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El asesinato de Jaime Gallego deja sin liderazgo a los mineros ancestrales del nordeste antioqueño

El Clan del Golfo secuestró y mató al presidente de la Mesa Minera de Segovia y Remedios. En lo que va del año, han asesinado 33 líderes sociales en Colombia

Jaime Gallego Gómez, en Colombia, en una imagen sin datar.ALEX JIMENEZ @18 (RR.SS.)

Jaime Alonso Gallego Gómez era más conocido por su apodo, Mongo, heredado de su padre. Oriundo de Segovia, en el departamento colombiano de Antioquia, era el líder más reconocido de la región en asuntos de minería ancestral. Este domingo apareció asesinado, luego de permanecer seis días desaparecido junto a su escolta, Didier Berrío. Su cuerpo estaba en el municipio de Vegachí, a 55 kilómetros de donde lo vieron por última vez. Los sonidos de unos disparos sobre la 1.30 de la mañana de ese 9 de marzo guiaron a un grupo de militares hasta la carretera donde lo dejaron. Quien lo identificó fue Yarley Marín, uno de sus grandes amigos y sucesores en la organización, gracias a la foto que le envió un investigador que lideraba la búsqueda. Según la oenegé Indepaz, este es el líder social número 33 asesinado en lo que va de 2025.

Gallego, de 57 años, fue uno de los 19 fundadores de la Mesa Minera de Segovia y Remedios, la organización social que representa y defiende a más de 5.000 personas que viven de esa labor. Segovia, de poco más de 40.000 habitantes, está construida sobre oro. Produce casi el 10% de todo metal precioso de Colombia, y el 40% del que sale del nordeste antioqueño. En una región en que la economía gira alrededor de ese elemento, trabajaba contra la hegemonía de las grandes empresas que lo explotan. “Es evidente e innegable que tanto el Gobierno actual, como los anteriores, no han tenido la capacidad de reconocer al gremio minero ancestral y tradicional, ni de darnos el estatus que merecemos”, dice su último comunicado, que firmó el 24 de febrero. Marín cuenta que Mongo era el último de los fundadores de la Mesa que seguía en ella. “Jaime lo decía muchas veces: nos van a llegar amenazas, muchos se van a ir, pero yo moriré en mi ley”, cuenta por teléfono, con la voz apagada.

En la mañana de este martes, el cuerpo de Gallego viajó desde Medellín hasta Segovia, a 206 kilómetros por carretera, para los homenajes que ha liderado la comunidad en el coliseo central del pueblo. Sobre el féretro blanco, la bandera del municipio; detrás del ataúd, la bandera de la Mesa Minera, que fundó en 2014 para enfrentar a compañías como Frontino Gold Mines, una multinacional con capital inglés que hace un siglo y medio obtuvo un título a perpetuidad para explotar el oro de esa zona. En 1975, Frontino se declaró en quiebra, y la dirección de la compañía pasó a manos de los trabajadores y pensionados, pero en 2011 la canadiense Gran Colombia Gold la compró.

En 2018, Gallego interpuso una acción popular por contaminación ambiental por parte de esa multinacional. La ganó en primera instancia. En 2021, el Consejo de Estado confirmó el fallo y ordenó que se verificaran los daños ambientales que había causado la compañía. En 2024, Gallego insistió en que la sentencia no se estaba cumpliendo e interpuso una acción de desacato contra la empresa, ahora llamada Aris Mining. El Tribunal Administrativo de Medellín comenzó las verificaciones este año, tres semanas antes del homicidio.

El presidente Gustavo Petro ha señalado al Clan del Golfo, el grupo narcotraficante más grande del país, de estar detrás del homicidio. “Jaime Gallego, dirigente de Colombia Humana en Segovia, Antioquia, fue asesinado por el Clan del Golfo en Vegachí. Se sindica a alias Máximo o Sebastián de ser el autor de su asesinato. Espero la inmediata captura de los miembros del Clan de Golfo del nordeste antioqueño”, escribió en su cuenta de X el domingo pasado. Gallego fue candidato a la Alcaldía en 2023, por el Pacto Histórico, la coalición política del presidente.

