‘Uz: el pueblo’: del humor negro al sainete chistoso
La directora Natalia Menéndez pone en pie con griterío la disparatada comedia del uruguayo Gabriel Calderón
Esto empieza con música de wéstern. La tenue iluminación permite entrever la decoración de lo que parece ser el interior de una casa rústica del viejo oeste americano. Una mesa de centro, muebles de madera alrededor y al fondo un tipi que imaginamos que utiliza algún niño o niña de la casa para sus juegos secretos. Sube la luz y aparece una mujer que parece la perfecta ama de casa de una serie de televisión estadounidense de los años cincuenta que realiza muy contenta sus tareas del hogar. Hasta que, de pronto, Dios le habla y le ordena con toda su pompa bíblica que mate a uno de sus hijos par...
Esto empieza con música de wéstern. La tenue iluminación permite entrever la decoración de lo que parece ser el interior de una casa rústica del viejo oeste americano. Una mesa de centro, muebles de madera alrededor y al fondo un tipi que imaginamos que utiliza algún niño o niña de la casa para sus juegos secretos. Sube la luz y aparece una mujer que parece la perfecta ama de casa de una serie de televisión estadounidense de los años cincuenta que realiza muy contenta sus tareas del hogar. Hasta que, de pronto, Dios le habla y le ordena con toda su pompa bíblica que mate a uno de sus hijos para demostrarle que le ama por encima de todo. Ella se queda helada, pero acepta con resignación el mandato divino. Y mientras sigue cocinando, empieza a pensar a cuál de los dos se cargará: a la niña autista Dorothy o al niño responsable y atlético que no da un problema.
A partir de ese momento, la vida de esa familia y de los vecinos del devoto pueblo de Uz se convierte en un disparate y la música de wéstern pasa a ser de película de Hitchcock. El amoroso marido de la protagonista se traviste, las solteronas se desatan, el cura da rienda suelta a su pedofilia, la hija del carnicero se hace lesbiana y la niña autista se convierte en el mago de Oz. Y todo acaba a tiros, cuchilladas y sangre. Pero sin dramas, pues esto es básicamente una comedia de enredos. Eso sí, bien construida, con variadas referencias bíblicas y populares y excitante por su salvajismo: no tanto por sus acometidas demasiado obvias contra los fanatismos como porque a su autor no le tembló la mano a la hora de suspender la realidad, mezclar géneros y retorcer las situaciones al máximo.
El autor es el ascendente dramaturgo uruguayo Gabriel Calderón. En los últimos años hemos podido ver en España exitosas producciones de sus obras Historia de un jabalí y Ana contra la muerte y ahora la directora Natalia Menéndez ha puesto en pie Uz: el pueblo en un montaje que también juega alegremente con el pastiche, pero que no aprovecha el humor negro derivado del texto y tira más bien hacia el sainete de carcajada fácil. Es decir, refuerza las situaciones cómicas con chistes gestuales y cierto griterío, sobre todo, cuando aparecen los personajes secundarios. La madre asesina es la más contenida, servida en el tono justo por la actriz Nuria Mencía. El marido, en cambio, interpretado por Pepe Viyuela, está volcado en buscar la risa del público.
Uz: el pueblo
Texto: Gabriel Calderón. Dirección: Natalia Menéndez. Reparto: José Luis Alcobendas, Julio Bohigas-Couto, Ángela Chica, Trinidad Iglesias, Javier Losán, Nuria Mencía, Ruth Núñez, Veki Velilla, Pepe Viyuela y Rocío Calvo. Naves del Español en Matadero. Madrid. Hasta el 7 de mayo.
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