“Reaccioné por miedo y por instinto de conservación de la vida”

El acusado del doble homicidio de la discoteca Heaven Palace lamenta lo acontecido

El cuerpo de un fallecido en el tiroteo de la discoteca Heaven de Madrid. F. J. BARROSO

Visiblemente emocionado y con los ojos enrojecidos. La última sesión del juicio que se sigue contra Carlos Monge Hidalgo, el acusado del doble homicidio de la discoteca Heaven Palace el 12 de enero de 2009 en Madrid, ha permitido ver por segunda vez lloraba el acusado. Este ha mantenido durante el uso del derecho a la última palabra en el juicio que lamentaba las consecuencias del desarrollo de los acontecimientos de aquella noche. “Mis reacciones fueron por miedo y por un instinto de conservación de la vida. No...

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Visiblemente emocionado y con los ojos enrojecidos. La última sesión del juicio que se sigue contra Carlos Monge Hidalgo, el acusado del doble homicidio de la discoteca Heaven Palace el 12 de enero de 2009 en Madrid, ha permitido ver por segunda vez lloraba el acusado. Este ha mantenido durante el uso del derecho a la última palabra en el juicio que lamentaba las consecuencias del desarrollo de los acontecimientos de aquella noche. “Mis reacciones fueron por miedo y por un instinto de conservación de la vida. No fue algo sopesado ni ideado por el razonamiento. Si hubiera sido así, estoy convencido de que hoy no estaría aquí”, ha afirmado.

Carlos Monge, que ha aclarado que su apellido se escribe con G, ha pedido disculpas a los integrantes del jurado por haber perdido los nervios en alguna ocasión: “Me avergüenzo de ello”. También ha explicado que él nunca vio a una de las víctimas mortales, Alejandro Muñoz Rojas-Marcos, de cuyo homicidio está acusado. “Me enteré de su muerte por los policías que me custodiaban”, ha mantenido.

Vestido con una camisa a rayas rosas de manga larga y pantalones vaqueros, Monge ha hecho un breve repaso a su biografía. Ha recordado que a los 19 años fue becado por la Fundación Ramón Areces para que cursara estudios universitarios. Después se metió en la Asociación de Scouts, ya que, según ha comentado, le gustaba el asociacionismo. “En 1996 dejé de trabajar y monté un gimnasio con un amigo, en el que trabajaba diez horas al día. Los ratos libres los pasaba con mi familia”, ha recordado. Después ha tenido palabras para sus padres, ambos ya jubilados. La madre trabajaba como economista y su padre, como funcionario de Salud, llegó a estar en el SAMUR. “Mi compañera sentimental, mi mujer, lleva 17 años conmigo y en ningún momento ha flaqueado ni ha dudado al estar junto a mí en estas circunstancias”, ha manifestado Monge, que ha estado a punto de derrumbarse. “Agradezco la paciencia respecto a mi carácter. A veces soy un bocazas y lo lamento”, ha concluido el acusado.

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La defensa de Monge ha mantenido instantes antes que su cliente debía quedar en libertad dado que actuó en legítima defensa y que su actuación fue proporcional. Estaba defendiendo un bien del mismo nivel, como era la vida. También ha recordado la desproporción de los atacantes (según su versión, le perseguían hasta 12 porteros) y que su cliente reaccionó por “miedo insuperable”.

Los abogados están redactando ahora las propuestas del objeto de veredicto, las preguntas que tendrán que responder los integrantes del jurado (cinco hombres y cuatro mujeres) para determinar la culpabilidad o la inocencia de Monge. Cuando reciban el objeto, el jurado se retirará a deliberar. Dispone de un plazo de 72 horas para deliberar, pero este puede ser ampliado si lo solicitan al presidente de la sala. El fiscal mantuvo ayer la petición de 52 años de cárcel para Monje.

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