Esa señora es todo un caballero

El director Juan Carlos Pérez de la Fuente lleva su versión de ‘Orquesta de señoritas’ al teatro Amaya

Madrid -

Durante nuestra posguerra existió una Orquesta Fémina (donde tocaba el violín Olga Ramos, luego famosa cupletista) no muy diferente de la que Jean Anouilh recrea en L’Orchestre (La orquesta de señoritas), drama que llegó a España en los albores de la democracia, interpretado por Los Comediantes de San Telmo, compañía masculina porteña que lo trató con esa mezcla de respeto y de distancia humorística con que los bailarines travestidos de Les Ballets Trockadero de Monte Carlo tratan los ballets clásicos.

Juan Carlos Pérez de la Fuente, director al que gusta poner en escena espect...

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Durante nuestra posguerra existió una Orquesta Fémina (donde tocaba el violín Olga Ramos, luego famosa cupletista) no muy diferente de la que Jean Anouilh recrea en L’Orchestre (La orquesta de señoritas), drama que llegó a España en los albores de la democracia, interpretado por Los Comediantes de San Telmo, compañía masculina porteña que lo trató con esa mezcla de respeto y de distancia humorística con que los bailarines travestidos de Les Ballets Trockadero de Monte Carlo tratan los ballets clásicos.

Orquesta de señoritas

Autor: Jean Anouilh. Versión y dirección: Juan Carlos Pérez de la Fuente. Intérpretes: Juan Ribó, Víctor Ullate Roche, Luis Perezagua, Emilio Gavira, Juan Carlos Naya y Zorión Eguileor. Vestuario: Alejandro Andújar sobre figurines de A. Retana. Teatro Amaya. Desde el 22 de agosto.

Juan Carlos Pérez de la Fuente, director al que gusta poner en escena espectáculos que le fascinaron cuando era jovencito (La visita de la vieja dama, Angelina o el honor de un brigadier, El tiempo y los Conway…) ha decidido recuperar la obra de Anouilh a la manera de la troupe bonaerense, con un rasgo de originalidad añadido: en vez de tocar, o de hacer que tocan, estas señoritas de barba creciente cantan, acompañadas al piano, un repertorio sicalíptico que abarca desde la dieciochesca Tirana del Trípili hasta La regadera, de Vicente Lleó, cuplé en el que Juan Ribó, vestido con un descocado modelito de vedette con cola de púas inspirado en un original de Álvaro Retana, compensa con arrobas de desparpajo lo muy justito de sus cualidades canoras.

Sustituir las melodías por canciones ha sido un acierto. Poner actores en los papeles femeninos seguramente fue liberador para unos y perturbador para otros en 1977, recién desaparecida la dictadura: hoy es un recurso hartas veces usado que en esta ocasión desplaza el sentido del texto (frases como “Mis pechos son todavía tersos y mi vientre, plano” tienen un carácter muy diferente en boca de varón) y sobredimensiona gratuitamente el matizado tinte grotesco del drama original.

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