‘Los Remedios’, una brillante autoficción teatral
Fernando Delgado-Hierro y Pablo Chaves regresan a su infancia en un barrio sevillano en una obra hilarante y veloz
“No quiero que nadie me diga cómo soy. Quiero descubrirlo yo”. Esta frase que pronuncia uno de los personajes de Los Remedios resume la esencia de la obra: la influencia del contexto en la formación de la identidad individual. En este caso, el contexto es el barrio sevillano de Los Remedios, donde crecieron como amigos sus protagonistas, rodeados de familias de bien. Gente acomodada, conservadora, devota de la Semana Santa, la Feria de Abril, el orden y las raíces. Ellos sienten que no encajan y se alejan de ese a...
“No quiero que nadie me diga cómo soy. Quiero descubrirlo yo”. Esta frase que pronuncia uno de los personajes de Los Remedios resume la esencia de la obra: la influencia del contexto en la formación de la identidad individual. En este caso, el contexto es el barrio sevillano de Los Remedios, donde crecieron como amigos sus protagonistas, rodeados de familias de bien. Gente acomodada, conservadora, devota de la Semana Santa, la Feria de Abril, el orden y las raíces. Ellos sienten que no encajan y se alejan de ese ambiente, pero con el tiempo acaban descubriendo que es imposible escapar a la genealogía. Todo deja marca. Ese gesto que crees propio pero que en realidad es de la madre. Esa copla que aborreces pero que inevitablemente tarareas cada vez que suena. Aquellas angustias de la adolescencia que se vuelven crónicas.
La obra refleja de maravilla ese tránsito. Los dos amigos regresan a Los Remedios para buscar lo que queda de ese barrio en ellos. Pero no a Los Remedios actual, sino al de su infancia. Es también la infancia de los actores-creadores de la obra, Fernando Delgado-Hierro y Pablo Chaves, que se interpretan a sí mismos en un trabajo de autoficción que transpira verdad como pocos. No solo porque todo está basado en sus vidas, sino porque ese representarse es además un ejercicio de exploración personal en el que el yo del pasado se confronta con el yo del presente, como uno de esos viajes en el tiempo en los que explotan las paradojas.
Delgado-Hierro (que firma el texto) y Chaves desbrozan con exquisita sensibilidad ese gurruño de recuerdos y emociones que es el pasado. A veces en forma de narración y muchas otras recreando escenas en las que se desdoblan con desparpajo en numerosos personajes. Padres, hermanos, la abuela, la vecina, el profesor, el camarero del bar de la esquina, la folclórica, los costaleros, los amores platónicos, que aparecen intercalados con diferentes versiones de sí mismos: el hijo, el nieto, el alumno, el amigo, el adolescente que despierta a la sexualidad (homosexualidad en un caso), el joven atormentado por la existencia como Hamlet; el que busca el teatro verdadero como el Tréplev de La gaviota, de Chéjov; el desarraigado, el arraigado.
Juan Ceacero dirige el montaje con buen ritmo y le imprime un tono singular: serio pero a la vez (auto)paródico, lo que da lugar a momentos verdaderamente hilarantes. Un equilibrio perfecto. Las dos horas de función vuelan.
Los Remedios. Texto: Fernando Delgado-Hierro Dirección: Juan Ceacero. Teatro María Guerrero. Madrid. Hasta el 18 de abril
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