante el cordón policial: “No lo entendemos. Más seguridad que aquí no hay en ningún lado. Y me podría haber tocado a mí”, remataba.

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