Migración, drogas, paz y Venezuela: Colombia se prepara para los duros dilemas que tiene ante Trump
El aumento de hectáreas con cultivos de coca, la relación diplomática con el gobierno de Nicolás Maduro, y la ambigüedad de la política de migratoria son tres puntos vulnerables del gobierno de Petro ante la nueva administración en la Casa Blanca
Aparte del apego a las redes sociales y la inclinación al proteccionismo económico, son pocas las afinidades entre Gustavo Petro y Donald Trump. El presidente de Colombia quiere ser un líder ambiental promoviendo energías limpias, mientras el presidente electo de Estados Unidos defiende la explotación de combustibles fósiles. Petro ha defendido una política de drogas que incaute las exportaciones de cocaína pero no persiga al cocalero, mientras que Trump ha exigido en el pasado acciones contundentes contra los cultivos de coca. El colombiano negocia la paz con grupos armados ilegales con el apoyo de Cuba y Venezuela, y el norteamericano tiene un secretario de Estado, el exsenador Marco Rubio, que no tolera ese tipo de diálogos. La animosidad es clara. Petro está entre los jefes de Estado que Trump no invitó a su inauguración este 20 de enero, mientras que sí estarán los senadores de oposición Miguel Uribe y María Fernanda Cabal. Por esa misma claridad ante el antagonismo, el Gobierno explora estrategias para que las relaciones diplomáticas no salgan golpeadas con el cambio de guardia en la Casa Blanca. El reto no es fácil.
Hace dos semanas, la mano derecha de Petro en la Presidencia, Laura Sarabia, viajó a Washington D.C. junto a tres ministros –Ambiente, Minas, Hacienda– para “consolidar inversiones y recursos para la transición económica y energética de Colombia”, y reunirse con políticos cercanos a Trump. Uno de ellos fue el republicano por Ohio Bernie Moreno, el primer colomboamericano en ganar una curul en el Senado estadounidense. Un comunicado dice que hablaron de “la importancia del sector privado como motor del desarrollo conjunto”. Otra reunión, según narró el embajador en Washington Daniel García-Peña a la periodista Patricia Lara, fue entre la ministra de Ambiente, Susana Muhammad, y Ed Russo, consejero en temas ambientales de Trump y autor del libro ‘Donald J. Trump: un héroe ambiental’. “El Gobierno de Trump quiere trabajar en cosas muy concretas, por ejemplo, agua limpia”, dijo él. “Bueno, trabajemos en eso, nosotros tenemos proyectos de tratamiento y saneamiento ambiental”, respondió ella.
Más allá del agua, están los temas que realmente le importan a Trump en su política America First, como mostrar que él frenará el número de migrantes y de drogas que entran a su país. Políticas que, en parte, estarán bajo el ojo de Marco Rubio. “Independientemente que uno esté de acuerdo con él o no, es la primera vez que llegará un secretario de Estado que conoce tan bien América Latina”, dice Sebastian Bitar, doctor en relaciones internacionales y profesor de la Escuela de Gobierno en la Universidad de los Andes. “En su audiencia de confirmación dejó claro que lo que le importa, en las relaciones de países con Estados Unidos, son tres cosas: ¿cómo el país va a ayudar a Estados Unidos a ser más seguro, más fuerte y más próspero? Nos tocaría convencer a Estados Unidos de una de las tres cosas si queremos mantener buenas relaciones”.
En el tema de drogas es donde está un gran talón de Aquiles del Gobierno frente a Trump: los cultivos de coca han ido en aumento por tres años consecutivos, hasta el récord de 253.000 hectáreas en la última medición. Durante la primera presidencia de Trump, el expresidente americano amenazó en 2017 con “descertificar” a Colombia como un aliado antidrogas, precisamente tras un aumento en el número de cultivos. “Hubiera sido la primera descertificación desde el Gobierno de Ernesto Samper”, recuerda Adam Isacson, uno de los directivos de la ONG Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos, WOLA. “El General John Kelly y el embajador William Browfield lograron evitar que se descertificara a Colombia, y luego llegó el gobierno de Iván Duque, que tenía buenas relaciones con Trump y que aumentó las fumigaciones a los cultivos. Pero ahora, como han aumentado tanto los cultivos, veo casi inevitable que ocurra una descertificación”. Esto podría llevar a un recorte en la ayuda de cooperación hacia Colombia.
