Defensa de la libertad de prensa

Harkaitz Cano recrea con más teoría que tensión dramática el cierre del periódico ‘Egunkaria’ en ‘Los papeles de Sísifo’, su debut como autor teatral

Escena de 'Los papeles de Sísifo', obra de Harkaitz Cano.Mikel Blasco

El cierre del periódico Egunkaria en febrero de 2003 por orden judicial es un caso destinado a comentarse en las Facultades de Periodismo. Era el único diario que se publicaba íntegramente en euskera y fue clausurado por su presunta relación con ETA, pero siete años después la justicia absolvió a los acusados y defendió la libertad de información por encima de todo.

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El cierre del periódico Egunkaria en febrero de 2003 por orden judicial es un caso destinado a comentarse en las Facultades de Periodismo. Era el único diario que se publicaba íntegramente en euskera y fue clausurado por su presunta relación con ETA, pero siete años después la justicia absolvió a los acusados y defendió la libertad de información por encima de todo.

El escritor Harkaitz Cano recrea aquellos hechos en Los papeles de Sísifo, obra que supone su debut como dramaturgo, estrenada en noviembre en el teatro Arriaga de Bilbao y que ahora se representa en el María Guerrero de Madrid. Cano recoge el espíritu de la sentencia absolutoria y vuelca en su texto una defensa explícita de la libertad de expresión. Tan explícita que la pieza acaba resultando demasiado didáctica, con disertaciones continuas sobre el periodismo, la justicia y la verdad, puestas en boca de unos personajes que parecen haber sido creados únicamente como vehículo de transmisión del mensaje que el autor quiere transmitir.

Los personajes están perfilados además como si se quisiera ofrecer un muestrario: el periodista desencantado, el perfeccionista, el idealista, el poli bueno, el poli malo. Cano mete detalles de su vida personal para darles vida, pero su prosa es tan sentenciosa que resulta difícil creérselos. La obra solo alcanza tensión dramática en la segunda parte, desde el momento en que la Guardia Civil entra en la sede del diario y se suceden los interrogatorios a los detenidos, con torturas incluidas.

En parte es mérito del director del montaje, Fernando Bernués, que desarrolla las escenas con velocidad y despliega una buena cantidad de recursos escénicos y musicales para imprimir dinamismo. Los actores cumplen como pueden su misión de dar vida a esos personajes tan instrumentales y aprovechan bien los momentos en los que por fin aparece la acción: el cierre del diario, los interrogatorios, las torturas.

Es interesante el paralelismo que Cano establece entre periodismo y justicia y cómo lo refleja la escenografía de Ikerne Giménez: un decorado de escritorios y archivos que es a la vez un periódico y una oficina judicial. Viene a decir el autor por boca de sus personajes que el periodista, igual que el policía o el juez, rara vez hace las preguntas que el entrevistado espera, cuando su desafío debería ser tratar de recoger fielmente lo que quiere decir. Pero es un reproche tramposo: la misión del periodista no es servir de taquígrafo, sino averiguar algo que alguien quiere ocultar. Lo demás es ­periodismo declarativo.

Los papeles de Sísifo. Texto: Harkaitz Cano. Dirección: Fernando Bernués. Teatro María Guerrero. Madrid. Hasta el 2 de mayo

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