Jardiel Poncela: aquí hemos venido a reírnos

De vez en cuando apetece quitarle hierro a la vida y dejarse llevar por una comedia sin complicaciones. ¿Quién no se ha pegado algún domingo un atracón de películas de Howard Hawks o Billy Wilder? Con ese espíritu hay que acercarse a esta puesta en escena de Es peligroso asomarse al exterior, obra de Jardiel Poncela escasamente representada, simple en su argumento pero significativa de su estilo: enredos disparatados, situaciones inverosímiles, lenguaje ingenioso. Y no hay un chiste fácil...

De vez en cuando apetece quitarle hierro a la vida y dejarse llevar por una comedia sin complicaciones. ¿Quién no se ha pegado algún domingo un atracón de películas de Howard Hawks o Billy Wilder? Con ese espíritu hay que acercarse a esta puesta en escena de Es peligroso asomarse al exterior, obra de Jardiel Poncela escasamente representada, simple en su argumento pero significativa de su estilo: enredos disparatados, situaciones inverosímiles, lenguaje ingenioso. Y no hay un chiste fácil. Recordemos que el autor trabajó en Hollywood en los años treinta y congenió con gente como Chaplin o los hermanos Marx.

La directora Pilar Massa no pretende meterle al texto lo que no tiene. A Jardiel se le ha arrinconado porque era franquista y además no era Buero sino que escribía comedias sin trascendencia, pero si lo abordas sin complejos puede producir tanto placer como La fiera de mi niña. Así lo hace Massa: enreda y desenreda el asunto sacándole todo el jugo a los disparates. Una mujer se enamora de tres hombres y con los tres promete casarse. Ella no tiene mala intención, simplemente los quiere por igual y no puede elegir. Pero resulta que los prometidos son un padre y sus dos hijos, y todos acaban coincidiendo en la casa familiar. Hasta ese instante la obra se hace reiterativa porque Jardiel es machacón, lo quiere explicar todo y resulta pesado para el gusto actual, algo de tijera no le habría venido mal; pero en el momento en que empieza el enredo, la comedia se dispara y se lleva de calle al público.

Pero no crean, el texto tiene su miga. Sorprende el perfil de la protagonista en una obra estrenada en España en 1942. Es una mujer liberada, dueña de su dinero, que viaja por el mundo, no busca marido y se enamora a lo loco, pero Jardiel no la presenta como una fresca. Al revés: tiene buen corazón, ama sinceramente y no rivaliza con el resto de los personajes femeninos. Olé.

La actriz Lucía Quintana imprime a esta mujer un punto de dulzura que nos encanta. Muy bien secundada por el resto del reparto. Aunque hay momentos excesivamente declamados, todos exprimen con ligereza el lado cómico de sus personajes. A eso habíamos venido: a reírnos.