El crimen organizado en la Amazonia de Brasil amenaza la lucha contra el cambio climático

Una ONG alerta de que en aumento de la violencia por la implantación de las bandas en el mayor bosque tropical del mundo debe entrar en el debate medioambiental

Un incendio en la Amazonia, la mayor selva tropical del mundo, que sufre una expansión del crimen organizado.GETTY IMAGES

La Amazonia es la mayor selva tropical del mundo, un territorio equivalente a la Union Europea con una biodiversidad y una belleza imbatibles por el que también cruzan algunas rutas estratégicas del narcotráfico internacional por las que circulan hasta narcosubmarinos. El crimen organizado, que lleva años en expansión, ya está presente en una cuarta parte de los munici...

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La Amazonia es la mayor selva tropical del mundo, un territorio equivalente a la Union Europea con una biodiversidad y una belleza imbatibles por el que también cruzan algunas rutas estratégicas del narcotráfico internacional por las que circulan hasta narcosubmarinos. El crimen organizado, que lleva años en expansión, ya está presente en una cuarta parte de los municipios amazónicos, y la violencia ha aumentado más que en el resto de Brasil. La creciente presencia de grupos criminales en la Amazonia desde 2016 y sus efectos suponen una amenaza a la lucha contra el cambio climático, alerta un informe difundido por la ONG Fórum Brasileiro de Segurança Pública en vísperas de que este viernes comience en Dubái la COP28, la cumbre mundial de la ONU sobre el cambio climático. Sus autores sostienen que, sin abordar la cuestión de la violencia seguridad pública, será imposible dar pasos firmes para proteger el valioso ecosistema.

Renato Sérgio de Lima, director presidente del FBSP, advierte al teléfono que “no se puede hablar de cumplir las metas de acuerdo de París, de cambiar la matriz energética [de Brasil], de reducir la deforestación, de garantizar derechos sin hablar de la violencia en la Amazonia”. El devenir de los bosques tropicales como este, que se expande por Brasil y otros ocho países, es vital porque juegan un papel crucial para regular la temperatura planetaria y mitigar, por tanto, el calentamiento global.

Esta ONG quiere aprovechar la cumbre climática para alertar a las autoridades brasileñas y al mundo de la urgencia de incorporar el creciente poder que los grupos criminales ejercen a lo largo de los ríos, bajo las copas de los árboles y en las poblaciones la Amazonia a sus debates sobre cómo proteger la selva, a quienes la habitan y su biodiversidad.

Lula llegará a la COP28 acompañado de una docena de ministros, incluida la titular de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva, con la que ya formó pareja política medioambiental en su anterior etapa en el poder. El Brasil de Lula ha logrado dejar atrás la imagen de villano amiental que acompañó al país durante los años de Jair Bolsonaro en el poder. El Gobierno pretende presumir de priorizar las cuestiones medioambientales, de logros en materia de deforestación —cayó un 22% en la Amazonia, según el primer balance anual de este mandato— y proponer un mecanismo internacional para que los países ricos contribuyan a mantener las selvas tropicales en pie.

La violencia en la Amazonia no es novedad. La explotación de sus recursos naturales de manera brutal para llevárselos lejos tiene siglos. La débil presencia del Estado en un territorio que ocupa la mitad de Brasil, tampoco es nueva. Lo que sí supone un cambio es que desde 2016 grupos criminales dedicados al narcotráfico han ido expandiendo sus tentáculos y asumiendo el control de territorios. “Las facciones ya empiezan a organizar la vida de la gente, como hacen por ejemplo en la periferia de São Paulo o en zonas de Rio”, advierte De Lima.

En la región amazónica operan 22 grupos criminales, según el informe: el Comando Vermelho, de Río de Janeiro, domina el interior de la Amazonia, mientras su rival, el Primer Comando de la Capital (PCC), está centrado en la expansión fronteriza hacia los países vecinos. Junto a estas bandas de implantación nacional, una veintena de facciones locales. Las alianzas y conflictos son múltiples y cambiantes. El director del Forum sostiene que la Amazonia presenta “un escenario que es una bomba de relojería lista para estallar”.

El vasto territorio es estratégico para que transite la cocaína desde los países productores hasta su destino, sea Europa o Asia, pero también es terreno fértil para el blanqueo de dinero gracias, por ejemplo, la última fiebre del oro, hace un par de años.

La expansión del crimen organizado es uno de los factores que explica el acelerado aumento de la violencia registrado en los nueve estados brasileños que integran la Amazonia. Detalla el informe del FBSP que la tasa de asesinatos es de 34 por 100.000 habitantes, es decir un 45% más que la media brasileña, 15 municipios superan los 80 asesinatos por 100.000, las muertes violentas de indígenas superan en 26% la media nacional, los feminicidios en un 30% Y la incautación de cocaína se duplicó en cuatro años. En 2022, se aprendieron 56 toneladas de polvo blanco en ruta hacia España, Países Bajos, Australia… En el plano medioambiental, también van en aumento los delitos de comercio ilegal de madera, de deforestación, los incendios intencionados, la usurpación de tierras… “Si no combatimos el crimen organizado, puede ser una amenaza a la soberanía”, dice De Lima.

La radiografía en datos da idea de la magnitud del desafío, empezando por el tamaño del territorio. A cada policía en la Amazonia le toca patrullar 83 kilómetros cuadrados, cuatro veces más que la media en el resto del país. De Lima cita otro ejemplo: el Estado de Roraima, que es como la mitad de España, tiene 50 comisarios para investigaciones.

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