Carta de la patronal a los Reyes Magos

Los empresarios de A Coruña comparan la reforma laboral con un regalo "La intención es tener una legislación laboral igual a la de nuestro entorno", afirma Fontenla

“Treinta y tantas veces hemos echado una carta a los Reyes Magos, y siempre nos traían carbón. A ver si esta vez nos traen caramelos”. Así expresó sus expectativas sobre la reforma laboral Javier García Ruiz, el abogado cuyo bufete desempeña desde hace años la asesoría jurídica de la Confederación de Empresarios de A Coruña (CEC), en una sesión informativa el pasado martes. De hecho, su intervención y la de dos compañeros de despacho ante un centenar de atentos empleadores se titulaba La historia de los tres deseos.

El primero era el de la flexibilidad del mercado de trabajo, y...

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“Treinta y tantas veces hemos echado una carta a los Reyes Magos, y siempre nos traían carbón. A ver si esta vez nos traen caramelos”. Así expresó sus expectativas sobre la reforma laboral Javier García Ruiz, el abogado cuyo bufete desempeña desde hace años la asesoría jurídica de la Confederación de Empresarios de A Coruña (CEC), en una sesión informativa el pasado martes. De hecho, su intervención y la de dos compañeros de despacho ante un centenar de atentos empleadores se titulaba La historia de los tres deseos.

"En flexibilidad del mercado de trabajo, la reforma responde a lo que demandábamos"

El primero era el de la flexibilidad del mercado de trabajo, y la reforma “responde a buena parte de lo que demandábamos y rompe tabúes como poder rebajar salarios, en vez de tener que recurrir a los despidos”. El segundo era tener las cosas claras, “aunque nos gustaría tenerlas más claras todavía”. La claridad apreciada consiste, sobre todo, en conocer de antemano el coste de las “decisiones” (léase despidos) y en que se elimina al “aprendiz de brujo”: a los jueces que, “en ocasiones, podían decir una cosa y la contraria en base a los mismos datos”. El tercer deseo cumplido es que “los problemas de la empresa se resuelven en la empresa”, y además “la ingeniería jurídica a la hora de contratar se viene abajo, porque ya no vale la pena”.

No hay murmullos de aprobación —o de decepción— en la abarrotada sala. Silencio, hasta el turno de preguntas. “¿Cuánta indemnización corresponde por 30 años de antigüedad?”, se animó un asistente. Se animó tanto que, una vez respondido, se lanzó a las conclusiones: “Esta reforma es una operación de marketing a ver si nos decidimos a contratar, pero no resuelve los problemas”. “Haga preguntas, y no consideraciones. La intención es tener una legislación laboral igual a la de nuestro entorno. Los 33 días por despido son más que los 20 de la media europea que pedíamos”, le cortó el presidente de la CEC, Antonio Fontenla.

Celebran el menor poder de los jueces como "aprendices de brujos"

Una chica preguntó por los cambios en los contratos de obra. Siguen teniendo un tope de tres años. “¿Y si la obra dura cuatro?”, se interesó otra mujer. “Es un problema sin solución médica”, le contestan. Sí había remedio para los convenios: “Podemos modularlo como interese. De forma indirecta podemos ir a una modificación continua de los convenios", se animó García Ruiz. “La reforma nos sitúa ante nuestra propia libertad, y a los trabajadores ante la suya. Fue lo que ocurrió en la revolución industrial. Espero que seamos más razonables para que no pasen cosas como en esas películas de irlandeses en minas de carbón”. El ejemplo sobrecoge más que anima a la concurrencia. "A mí, más que eres o despidos, me interesarían medidas de fomento de la productividad”, confiesa al final un empresario que se dedica al mantenimiento de infraestructuras y tiene 11 trabajadores.

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