‘Hoy tengo algo que hacer’: un festín de palabras para un actor portentoso

Luis Bermejo despliega sus mejores recursos interpretativos en un monólogo apabullante de Pablo Rosal

Luis Bermejo, en una imagen promocional de 'Hoy tengo algo que hacer'.Laura Ortega (TEATRO DEL BARRIO)

Imagínense un día cualquiera saliendo por la puerta de su casa: ¿llevo chaqueta?, ¿hará frío más tarde?, ¿qué me pongo? Las dudas suelen resolverse rápido, pero también puede pasar que una pregunta lleve a otra y el pensamiento se precipite hacia el abismo: ¿y si me compro otra chaqueta?, ¿de verdad tengo que ir?, ¿para qué salir?, ¿esto ya es todo?, ¿ahora?, ¿qué sentido tiene esto? Es el detonante que lleva al protagonista de Hoy tengo algo que hacer a emprender un viaje iniciático en busca de algo que...

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Imagínense un día cualquiera saliendo por la puerta de su casa: ¿llevo chaqueta?, ¿hará frío más tarde?, ¿qué me pongo? Las dudas suelen resolverse rápido, pero también puede pasar que una pregunta lleve a otra y el pensamiento se precipite hacia el abismo: ¿y si me compro otra chaqueta?, ¿de verdad tengo que ir?, ¿para qué salir?, ¿esto ya es todo?, ¿ahora?, ¿qué sentido tiene esto? Es el detonante que lleva al protagonista de Hoy tengo algo que hacer a emprender un viaje iniciático en busca de algo que hacer, o más bien una motivación para hacer algo. Por el camino se cruza con albañiles, camareros, barrenderos, taxistas, madres trabajadoras, emprendedores, activistas, hortelanos, eruditos. De todos aprenderá algo.

El desenlace no lo contamos, pero no tanto para no destriparlo como porque da lo mismo. Lo importante de esta obra teatral es el camino, la exploración del mundo, la búsqueda de aventuras, la construcción de la personalidad. Nuestro protagonista es un caballero andante, pero no de aquellos que acumulaban gloriosas hazañas, sino uno de sus reversos. De hecho, su inspiración declarada es La vida de Lazarillo de Tormes, la novela que inauguró el género picaresco, de la que toma su estructura (un prólogo y siete tratados) y que desenmascara hipocresías y sinsentidos. Las prisas, la inercia, la necesidad de llenar el día, hacer por hacer.

La función es apabullante. Pero no en el sentido de despliegue técnico o decorados espectaculares. Al contrario, es un monólogo con escenografía básica. Pero ¡qué monólogo! Su autor y también director del montaje es Pablo Rosal, que ya nos deslumbró por su dominio del lenguaje en Los que hablan (2020) o Castroponce (2022). Ahora nos regala un festín de palabras inusual en el teatro contemporáneo. “Una fantasía verborreica, un exceso”, reconoce el propio Rosal en el programa de mano. Palabras escritas para ser leídas, pero sobre todo para ser pronunciadas con todas sus letras, degustadas y recreadas por el actor Luis Bermejo, pues para él se escribió este texto y una vez visto no se puede imaginar en boca de otro.

Bermejo le da tal vuelo al pícaro que lo acaba convirtiendo en un Quijote. También él es un festín. Combina el arrojo del caballero con la locura del payaso. Domina la palabra, el cuerpo y el espacio sin miedo al exceso. A estas alturas, no hace falta decir que es uno de los mejores actores del teatro español.

P. D.: Hoy tengo algo que hacer es una producción del Teatro del Barrio y se estrenó este miércoles en el Teatro del Barrio de Madrid, justo un día después de que la sala fuera distinguida con el Premio Nacional de Teatro 2024. La emoción se desbordaba por todos los rincones y la función fue muy especial. Pero también ocurrió otra cosa infrecuente. Durante su monólogo, Luis Bermejo pide a una persona del público que lea desde su butaca los títulos de cada uno de los siete tratados en que se divide la obra. Quiso el azar (o tal vez fue deliberado, pero mejor no saberlo) que esa persona fuera quien firma esta reseña, de modo que se convirtió en parte del espectáculo y al final incluso salió un segundo a saludar. Crítica y artistas hermanados por un instante en el escenario. A veces pasan estas cosas en los teatros.

Hoy tengo algo que hacer

Texto y dirección: Pablo Rosal. Reparto: Luis Bermejo. Teatro del Barrio. Madrid. Hasta el 30 de octubre.

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