Una transición “cordial” pero sin foto en la vicepresidencia entre Kirchner y la ultra Villarruel
El encuentro, de menos de una hora, fue definido como “una charla amable” por la vicepresidenta electa
La transición de Gobierno en Argentina dio otro paso este miércoles con la reunión mantenida entre la vicepresidenta saliente, Cristina Kirchner, y su sucesora a partir del 10 de diciembre, Victoria Villarruel. Kirchner tenía planeado viajar hacia Italia para dar una clase magistral este jueves, pero cambió sus planes tras la victoria del ultra Javier Milei en la segunda vuelta del domingo. Convocó, en cambio, a la vicepresidenta electa a su despacho en el Senado, y es...
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La transición de Gobierno en Argentina dio otro paso este miércoles con la reunión mantenida entre la vicepresidenta saliente, Cristina Kirchner, y su sucesora a partir del 10 de diciembre, Victoria Villarruel. Kirchner tenía planeado viajar hacia Italia para dar una clase magistral este jueves, pero cambió sus planes tras la victoria del ultra Javier Milei en la segunda vuelta del domingo. Convocó, en cambio, a la vicepresidenta electa a su despacho en el Senado, y estuvieron reunidas durante poco menos de una hora. Desde ambos lados calificaron de “cordial” el encuentro, pero no hubo una foto protocolar que lo registrara, a diferencia del celebrado un día antes entre el presidente saliente, Alberto Fernández y Milei.
“Ha sido dentro de lo democrático, de lo cordial, del esfuerzo de ambas partes, por tratar de llevar adelante una transición que sea en beneficio del pueblo argentino”, indicó Villarruel al retirarse del Senado. “No nos conocíamos, pero pudimos conversar, pudimos conocernos, hablar de las cuestiones que hay por delante. No hubo fotos, pero creo que la ciudadanía tiene que quedarse sumamente tranquila porque vamos a llevar adelante desde la La Libertad Avanza y de la gestión saliente una transición ordenada en el poder legislativo”, agregó Villarruel. Kirchner evitó hacer declaraciones, aunque fuentes de su equipo destacaron que hubo buen clima y se trataron temas de gestión en una “reunión cordial, como corresponde”.
El silencio de Kirchner prolonga el que mantuvo durante gran parte de la campaña tras aupar a Sergio Massa como su candidato. La expresidenta (2007-2015), la política con más influencia en lo que va de siglo en Argentina, ha hablado en público apenas tres veces en los últimos cuatro meses: una por cada vez que fue a votar en primarias, la primera vuelta y el balotaje. La última vez fue especialmente escueta. “Fue un hermoso día, se votó muy rápidamente y espero que muy rápidamente conozcamos los resultados”, dijo a la prensa que el domingo pasado la esperó mientras emitía su voto en la ciudad patagónica de Río Gallegos. “Un día en el que la gente vota siempre vale la pena”, agregó, y se fue mientras contaba que al día siguiente volaría de vuelta a Buenos Aires. Al igual que el presidente, se ausentó del búnker peronista en el que Massa, actual ministro de Economía, reconoció su derrota una hora antes de que el país se enterara de que Milei había arrasado con la elección con el 55,6% de los votos.
Kirchner había iniciado la retirada de la primera línea de la política el 1 de septiembre de 2022, cuando un hombre intentó asesinarla en la puerta de su casa en Buenos Aires de un disparo que no salió. Dos meses después, el 6 de diciembre, un juez la condenó a seis meses de cárcel por corrupción y la vicepresidenta enterró todas las especulaciones que buscaban colocarla como candidata presidencial de un peronismo ya en crisis. “No voy a ser candidata a nada”, zanjó, y la coalición que había formado ella para volver al poder en 2019 con Fernández como presidente empezó a buscar candidatos.
La vicepresidenta fue clarividente mientras empezaba la campaña. En mayo, en una de las pocas entrevistas que concedió tras su intento de asesinato, auguró una “elección atípica, de tercios”, en la que “lo importante” para el peronismo era asegurarse entrar en la segunda vuelta. Faltaban cuatro meses para que Milei, que todavía era una incógnita, se alzara como el más votado en las primarias del pasado 22 de agosto y dejara tercero al peronismo en ese escenario de tercios inédito en la historia argentina. Contra los pronósticos y la mala imagen de un Gobierno que deja al país con la inflación sobre el 142% interanual, Massa llegó a esa segunda vuelta, pero no le alcanzó contra la bronca capitalizada por el ultraderechista.
El ministro de Economía terminó siendo el candidato ideal en una campaña escorada a la derecha, pero no había sido la primera opción de la vicepresidenta. En esa entrevista de mayo, mientras su movimiento político esperaba su palabra para actuar, Kirchner deslizó que “como militante de toda la vida” esperaba que “los hijos de la ‘generación diezmada’ sean los que tomen la posta”. Antes de cerrar filas con Massa como “candidato de unidad”, Kirchner alentó durante unas horas la candidatura de uno de ellos: Eduardo Wado de Pedro, hijo de víctimas de la dictadura militar. De Pedro, de 47 años, líder de las juventudes kirchneristas y actual ministro de Interior, era un bebé de un año cuando su madre lo metió en una bañera y se puso como escudo de las balas militares que terminaron por matarla en la casa donde vivían. Era 1977, al comienzo de la dictadura, y su padre había sido asesinado meses antes. De Pedro será senador nacional cuando Milei asuma la presidencia y desde su banca se proyecta como uno de los líderes de un peronismo en reconstrucción. Le tocará un trabajo duro frente a Victoria Villarruel, que como vicepresidenta presidirá la cámara alta del Congreso.
Hija, sobrina, y nieta de militares, Villarruel es el ariete más conservador del nuevo Gobierno. Su padre, Eduardo Villarruel, fue enviado al norte del país durante un operativo militar de 1976, previo al golpe, que según la fiscalía que lo investigó “inauguró el terrorismo de Estado” en Argentina. El teniente coronel Villarruel nunca entró al radar judicial, pero su hermano sí. En 2015, un juez procesó al oficial de inteligencia Ernesto Villarruel por el presunto delito de privación ilegal de la libertad en el centro clandestino de detención El Vesubio, aunque después decidió no avanzar contra él al considerar que no estaba en condiciones de salud para afrontar un proceso.
Villarruel hizo carrera como paladín de lo que llama la “memoria completa”, la reivindicación de las víctimas de los ataques realizados por las guerrillas en los años setenta, pero no esconde que visitó al dictador Jorge Rafael Videla en prisión. “Lo he visto dos veces con toda la furia, tres tal vez”, contó. Hace dos semanas, en el debate vicepresidencial, se negó a responderle al peronista Agustín Rossi si, como vicepresidenta, impulsaría la amnistía a los genocidas presos.
Kirchner la recibió y evitó cualquier crítica en público, aunque la política de derechos humanos ha sido una de las banderas del kirchnerismo. A partir del 10 de diciembre, la sucederá alguien que quiere romper también con este legado.
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