Crónica de una caída anunciada: Vicky Dávila busca recuperar su impulso electoral
La candidata que era una amenaza para los contendores del uribismo, ahora busca alianzas entre sus precandidatos y ataca a su mayor competidor entre los ultras, Abelardo De La Espriella
Vicky Dávila, exdirectora de la revista Semana y candidata presidencial colombiana, está empezando a ver cómo se cumple una profecía electoral. Cuando anunció su candidatura, en noviembre del 2024, varios analistas consideraron que el anuncio prematuro era una forma de hundirse. Un harakiri político. Decían que era un exceso de confianza en la capacidad de mantener la emoción electoral durante un año y medio, sin experiencia consiguiendo votos o en cargos públicos, como una outsider. Pero la carrera estaba aún cruda, y Dávila llegó a puntear en las encuestas por encima de otros precandidatos de derecha y de Sergio Fajardo, quien lidera en el centro político. Confió en su suerte, renunció a la dirección de la revista y parecía alcanzar el cielo: se decía que podía ser la nueva Milei, por sus propuestas libertarias, o la Trump colombiana, por capitalizar los medios. Luego la profecía se cumplió.
Después de tres meses en los que estaba prohibido publicar encuestas, la semana pasada apareció la primera. Dávila aparece detrás de un nuevo contendor, Abelardo De La Espriella, que le ha robado el oxígeno político como outsider de la ultraderecha, y que supera a todos los que compiten por el voto antipetrista, el de quienes se oponen al presidente de izquierdas Gustavo Petro. El penalista De La Espriella tampoco tiene con experiencia electoral ni en cargos públicos, y se parece a la experiodista en ser llamativo en redes sociales, usualmente de forma histriónica, con métodos que sin duda le ganan likes y simpatía entre los antipetristas. Pero es difícil que haya espacio para dos outsiders en la extrema derecha, y en esa lucha por el voto antigobierno, De La Espriella le está llevando la delantera.
No solo lo señala la única encuesta de intención de voto conocida en este semestre en Colombia. La amenaza es tan latente que Dávila no concentra sus apariciones públicas solo a atacar duramente a Petro, sino que lo hace también, y de forma constante, con De La Espriella. Así lo entiende una fuente cercana a la campaña del contrincante, que prefiere no revelar su nombre por no ser vocero oficial. “Ella marcaba bien en unas encuestas cuando no había un juego aún en el estadio. Pero en agosto, cuando empezaron a salir las encuestas internas en las que punteaba Abelardo y ella empezaba a caerse, arrancaron sus ataques. Nosotros, en cambio, tenemos claro que no vamos a salir a pelear con absolutamente nadie que no sea Petro”, dice.
Dávila ha buscado entonces resaltar las dudas sobre el penalista, quien fue representante del colombovenezolano Alex Saab, testaferro y ahora ministro de Nicolás Maduro. Gracias al trabajo de quien fuera su abogado, Saab logró evitar una captura en Colombia. El penalista se ha defendido: “Qué tengo que ver yo con el problema de un ex socio mío”, ha respondido a ese viejo señalamiento, convertido ahora en una suerte de fuego amigo.
Dávila, como muchos otros precandidatos de la derecha, ha buscado el apoyo o al menos el visto bueno del expresidente Álvaro Uribe Vélez, con un liderazgo reforzado tras su absolución en segunda instancia del proceso penal que concentró su atención por dos años, y con quien ya se reunió en campaña. Pero el líder de la derecha se está tomando su tiempo para escoger a su preferido para las elecciones de mayo, se ha encontrado con varios más, y el rumor en los corrillos políticos es que no se inclina por Dávila, aunque mantiene su juego abierto. De hecho, el partido que encabeza, el Centro Democrático, tiene cuatro precandidatos de los que el expresidente puede elegir, y algunos dan por hecho que simpatiza más con otro aspirante y el exministro de Defensa de su némesis Juan Manuel Santos, Juan Carlos Pinzón.
Mientras tanto, las críticas más crudas contra la experiodista empiezan a llegar desde quienes hasta hace poco fueron aliados. “La DESGASTANTE estrategia de Vicky Dávila para DIVIDIR a la derecha”, se titula un videoblog de la columnista María Andrea Nieto, quien llegó a ser columnista de Semana cuando Vicky asumió la dirección del medio y solía hablar positivamente de la candidata. “Quizás Vicky no sabe que el enemigo a vencer es Petro”, le dice quien hace tan solo un año mostraba a Dávila como víctima de una supuesta persecución del presidente.
Nieto también replicó una información exclusiva de La W, según la cual la antigua gerente de Semana, Sandra Suárez, dejaría la gerencia de la campaña de Dávila. También lo haría Alicia Arango, jefe de debates y una de las personas más cercanas a Uribe Vélez. Dávila desmintió la salida de Arango, y la campaña confirma a EL PAÍS que ella sigue trabajando allí. En cuanto a Suárez, la candidata aclaró que siempre hubo un acuerdo para que la exministra de Ambiente de Uribe trabajara hasta el 11 de diciembre, cuando planean entregar a la Registraduría las firmas que avalan la aspiración de Dávila. “Yo quisiera que ella continuara como gerente”, dijo. No deja de ser, mediáticamente, un golpe duro perder a una cabeza de la campaña, una cercana a Uribe y a la poderosa familia Gilinski, la más rica de Colombia y dueña de Semana. La portada de la revista este fin de semana ya no es sobre el brillo de ella sino sobre las propuestas de él, quien le pide a la derecha decidir a través de una encuesta ya a su candidato, justo cuando a él le favorecen las cifras de intención de voto.
En los últimos días, Dávila también ha empezado a abrir la puerta a alianzas. Esta semana se reunió con siete precandidatos que aparecen por debajo de ella en las encuestas, como los exalcaldes de Bogotá, Enrique Peñalosa, y Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas, y el excontralor Felipe Córdoba. Plantearon una consulta popular entre ellos en marzo, que ella podría ganar, según las encuestas actuales. Sería una vía posible para revivir el entusiasmo que produjo su candidatura a finales de 2024 y que otro outsider de la derecha se robó.