El plan de autocares colapsa aún más las aceras del barrio de Sagrada Família

El Consistorio acepta que hay que mejorar los flujos de visitantes en el barrio

Un grupo de turistas sube a su autocar en la calle Marina tras visitar la Sagrada Família.MARCEL·LÍ SÀENZ

Las dos guías turísticas se encontraron de frente, paraguas en alto, con sendos rebaños de visitantes detrás. Estaban en medio de la acera de la calle de Marina —lado Besòs— y tuvieron ese pequeño momento de duda de si tomar la derecha o la izquierda, con los respectivos pasos en falso. Las comitivas se detuvieron por un momento. Fueron solo segundos, pero el atasco fue considerable. Las aglomeraciones de este tipo son los problemas por los que, tras un mes de andadura, los vecinos critican ...

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Las dos guías turísticas se encontraron de frente, paraguas en alto, con sendos rebaños de visitantes detrás. Estaban en medio de la acera de la calle de Marina —lado Besòs— y tuvieron ese pequeño momento de duda de si tomar la derecha o la izquierda, con los respectivos pasos en falso. Las comitivas se detuvieron por un momento. Fueron solo segundos, pero el atasco fue considerable. Las aglomeraciones de este tipo son los problemas por los que, tras un mes de andadura, los vecinos critican el plan de regulación de los autobuses alrededor del templo de la Sagrada Familia.

“El guía no deja que el grupo se separe, por lo cual no entran en la tienda. Y hay tanta gente que hasta impiden el acceso a los clientes del barrio”, explicó Teresa, de la panadería Monsterrat. Jordi, uno de sus clientes, también está descontento. “Se paran en medio, a tomarle una foto a alguna fachada, y te toca esperar a que pase la marea de gente para entrar en tu casa”, se quejó.

Jordi Gil, de la tienda Life and Colors, cuantificó el decenso de sus ventas en un 15% la semana después de que se pusiera en marcha la medida. Desde entonces, la caja está estable, pero pocos turistas entran. El plan obliga a los autocares a aparcar en la Diagonal y hace que los visitantes tengan que caminar hasta el templo unos 12 minutos, según cálculos de este diario.

El balance de la Plataforma por la Movilidad de Autocares también es negativo. “El número de cruceristas que deciden no hacer la visita ha caído un 20%”, según su portavoz. “Mejoró la movilidad en coche de los vecinos, pero ahora es más difícil ir a pie”, explica Conchi, de la floristería Ballester. Eso sí, no son excepcionales los conductores que se pegan al claxon cuando, aunque el semáforo esté en verde, los grupos siguen cruzando la calle. Los dueños del bar Xafrà Gaudí, Toni y Ángela, se quejan de las dificultades para atender a la clientela de la terraza. “Si el camarero se descuida, termina en el templo”, bromean.

Tanto el Consistorio como la asociación de vecinos coinciden en las virtudes de la medida. El líder vecinal Jaume Torrens considera que, además de las aglomeraciones, hay cuestiones pendientes, como la de la parada del Bus Turístic en Sardenya. Los vecinos proponen enviarla a Nàpols, donde, aseguran, no molesta. “A pesar de todo, al menos este Ayuntamiento sí ha mostrado la voluntad de abordar en serio el problema”, dijo Torrens. A falta de un balance oficial —se hará “en pocos días”—, en la pasada Comisión de Movilidad del Ayuntamiento se aceptó que hay que mejorar los flujos de turistas, ya que la mayoría de los grupos suben y bajan por Marina, obviando Sardenya. En ese sentido, el gobierno municipal no ha logrado tejer complicidades con los guías, pieza clave para que todo funcione.

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