El arte posindustrial de Mollà desembarca en las calles de Dénia

El escultor construye formas entre la semifiguración y la abstracción

Dénia -
Salvador Mollà, junto a una de sus obras, en Dénia.

Peces esmaltados de cola erguida y rematada por un peine-rastrillo. Torsos y anatomías fragmentadas amasadas en barro. Artilugios de genética postindustrial y escondites secretos. Cucharas sobredimensionadas que tratan de escapar del lienzo. Así son las criaturas que habitan el universo creativo de Salvador Mollà, un artista de Ontinyent que desde hace más de 30 años construye formas entre la semifiguración y la abstracción más pura.

Algunas de las esculturas del artista, “las que tienen más inspiración marinera”, aclara Mollà, pueden verse durante los meses de este verano en la plaza d...

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Peces esmaltados de cola erguida y rematada por un peine-rastrillo. Torsos y anatomías fragmentadas amasadas en barro. Artilugios de genética postindustrial y escondites secretos. Cucharas sobredimensionadas que tratan de escapar del lienzo. Así son las criaturas que habitan el universo creativo de Salvador Mollà, un artista de Ontinyent que desde hace más de 30 años construye formas entre la semifiguración y la abstracción más pura.

Algunas de las esculturas del artista, “las que tienen más inspiración marinera”, aclara Mollà, pueden verse durante los meses de este verano en la plaza de Mariana Pineda de Dénia. La exposición ha sido una iniciativa conjunta del restaurador Federico Cervera y las regidorías de Cultura y Turismo.

Salvador Mollà está más que contento. Además de disponer de una galería al aire libre para él solo en el barrio de Baix la Mar, también cuenta con un pequeño local donde exhibir piezas de menor tamaño y divulgar el proyecto sociocultural que capitanea desde la población de Ontinyent.

En la capital de la Vall d’Albaida se encuentra la sede de la fundación que lleva su nombre, la plataforma desde la que Mollà difunde su obra y sus proyectos, entre ellos el que le ocupa desde hace más de una década: la transformación de El Filaner, una antigua fábrica textil abandonada, en un espacio de arte contemporáneo.

Con la tenacidad de una hormiga y sin contar con apenas apoyos, Mollà ha convertido la vieja nave industrial a orillas del río Clariano en un polivalente contenedor artístico, abierto a todo tipo de iniciativas culturales y festivas y con voluntad de añadirse a la lista de reclamos turísticos de la zona.

Aunque la cerámica y el vidrio son la base del trabajo de este escultor autodidacta, inquieto y “visceralmente creativo”, según sus propias palabras, el hierro, la madera y el acero están cada vez más presentes en su obra.

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Fuentes escultóricas de dimensiones rotundas, instalaciones públicas y figuras para exteriores centran la producción más reciente del artista. “Es ese mestizaje de materiales el que más define mi obra” asegura.

Mollà también disfruta presentándose como “un joyero de alta costura”, en referencia al uso constante de pátinas de oro y plata en muchos de los objetos que moldea. “Me enamora todo lo antiguo y me exalta lo moderno” explica. “Hay una constante reflexión sobre el pasado y la tradición en mi obra. Creo que no puedes saber hacia dónde vas si no sabes de dónde vienes” afirma.

Mollà ha estado al frente de diferentes iniciativas socioculturales como La Ploma Elèctrica i La Pell del Brau. Recientemente ha puesto en marcha Art-Aromàtic, que es un proyecto sociocultural y turístico cerca de Xàbia, consistente en un paisaje de plantas aromáticas que conviven con las esculturas para convertir el espacio en un “jardín de delicias”.

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