Por una salud para todos. ¿Cómo maximizar el capital humano?
Para Pedro Delgado, jefe de Europa y América Latina en el Institute for Healthcare Improvement, cerrar la brecha de inequidad en Latinoamérica representa un trabajo conjunto, apolítico e interdisciplinario para garantizar un acceso a la salud total y de calidad
En América Latina abunda una realidad recurrente, en donde las disparidades socioeconómicas se reflejan en la atención médica, con diferentes oportunidades de acceder a una atención de calidad. Además, en un contexto en donde la asimilación tecnológica parece navegar en sentido opuesto al del acceso a los servicios básicos de subsistencia para la población, la región tiene por delante una serie de desafíos importantes que garanticen una atención sanitaria efectiva, de calidad, pero sobre todo diversa e incluyente desde y para la gente que compone su crisol social.
Este contexto actual, tan complejo como urgente, urge a poner sobre la mesa todas las piezas que componen el difícil rompecabezas de la inequidad regional, pero sobre todo llama a un involucramiento activo por parte de los gobiernos, las instancias médicas públicas, privadas o mixtas, así como de diversas figuras clave que puedan conducir a un mejor futuro, en un área clave como lo es la salud pública.
En marzo de este 2022, Alicia Bárcena, entonces saliente secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), aseguró que la inequidad está llevando a la región a un atraso de casi tres décadas respecto al resto del mundo. Esto, de acuerdo con Bárcena, se puede ver en áreas y porcentajes alarmantes: sólo el 1% de la población posee el 50% de la riqueza mundial; la región sólo acumula el 8% de las emisiones contaminantes del planeta, pero es una de las más afectadas por eventos climáticos extremos.
El impacto de la inequidad se ve en la salud. Una investigación realizada en 21 países de la región y publicada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) este año mostró que en la mayoría de los países se observaron gradientes geográficos en salud a escala subnacional en casi todos los indicadores correspondientes a las mujeres y la población infantil y adolescente. En la mayoría de los países se observaron también desigualdades en la mortalidad que favorecían a las zonas urbanas y a los ricos.
Para Pedro Delgado, jefe de Europa y América Latina en el Institute for Healthcare Improvement (IHI), esta realidad llama a una acción clara y contundente, que es maximizar el potencial humano que tenemos en la región, así como aprovechar su dignidad, ideas y productividad absoluta para lograr una transformación total.
“Dentro de este contexto de equidad existen tres vías de progreso: lo que una institución de salud puede hacer para promoverla desde el liderazgo y del ámbito de los recursos humanos, tales como la forma en la que se emplea y promueve al personal local en situaciones socioeconómicas desfavorables, pertenecientes a minorías, etc.; otro es en el tema clínico, en el acceso a servicios de salud de calidad: la experiencia de la atención, que seamos atendidos por profesionales, de forma humana independientemente de nuestras características y las disparidades en los desenlaces clínico por inequidades, que siguen presentes. Y, finalmente, en la salud poblacional, donde existe una oportunidad enorme, ya sea como empleadores, trabajadores e incluso como consumidores de bienes, locales o no, en función de su impacto en el la salud de las personas que viven en el contexto local”, asegura Pedro Delgado, quien ha trabajado por reducir las cesáreas en Brasil, mejorar la educación de los primeros años en Chile, y incluso implementar mejoras para la seguridad del paciente en Portugal y la salud mental en Londres.
Por otra parte, la crisis sanitaria de los dos años recientes ha incorporado tendencias a las cuales hay que poner atención, en tanto se engarzan de forma importante con la inequidad en América Latina. Aspectos como la aceleración digital frente a las disparidades en la economía regional, así como las distintas dinámicas geopolíticas, financieras y ambientales de la última década han cambiando sensiblemente el rostro del acceso a la salud en varios países de la región.
Hoy, áreas como la seguridad médica entendida como un ente en constante diálogo con otros retos, situaciones y complejidades mucho más amplias, trascienden las instancias de salud. Esto quiere decir que actualmente salud se entiende no sólo como prevención, atención y seguimiento médico, sino también como innovación tecnológica, vanguardia alimentaria e impacto ambiental, incluso ética, humanismo e inclusión. Y justamente en el contexto de las economías globales en las que vivimos, ver “la fotografía” completa llama a un trabajo interdisciplinario y conjunto por parte de todas las voces expertas que puedan sumar.
“Es importante acompañar el acceso universal con la calidad universal también; de nada sirve garantizarse si la atención es deficiente. Eso debe ser un principio. La tecnología sólo fue un catalizador o acelerador de la asimilación que ya se venía dando. Y aquí debemos asegurarnos de que la pobreza digital sea abordada, porque de nada sirve dar una consulta por telemedicina si la persona no tiene acceso a Internet, no tiene recursos para pagar la cuenta de su teléfono celular o no sabe usar dispositivos. Hay zonas rurales que no tienen acceso a la tecnología. Es un escenario real”, precisa el jefe de la división Europa y América Latina en el IHI.
Unión entre lo público y lo privado
Si logramos ver que la salud es un tema de todos y para todos, no sólo de los gobiernos, los médicos, las empresas farmacéuticas o los hospitales, es posible aprovechar el potencial de América Latina y así interconectar de manera eficaz también el expertise tecnológico, ambiental y corporativo, a través de encuentros y acciones dinámicas y recíprocas a nivel regional, en aras de soluciones reales y benéficas para los pacientes más necesitados.
En este contexto, Pedro Delgado considera que las asociaciones público-privadas son un buen comienzo y representan un beneficio desde todas sus aristas visibles. “En Brasil tuvimos un desafío importante, ya que registramos tasas de infecciones hospitalarias mucho más altas de lo normal. Gracias al proyecto Saúde em Nossas Mãos, través de un esquema de financiamiento llamado PROADI-SUS, en mancuerna con el gobierno de Brasil, se asignaron cinco hospitales de excelencia junto con el Hospital Israelí Albert Einstein, para que 114 hospitales públicos en todo Brasil trabajaran en conjunto hasta tres tipos de infecciones distintas, reduciéndose en un 50% y generando un ahorro de casi 54 millones de dólares. Todos ganan”, cuenta el Jefe de Europa y América Latina, del IHI.
El especialista apunta que una de las claves fundamentales detrás del éxito de estos proyectos es hacer de éstos prototipos escalables, segmentando poblaciones para no invertir cantidades exorbitantes, sino manejables y en escala pequeña, que puedan replicarse, generando mayor apertura para emprenderlos.
En esta historia, eventos como el 7o. Foro Latino-Americano de Calidad y Seguridad en Salud, una iniciativa de IHI y de la Sociedade Beneficente Israelita Brasileira Albert Einstein, realizada entre el 12 y el 14 de septiembre en São Paulo, en Einstein, representa un espacio integral de alto aprendizaje mutuo, en donde el conocimiento se comparte, proyectándose como un importante catalizador de relaciones colaborativas.
De cara a un futuro en donde más voces se sumen a esta tarea, Pedro Delgado vislumbra una región mucho más óptima desde distintas vías: “una América Latina mucho más sana, más productiva, y con un clima social más estable y más competitiva también. Soy un ferviente creyente de las capacidades del ser y hacer, pero sobre todo del enorme potencial latinoamericano”, enfatiza.