DANZA

El imán y los clásicos

Alicia Alonso se mueve acorde a su mito en el teatro de la Zarzuela

Alicia Alonso, en el homenaje que recibió en la Zarzuela.MANUEL H. DE LEÓN (EFE)

Hace años, y no es leyenda, cuando Alicia Alonso bailaba en el Metropolitan de Nueva York llovía desde los palcos del graderío confeti dorado con forma de corazón y con las iniciales AA grabadas en azul, su color preferido. También es cierto que su presencia en la gala homenaje de anoche en el teatro de la Zarzuela de Madrid tiene mucho de evocador y mantuvo su imán, eso tan especial reservado a las figuras míticas.

Participaron varias nuevas figuras del elenco del Ballet Nacional de Cuba y debe citarse expresamente a Anette Delgado y Daniel Hernández en su paso a dos de ...

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Hace años, y no es leyenda, cuando Alicia Alonso bailaba en el Metropolitan de Nueva York llovía desde los palcos del graderío confeti dorado con forma de corazón y con las iniciales AA grabadas en azul, su color preferido. También es cierto que su presencia en la gala homenaje de anoche en el teatro de la Zarzuela de Madrid tiene mucho de evocador y mantuvo su imán, eso tan especial reservado a las figuras míticas.

Participaron varias nuevas figuras del elenco del Ballet Nacional de Cuba y debe citarse expresamente a Anette Delgado y Daniel Hernández en su paso a dos de Don Quijote, donde aportaron brillantez ejecutoria y un cierto sabor particular; ella estuvo en su variación (sin abanico, como es de rigor en la tradición criolla) chispeante y musical. Los mismos bailarines regalaron un cisne negro correcto y ajustado a estilo.

Otros dos primeros bailarines de La Habana, Sadaise Arencibia y Airán Molina, forjaron con estudiada lentitud el adagio del segundo acto de El lago de los cisnes, mostrando comunicación y dibujo, otros dos elementos donde la larga estela estética de la propia Alonso debe pervivir.

En el apartado de danza española destacó un invitado de excepción: el barcelonés Christian Lozano, un bailarín de amplio espectro que domina el clásico español con elegancia.

Otro cubano que trabaja en Reino Unido, Javier Torres, dio la gran sorpresa de la noche con su manera tan apasionada y casi visceral de hacer La muerte del cisne del coreógrafo francés Michel Descombey. Torres roba esencialmente el aire que lo rodea, dialoga con su propia figura doliente y transmite el rigor emocional de esa pequeña joya de la coréutica del siglo XX, le da todo el sentido posible. La velada estuvo presidida por la reina Sofía, que compartió palco y aplausos con Alonso.

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