El grafiti colombiano se planta ante la derecha más militarista

Los artistas urbanos denuncian un aumento en la censura a los murales que tocan los crímenes cometidos por la fuerza pública e investigados por la justicia transicional, como los falsos positivos o los desaparecidos. La derecha les critica la ausencia de un muralismo igual de fuerte en memoria de las víctimas de las guerrillas

Mural en honor a las madres buscadoras de la comuna 13, en la calle 45 en Bogotá.Mariano Vimos

Las cuchas tenían razón, y la calle se las dio primero. Esta semana, esa frase apareció en un grafiti polémico que se pintó en varias avenidas de Colombia, y que luego ha sido borrado y repintado en Barranquilla, Bogotá o Cali. Hace referencia a un grupo de madres de la comuna 13 de Medellín que lleva dos décadas buscando a sus hijos desaparecidos. Ellas, ‘las cuchas’, aseguran que fueron asesinados por paramilitares y militares en la llamada Operación Orión, y que sus restos fueron ocultados en una ladera que fue un vertedero de basuras hasta el 2019, conocida como La escombrera. Durante años la justicia no buscó allí, luego no encontró nada. Pero el pasado diciembre, el tribunal de justicia transicional de la Jurisdicción Especial para la Paz, o JEP, encontró los restos óseos de cuatro personas. El jueves pasado, además, confirmó que esos restos son de personas fallecidas entre 2002 y 2003, cuando ocurrió Orión. Los restos muestran que fueron asesinados con tiros de gracia. En suma, la JEP dice en lenguaje jurídico que las cuchas tenían razón, que el grafiti tenía razón. El repintado mural abre un nuevo capítulo en la batalla que lleva la derecha más militarista para poner en duda los crímenes cometidos por la fuerza pública—una batalla que se libra entre códigos y jurisprudencias, pero también entre el esténcil y la brocha.

Varios artistas pintan el segundo mural de 'Las cuchas tienen razón', en Medellín, el 14 de enero de 2025.Miyer Juana

“Que borraran el mural era algo inevitable, iba a pasar, porque la calle siempre es un espacio contra- hegemónico, donde también es fácil encontrarse con el negacionismo” dice el grafitero que se identifica como Corrosivo Carsal, del colectivo Pirotécnica. Él se hizo conocido hace unos años por otro mural, ¿Quién dio la orden? Ese hacía referencia a otros crímenes de la fuerza pública, sobre todo a los cometidos por los militares que asesinaron durante años, en la presidencia de Álvaro Uribe, a más de 6.000 jóvenes inocentes para presentarlos como guerrilleros muertos en combate—los mal llamados “falsos positivos”. Fueron por lo menos 6.402 víctimas, de acuerdo con la JEP. Corrosivo cuenta que en los últimos meses desconocidos le borraron dos murales, ¿Dónde están los desaparecidos?, y otro sobre el Caso Colectivo 82, que hace referencia a 13 personas desaparecidas en 1982.

“Hay un ‘boom’ de borrados, porque hay gente a la que le afecta mucho que se hable de responsables como [el expresidente Álvaro Uribe] o las Fuerzas Armadas”, dice. Uribe fue quien ordenó la Operación Orión cuando arrancó su presidencia, en 2002. La JEP, que investiga los casos más graves de falsos positivos y desapariciones imputadas a miembros de la fuerza pública, está investigando esa verdad contra-hegemónica que durante muchos años abordaron los grafitis.

Corrosivo y dos grafiteros más consultados por EL PAÍS creen que detrás del “boom de borrados” están viejos enemigos, como lo son grupos neonazis que salen en la noche con una brocha a tapar los murales. También hay otros, políticos o aspirantes a serlo, que ven una opción para hacerse visibles a un año de las elecciones legislativas de 2026. El primer mural de Las cuchas tienen razón, en Medellín, fue borrado por orden de un concejal, Andrés Gury Rodríguez, del Centro Democrático, el partido que fundó y lidera Uribe. En Bogotá, se borró por iniciativa de un fallido concejal del mismo partido en 2023, Josías Fiesco.

