Bienvenidos al género negro teatral

Pablo Rosal utiliza los clichés del ‘noir’ clásico para disparar la imaginación en ‘Asesinato de un fotógrafo’

Pablo Rosal, en un momento de 'Asesinato de un fotógrafo'.KIKU PIÑOL

El género negro es poco usual en el teatro. Hablamos del noir clásico literario (Agatha Christie, Doyle, Chandler, Hammett, Vázquez Montalbán, Simenon) y su traslación al cine o la televisión con un imaginario concreto: detective solitario con gabardina, varios sospechosos, casas de citas, jazz, noches desiertas, romances pasajeros. Un montón de topicazos que han ido evolucionando pero reconocibles a pesar de todo y precisamente por ello reconfortantes: una guía para interpretar el mundo. Justo ese parece ser el impulso inicial de ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El género negro es poco usual en el teatro. Hablamos del noir clásico literario (Agatha Christie, Doyle, Chandler, Hammett, Vázquez Montalbán, Simenon) y su traslación al cine o la televisión con un imaginario concreto: detective solitario con gabardina, varios sospechosos, casas de citas, jazz, noches desiertas, romances pasajeros. Un montón de topicazos que han ido evolucionando pero reconocibles a pesar de todo y precisamente por ello reconfortantes: una guía para interpretar el mundo. Justo ese parece ser el impulso inicial de Asesinato de un fotógrafo, nueva obra del dramaturgo, director y actor Pablo Rosal, autor que dio muestras de su singularidad e inteligencia en Los que hablan (montaje revelación en 2020 y todavía activo) y después en el monólogo Castroponce (también en cartel). Ahora vuelve a darlas con este montaje, producido por la sala Beckett de Barcelona, en el que él mismo se presenta solo en el escenario y nos embriaga con su refinado uso del lenguaje y su habilidad para hurgar en los absurdos de la vida utilizando sus propios clichés.

Lo hace en Los que hablan retorciendo frases hechas y también en Asesinato de un fotógrafo. “A veces no hay nada mejor que un cliché”, dice casi al final de la obra su personaje, un detective que ha llegado a la resolución del caso que le ocupa y reúne a todos los sospechosos para comunicar su veredicto a la manera clásica. Antes hemos revisado con él unos cuantos tópicos. La gabardina, la casa de citas, el idilio de una noche, la búsqueda de indicios, interrogatorios, paseos y cavilaciones deliberadamente inverosímiles porque nadie es tan listo como Colombo. Esto es homenaje y parodia al mismo tiempo. En todo caso, lo importante aquí no es el suceso sino el relato, que es lo que marca la diferencia entre una serie de policías tipo CSI y una novela de Simenon. La literalidad frente a la poética.

Rosal vota por la poética y la aplica en todos los sentidos. Con las palabras, la música, las imágenes. Y con muchas elipsis, que es lo contrario de la literalidad. Contribuye también la puesta en escena, dirigida por Ferran Dordal, que se plantea como una fotonovela: la narración de Rosal (que adopta distintas voces para distinguir los diferentes personajes) se apoya con la proyección de fotografías de los escenarios donde se desarrollan los hechos. Siempre sin personas. Calles, despachos, casas vacías. Es lo mejor del montaje: un disparadero para la imaginación. Lo más flojo: se agradecería algún recurso escénico más para que no resulte tan lineal.

Asesinato de un fotógrafo

Texto e interpretación: Pablo Rosal. Dirección: Ferran Dordal. Teatro de la Abadía. Madrid. Hasta el 23 de abril.

Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Sobre la firma

Más información

Archivado En