Su trayectoria no comenzó con la minería, sino con la violencia que carga su región. El 11 de noviembre de 1988, andaba por la plaza central del pueblo con su padre, el Mongo original, como lo llamaba, cuando escucharon disparos. Una docena de hombres de un grupo paramilitar, Muerte a Revolucionarios del Nordeste, habría llegado a cometer una masacre. “Barreremos el nordeste de tanta escoria marxista”, dejaron escrito en un comunicado. Ese día asesinaron a 46 personas, según el Centro Nacional de Memoria Histórica.

Jaime emprendió un proceso social con las víctimas para llegar a la verdad de lo ocurrido. “Mi lucha me llevó a ser líder social, minero, artesano, comerciante, campesino y desplazado”, dice en un video que han difundido sus amigos por redes sociales. Uno de sus primeros trabajos, a los 12 años, había sido recogiendo oro en los alrededores de la mina de Frontino Gold Mines. Era baharequero, usaba la técnica artesanal heredada de los indígenas de lavar la arena del río con una vasija, que giraba para separar las pequeñas partículas de oro. También condujo una buseta, ayudó a construir la plaza de mercado y trabajó durante casi una década en oficios varios en la Alcaldía.

Luego se desempeñó como líder sindical. Asesoró a los trabajadores de la minera y luego ayudó a formar sindicatos en 45 municipios de Antioquia. Además, fue parte de una mesa departamental que buscaba proponer reformas al Código Minero, una labor que lideró la senadora petrista Isabel Cristina Zuleta. La política fue una de las primeras en pronunciarse sobre el asesinato.“Nos mataron a Mongo, muchachos, nos mataron al compañero de luchas, al líder firme que nunca se dejó torcer, que siempre estuvo con el pueblo. Buscan matar una causa, buscan herir de nuestra al movimiento social y político para que no sigamos luchando, para que no sigamos denunciando”, afirmó en otro mensaje.

Dos de sus amigos, que prefieren guardar su nombre por seguridad, aseguran que Gallego fue invitado por algún minero a asistir a una reunión en Vegachí. “Nos alcanzó a contar que iba para una reunión. Se nos hizo raro porque, por seguridad, siempre le decimos a la gente que venga a la oficina a reunirnos. Pero insistió. Creemos que lo tuvieron que presionar para ir”, cuentan vía telefónica con la voz bajita. Mongo y Didier Berrío, su escolta desde 2016, viajaron en un vehículo de la Unidad Nacional de Protección (UNP), que tenía un GPS. Pero el dispositivo fue desactivado el mismo día que viajaban, cuando se reportó la desaparición. Aunque el Gobierno atribuye el crimen al Clan del Golfo, esa estructura armada, que tiene el control de la zona, no ha reconocido su autoría. Su representante jurídico ante el Gobierno, por su parte, ha dado el pésame. “Lamentamos profundamente el fallecimiento de Jaime Gallego, Mongo, líder minero y defensor de derechos humanos”, dice un comunicado de prensa de la firma Ricardo Giraldo Abogados.

Gallego era el líder social más amenazado del nordeste antioqueño. El último panfleto había llegado en noviembre, una semana después de que se levantara un paro minero en el que él participó, y que pedía al Gobierno garantías para la minería ancestral. Entre los acuerdos firmados con el Ministerio de Minas estaba integrar un comité interinstitucional en el Bajo Cauca y el Nordeste para caracterizar a los mineros tradicionales y ofrecer garantías para su formalización, con la presencia de organizaciones como su Mesa. La amenaza decía que lo iban a silenciar a él y a “su combo”. Llovieron renuncias en el movimiento, algunos le pidieron a Mongo que dejara el liderazgo. Él, siempre comprometido, se negó.

Ante los incumplimientos del Gobierno a esos acuerdos, con otros defensores había convocado a un nuevo paro para el 10 de marzo. Con su asesinato, las organizaciones sociales lo han aplazado para el 24 del mismo mes, pero muchos están silenciados, asustados. “No sabemos si coger el micrófono para denunciar, o coger las maletas e irnos”, dice Marín, su amigo.

Entre su labor política y social, Mongo se volvió uno de los rostros visibles del Carnaval de la Gigantona, una tradicional fiesta que se celebra en el nordeste antioqueño en julio. A través de bailes y ritos, los habitantes rinden homenaje a sus muertos. Este año, seguramente, el homenaje será para él.

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