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El “suicidio diplomático” de Venezuela en la cumbre de la CELAC-UE desconcierta a las cancillerías

El Gobierno de Maduro decide una hora antes del cierre no suscribir el documento final en desacuerdo con el capítulo dedicado a la guerra en Ucrania

El domingo por la noche, en el cierre de la cuarta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE), el presidente anfitrión, el colombiano Gustavo Petro, enumeró los países de América Latina que habían firmado la declaración final del encuentro. Se esperaba, sin demasiada sorpresa, la ausencia de Nicaragua, que ya había anticipado sus intenciones de bloquear todo el proceso. Lo que nadie esperaba era que en el listado no estuviese Venezuela. El Gobierno de Nicolás Maduro había decidido “disociarse”, ese es el término diplomático al uso, del texto y en el último minuto, tras participar de todas las negociaciones previas, no firmó. Un día después del cierre de la cumbre, las fuentes diplomáticas consultadas no lograron encontrar una explicación racional a la estrategia de Caracas.

Lo de Venezuela “es un suicidio diplomático inexplicable”, dicen desde una Cancillería sudamericana. En otro Ministerio de Exteriores se refieren a la “locura” de aislarse en momentos en que Caracas está bajo la amenaza de Estados Unidos. Los ataques ordenados por Donald Trump a presuntas narcolanchas venezolanas en aguas del Caribe tienen al Gobierno de Maduro en una situación de estrés político extremo. Desde Washington agitan sin disimulo el fantasma de un posible ataque militar al amparo de la lucha contra el narcotráfico. La CELAC, que nació como una alternativa a la Organización de Estados Americanos (OEA) sin Estados Unidos, parecía el espacio ideal para que Venezuela se arropase tras un manto de apoyos regionales.

El documento de 52 puntos de la cumbre se cocinó a fuego lento durante meses. Y recibió las puntadas finales durante la semana previa al encuentro de jefes de Estado en Santa Marta, Colombia. Los negociadores ya sabían que Nicaragua no firmaría, fiel a su estrategia de “tirar la bomba” y bloquear así cualquier acuerdo. La delegación venezolana, liderada el fin de semana por su canciller, Yván Gil, “habló poco y se concentró en el capítulo 10”, el referido a repudio de los bloques a las operaciones de Estados Unidos en el Caribe y el Pacífico, que ya han dejado casi 70 muertos. En la previa de la última reunión, Maduro envió una carta en la que exigía a los países participantes a actuar contra lo que consideró “actos armados y letales” producidos “bajo la justificación de la ´seguridad’ o la ‘lucha contra el crimen”. “Pretendían que el capítulo 10 fuese mucho más duro, pero en un momento los negociadores europeos dijeron hasta acá llegamos”, dice una alta fuente diplomática americana.

El texto del capítulo dice en su versión final que las partes abordan “la importancia de la seguridad marítima y de la estabilidad regional en el Caribe”. No nombra a Estados Unidos, una estrategia clásica de los textos diplomáticos para reunir la mayor cantidad de apoyos posibles sin ofender. Venezuela podría haberse “disociado” de ese punto en particular, un mecanismo que debutó en esta cumbre de Santa Marta para evitar que un solo miembro del grupo pudiese bloquear toda la resolución. El documento tiene a pie de página un listado de países y los puntos que no suscribieron. Los más activos en su derecho a queja fueron Argentina —en todo lo referido a la Agenda 2030 y políticas de género—, Paraguay, Ecuador, El Salvador y Costa Rica.

Venezuela fracasó en su intento de endurecer el texto del capítulo 10, pero acató y no planteó disociarse. Fue entonces que durante todo el domingo exigió reabrir la discusión sobre otro de los puntos, el 14, donde los bloques manifiestan su “preocupación” por la guerra en Ucrania y “su inmenso sufrimiento humano”. El empuje negociador de Venezuela había sido clave para la aprobación del capítulo sobre Ucrania durante la cumbre de la CELAC-UE celebrada en Bruselas en 2023. El texto de este año tiene más sustancia y era esperable que Caracas pusiese reparos. Durante toda la tarde del domingo, la delegación venezolana exigió que se reabriese el documento a discusión, pero no tuvo éxito. “La sorpresa fue que en lugar de disociarse del capítulo 14, se bajó de todo”, revelaron desde una Cancillería americana.

Kaja Kallas, alta representante de Exteriores de la Unión Europea, dijo en entrevista con EL PAÍS que, a diferencia de Nicaragua, “Venezuela inicialmente estaba a bordo, pero al final decidió retirarse de la declaración por sus críticas al punto 14”. “Es interesante, porque al tiempo que escuchamos a Venezuela quejarse del incumplimiento del derecho internacional [por los ataques de Estados Unidos en aguas del Caribe], se niegan a suscribir una declaración sobre un evidente ataque armado de hace tres años. Deberían aplicar el mismo rasero siempre”, dijo Kallas.

Consultado por este periódico por la retirada de Venezuela, el presidente del Consejo Europeo y coanfitrión de la cumbre, António Costa, respondió: “Estas cumbres son una gran ocasión para abrir nuevos espacios para el diálogo, incluso —o, más bien, sobre todo— cuando las diferencias ideológicas y de opinión son grandes. No conviene desaprovechar este tipo de oportunidades”.

La salida venezolana se consumó una hora antes de la presentación del documento final de la cumbre. Fue tan sobre el límite, que aparecía como firmante en un borrador que circuló entre la prensa cuando los negociadores ya daban por cerrado el asunto. Luego salió Petro y en lugar de nombrar a los 33 países de la CELAC enumeró 31. Venezuela estaba fuera. “Hasta Cuba negoció, y mucho, cada punto y al final firmó todo. Nicaragua bloqueó y Venezuela decidió disociarse. Los motivos son difíciles de comprender. Hasta una hora antes de la declaración final estaba dentro”, dice una alta fuente diplomática. ¿Caracas se abrazó en su repudio al capítulo referido a Ucrania por solidaridad con Rusia? “Es posible, pero quién sabe”, responde la misma fuente.

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