Tarantino novelizado

El director de cine se toma sus libertades en el libro nacido de la exitosa ‘Érase una vez en... Hollywood’, con un texto rápido pero no alocado y vocación de entretener

Fotograma de 'Érase una vez en... Hollywood', largometraje de Quentin Tarantino.Alamy Stock Photo

Primera incursión en la novela del que, quizás, sea el más icónico cineasta de las últimas décadas, Quentin Tarantino (Knoxville, Tennessee, 58 años). Manteniendo la promesa —que sus millones de seguidores esperamos que no cumpla— de dejar de dirigir después de su décimo largometraje, aborda la ficción literaria. Lo hace en forma de novelización de la soberbia Once Upon a Time in Hollywood (Érase una vez en... Hollywood), que se estrenó en 2019, arrasando con todo: crítica, espec...

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Primera incursión en la novela del que, quizás, sea el más icónico cineasta de las últimas décadas, Quentin Tarantino (Knoxville, Tennessee, 58 años). Manteniendo la promesa —que sus millones de seguidores esperamos que no cumpla— de dejar de dirigir después de su décimo largometraje, aborda la ficción literaria. Lo hace en forma de novelización de la soberbia Once Upon a Time in Hollywood (Érase una vez en... Hollywood), que se estrenó en 2019, arrasando con todo: crítica, espectadores y premios, dejando casi sin argumentos a sus —también— muchos detractores. La novelización de una película ya estrenada era un formato habitual en la infancia de Tarantino para los largometrajes de éxito. Se trataba de novelas que, en muchas ocasiones, era el propio guionista de la película quien las escribía, en un intento de saciar el ansia de todos aquellos que se habían quedado con el buen sabor de boca de su visionado. Novelas escritas con total libertad y licencia de ampliar la nómina de personajes, indagar en las biografías de los ya presentados en la gran pantalla, cambiar escenas, intercalar nuevas y aclarar aquellos finales abiertos que daban lugar a la imaginación o dejar la puerta abierta a futuras secuelas.

Del mismo modo que, en muchas ocasiones, Tarantino nos regala un cine que corrige la realidad, ya sea asesinando a tiros a Hitler o equivocando de portería y piso a Charles Manson y su sanguinaria familia, la novela se toma sus libertades con esa misma realidad y también con la película de la que nace. Este es uno de sus mejores logros. Así, el espectacular y catártico final violento de la película es despachado en un párrafo en la página 114. Del mismo modo, otras escenas que elegiríamos, a priori, como candidatas para la novela y que Quentin Tarantino no incluye casi siempre con buen criterio. No es, en modo alguno, un guion ampliado, sino que su aspiración es novelesca tanto en estilo —muy Elmore Leonard, autor en el que se basa Jackie Brown (1997)—, siempre eludiendo un amaneramiento o ataques de parecer escritor, así como en descripciones de ambientes y coreografías. Tarantino acierta con entender que se trata de un nuevo formato y nos hurta, en muchas ocasiones, lo previsible. Narrado desde una tercera persona libérrima, que tanto se dirige al lector, traduce los pensamientos de la perra Brandy o los sonidos de un bebé, es un texto rápido, pero no alocado, tampoco esquelético ni abarrocado. Es un libro con vocación de edición de bolsillo para entretener y consigue que su lectura no ofenda a la inteligencia del lector y seguro que del mismo modo —listo como el que más para el marketing—, también puede erigirse como libro fetiche para fans en futurible tapa dura.

La trama está bien montada y amplia aspectos de los dos personajes principales —Rick Dalton y, en especial, Cliff Booth— y algunos de los secundarios. De personajes basados en personas reales, Sharon Tate, Charles Manson o Roman Polanski, se echa de menos algo más de carne, incluso cinematográfica, y más verdad inventada de otros, Steve McQueen o Bruce Lee, por ejemplo. Se lo hubiéramos permitido. De hecho, lo hubiéramos disfrutado, fuera verdad lo que nos escribiera, verosímil o un aventis bien urdido.

Por supuesto, la novelización sigue siendo, al igual que la película, un canto al nuevo Hollywood dorado que nacía a finales de la década de los sesenta. A un oficio de locos y para locos, peligroso o acaso suicida a medio o largo plazo: casi nadie sale sano y salvo o al menos cuerdo. Hay capítulos divertidos, de una oralidad tarantiniana, como el episodio del asesinato de la mujer de Cliff, la oportunidad perdida de Rick en La gran evasión, o las duras condiciones de trabajo si uno quiere ser proxeneta en París. Sin embargo, en ocasiones, hay un exceso de narrar sobre lo narrado, chistes patosos, una novela del Oeste que igual no nos merecíamos nos la colocara entre pecho y espalda, y un exceso superficial de cinefilia. Desperdicia, quizás con esto último, un canon tarantiniano sobre películas, directores y actores que fuera más lejos que un simple enumerar de cifras y fechas, cotilleos y títulos, pero es obvio que es una decisión de autor (o es posible que se lo guarde para otro volumen ensayístico).

En definitiva, de lectura placentera solo si has visionado y disfrutado la película, y aun así, la novela anda todo el rato sin corazón hacia ningún lado, con el demérito de con ello hurtarnos el latido de las escenas de, por ejemplo, Rick y Melissa, de Cliff y Bruce Lee y, el mayor de los agravios, neutralizando esa modalidad rupestre, básica, pero emocionante de lealtad masculina entre los protagonistas, que en la novelización no llega ni a intuirse.

Érase una vez en Hollywood

Quentin Tarantino 
Traducción de Javier Calvo
Reservoir Books, 2021
400 páginas. 19,90 euros



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