Borrado del mural en la calle 45 de Bogotá.Mariano Vimos

“Cuando llegan esos concejales, o aspirantes a concejales, a los murales, es porque hay otro tipo de intereses, porque empezó la campaña”, dice una grafitera conocida como Ana Renata, del Colectivo Dexpierte. Entre sus murales borrados por desconocidos cita el que toca otro caso judicial contra miembros de la fuerza pública: un homenaje a Jaime Garzón, humorista asesinado en 1999 por paramilitares en con complicidad del Estado. “Llevamos 14 años pintando en Colombia con un mensaje puntual: reivindicar las memorias que sufren en la impunidad, y esas suelen ser las de la desaparición forzada y los crímenes de Estado”, dice Ana Renata.

La censura del borrado, en lugar de hacer callar al mural Las cuchas tienen razón, lo que hizo fue amplificarlo: se reprodujo en Bogotá, Cali, Popayán, Villavicencio, Barranquilla, Pasto, Ibagué y Bucaramanga. Pero en Cali un hombre armado intimidó a los artistas que pintaron el mural. En Barranquilla un grupo, liderado por un estudiante universitario, borró el de la mayor ciudad del Caribe colombiano. “Lo interesante es que ya la policía y el ejército no son los que se ponen a censurar murales, son casi siempre civiles los que vienen a borrar”, dice otro grafitero, conocido como DJlu, o juegasiempre.

DJlu recuerda que Bogotá lleva varios años dándole un espacio y respeto al grafiti y al muralismo, especialmente desde que un policía asesinó al joven Diego Becerra cuando pintaba un grafiti, en 2012. “Ese momento nos sacó del oscurantismo. Me he dado cuenta de que incluso a muchos policías les gusta el muralismo, los grafitis. Uno me reconoció una vez, cuando me cogió pintando un ‘medallón’, que su institución no siempre ha actuado bien”, cuenta DJlu sobre una pintada en la que buscaba hacer un homenaje a un joven asesinado por la fuerza pública. “Ya son unos extremistas los que tienen problemas con lo que dice el mural, los que se dicen aliados [de la fuerza pública].”, añade.

Colectivos de artistas pintan un mural dedicado a la situación del Catatumbo, en la calle 26 en Bogotá, el 24 de enero de 2025.Mariano Vimos
Un artista pinta el mural sobre el Catatumbo, en Bogotá.Mariano Vimos
Vista aérea del mural dedicado a lo situación de seguridad en el Catatumbo. Mariano Vimos

La derecha ha señalado que los graffitis rara vez reivindican a las víctimas de las guerrillas, especialmente las de las FARC, el grupo armado cuyos crímenes también investiga la JEP. Entre 1996 y 2006, de acuerdo al tribunal, las FARC reclutaron a 18.677 menores, por lo que encima del mural Las Cuchas Tienen Razón algunos pintaron la cifra 18.000. “Creo que tiene que ver con que la derecha ha tenido otro repertorio para reivindicar su memoria, como la movilización social en marchas que organizan los domingos”, dice Ana Renata. “Creo que la violencia policial nos toca más cerca a los del arte urbano”, opina Corrosivo.

“Pues creo que si hay gente que quiere hacer homenajes a los muertos del Eme, de las FARC, de cualquier guerrilla, es muy válido”, dice DjLu. “Mi invitación sería a que se empoderen, se pongan el overol: la calle es de todos y el mural es un pretexto una berraquera para que digan lo que quieren decir. Pero no me vengan a tapar. Este viernes pintamos un grafiti del Catatumbo en Bogotá, una respuesta a los que dicen que no somos empáticos con el otro. Denos una semana, por todas las víctimas del Catatumbo”. Se refiere a la región en la que se enfrentan la guerrilla del ELN y un grupo disidente de las extintas FARC, que ya deja por lo menos 60 muertos y 40.000 personas desplazadas.


Sobre la firma

Más información

Archivado En