Si Rubio y Trump exigen demostraciones a Petro de que Estados Unidos estará más “seguro” en el tema de drogas, la presión estaría en cambiar la estrategia del presidente que enfoca el esfuerzo solo en las incautaciones, y que ha tenido poco efecto para frenar la exportación de cocaína. Si bien ha logrado récords en toneladas incautadas o destruidas, la producción ha crecido aún más rápido.
Luego está otro punto vulnerable para Petro, su política de paz total, donde Cuba y Venezuela tienen papeles importantes como garantes. Biden no dio un apoyo a las nueve mesas de diálogo que lleva a cabo Petro, pero tampoco hizo críticas explícitas. Eso está cambiando. “Marco Rubio se ha referido a Petro en el pasado como un exguerrillero que trabaja en armonía con grupos terroristas”, recuerda Bitar. Rubio tampoco tolera a los garantes. “Venezuela es gobernada por una organización narcoterrorista”, dijo en el Senado norteamericano esta semana. Luego señaló a Cuba de apoyar el terrorismo por haber albergado allí a guerrilleros colombianos, incluyendo jefes del ELN, grupo con el que negocia Petro.
El mandatario colombiano tiene pocos logros de seguridad que mostrar en este frente a Trump: los grupos parecen fortalecerse, y ni la mesa de diálogos con el ELN, la más avanzada, parece poder salir de la crisis en la que se hundió en 2024. “La agenda de paz total fracasó y al presidente le quedaría solo proponer una política de seguridad coherente para contener a esos grupos. Para eso Estados Unidos ya ha sido y puede volver a ser un socio”, añade el experto. Eso implicaría que Petro aceptara ese fracaso, un paso que no parece estar dispuesto a dar—o por lo menos que profundizara el giro que ha dado en los últimos meses, como sus instrucciones a los militares de ingresar a la fuerza al Cañón del río Micay, un enclave cocalero del departamento del Cauca.
Luego está la papa caliente de Venezuela, donde Petro tiene cartas a favor y en contra frente a Trump. “El rechazo de Petro a los resultados electorales en Venezuela tiene mucho valor para Estados Unidos, ya que socava el argumento de Maduro de que su régimen es víctima de fuerzas conservadoras”, considera Benjamin Gedan, director del programa de América Latina en el think tank Wilson Center. “Sin embargo, Trump no estará conforme con los comentarios constantes de Petro en contra de las sanciones estadounidenses, ni con su intención de mantener una relación normal entre Colombia y Venezuela”, añade.
La última y difícil carta que Petro tiene frente a Donald Trump es el tema de la migración. El norteamericano se hizo elegir en dos ocasiones con la promesa de frenar la entrada de migrantes desde el sur de la frontera, y cada año miles de ellos cruzan Colombia y pasan a Panamá atráves del Tapón del Darién. El canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, se reunió el viernes pasado con cancilleres de la región en México para discutir en privado una estrategia común frente a lo que exige la nueva administración de Trump en temas de migración. “Debemos decirlo aquí, de manera muy directa, tenemos visiones totalmente contrarias en el sentido de garantizar la dignidad de las personas”, reconoció Murillo.
Pero en este tema migratorio, la visión del presidente colombiano ha sido ambigua hasta ahora. “Petro no ha tenido una política coherente sobre los migrantes que van en tránsito por el Darién”, añade Bitar. El gobierno no continuó con los procesos de regularización de migrantes venezolanos que ayudaron a millones durante las administraciones de Juan Manuel Santos e Iván Duque—permitiéndoles trabajar y acceder a servicios de salud y educación—, y también acabó con la Gerencia de Fronteras que estaba en presidencia.
En el peor de los escenarios, dice Isacson de Wola, el gobierno de Trump repatría a millones de ciudadanos en Estados Unidos a Colombia y le exige a Petro capturas de migrantes en el Tapón del Darién. En el mejor de los escenarios, considera Bitar, Petro vuelve a tener una política coherente migratoria que abre las puertas a los más pobres y sin papeles en Colombia. En el escenario más probable, todo está por definirse entre dos mandatarios que disfrutan comunicar sus decisiones por X. “El uso de las redes sociales por parte de ambos mandatorios hace posibles choques desagradables con consecuencias serias”, opina Gedan, del Wilson Center.