Deporte, el pequeño ministerio de las grandes polémicas
Las dos ministras que pasaron por la cartera salieron por cuenta de episodios que golpearon fuertemente la credibilidad del Gobierno Nacional
En casi 24 meses de Gobierno, que se cumplen el próximo 7 de agosto, el Ministerio del Deporte ha tenido tres personas al mando. Primero fue la medallista olímpica María Isabel Urrutia, después la profesora Astrid Rodríguez y finalmente la batuta fue tomada por la actual ministra, también docente, Luz Cristina López. Bajo el liderazgo de todas han surgido críticas que han minado la credibilidad del proyecto político del presidente Gustavo Petro. Las polémicas no han sido menores a pesar de tratarse de una cartera de baja preponderancia en el gabinete, con una participación del 0,3% en el Presupuesto General de la Nación y sólo cinco años de antigüedad. No obstante, más allá de los números y los cálculos políticos, de por medio está el deporte, uno de los pocos aspectos que logra unir a la mayoría de colombianos, como lo demostró el reciente subcampeonato de la selección masculina en la Copa América jugada en Estados Unidos.
Luego de tres días de haber asumido la jefatura de Estado, Petro le tomó el juramento a María Isabel Urrutia, la primera medallista de oro olímpico del país. El poder no era ajeno para la pesista, quien había sido representante a la Cámara entre 2002 y 2010. “Quiero que lleven en su corazón el principio de trabajar por las regiones y la población más excluidas en todo objetivo de política pública que ustedes construyan. Bienvenidos al Gobierno del cambio”, declaró el presidente en el evento. Había cierto simbolismo detrás. Salvo en algunas disciplinas, los deportistas en Colombia cuentan con poco apoyo económico y aun así logran triunfar a nivel internacional. Urrutia era una de las caras más visibles —y exitosas— de esa realidad. ¿Quién mejor para echar una mano a los deportistas? Con evidente emoción por la designación recibida, la entonces nueva ministra respondió a las palabras de su jefe: “Desde el Ministerio del Deporte ayudaré a edificar ese país con el que tanto hemos soñado”.
El sueño, por lo menos para Urrutia, se vino abajo rápidamente. A finales de febrero de 2023 crecía el ruido en Presidencia sobre supuestas diferencias insuperables entre el presidente y algunos de sus ministros. La especulación se saldó con tres salidas del gabinete: Alejandro Gaviria, de Educación, con quien Petro sostenía —como se conoció posteriormente— arduas discusiones por la reforma a la salud que planteaba el Gobierno; Patricia Ariza, de Cultura; y Urrutia, de Deportes. El debate tras la noticia se centró en Gaviria, el más mediático de los tres funcionarios salientes, y todo indicaba que Urrutia se iría con bajo perfil, como una ficha que decidió reacomodar el presidente sin que eso implicara que tuvo un mal desempeño. Todo lo contrario. La medallista y expesista terminó robándose los titulares en las semanas posteriores.
Al día siguiente de que su salida fuera confirmada, Urrutia aseguró que fue citada a la Casa de Nariño para asistir a una alocución presidencial y que, en ese momento, mientras el mandatario hablaba ante las cámaras, supo que no continuaría en la Administración. “Me enteré ahí mismo en la alocución”. Ese reproche a quien aún era su jefe fue la antesala del escándalo que se conocería una semana más tarde.
Por cuestiones burocráticas, la estancia de Urrutia en el cargo se extendió hasta el 13 de marzo, cerca de dos semanas. En ese corto periodo la entonces ministra firmó 104 contratos por “motivos personales”, según afirmó la Fiscalía, a sabiendas de que al poco tiempo dejaría su posición. Petro se refirió a los hechos, calificando la actuación de Urrutia como “indelicada”, y procedió a nombrar a su reemplazo. “He declarado insubsistente a la ministra del Deporte por sus actuaciones indelicadas con el Presupuesto de la Nación. Hoy se posesiona la nueva ministra, por primera vez una educadora física, de la Universidad Pedagógica entrará a un Gobierno”, publicó en su cuenta de X. Por estos hechos, Urrutia está siendo investigada por la justicia.
Astrid Rodríguez fue nombrada nueva jefa de la cartera. Su estancia, si bien fue un poco más larga que la de Urrutia, no alcanzó superar un año. Desde 2021 se había determinado que seis años más tarde, en 2027, los Juegos Panamericanos se llevarían a cabo en Barranquilla, uno de los eventos deportivos más importantes que albergaría Colombia en las últimas tres décadas. Los planes se desmoronaron cuando, en enero de 2023, la Organización Deportiva Panamericana (Panam Sports) anunció su decisión de retirar a Barranquilla como sede de la competición por incumplir con el pago de 8 millones de dólares. La transacción debía ser realizada por el Gobierno Nacional. Nunca ocurrió.
Llovieron reclamos de la opinión pública por la mala gestión y el presidente se esforzó por enmendar el error. Contactó a Panam Sports, prometió la transferencia del dinero cuánto antes y armó equipo con dos rivales políticos (Alejandro Char, alcalde de Barranquilla, y Eduardo Verano, gobernador del Atlántico) para recuperar la sede. Ya era tarde; la organización confirmó que los Juegos ahora se trasladarían a Lima.
El senador David Luna, del opositor Cambio Radical, presentó una moción de censura en contra de la ministra. Pese a que Ciro Solano, presidente del Comité Olímpico Colombiano, reconoció que Rodríguez había ejecutado acciones favorables a la organización de los Panamericanos, el peso político debía caer sobre alguien. Las discusiones sobre la moción recién iniciaban en el Congreso y Rodríguez, quizá anticipándose a un desenlace peor, presentó su dimisión, que fue aceptada a las pocas horas por Petro.
En medio de ese torbellino, aterrizó en el gabinete la abogada Luz Cristina López, quien fue directora operativa de los Juegos Parapanamericanos Juveniles de 2023. Sobre sus hombros está la tarea de sacar adelante una entidad que no ha logrado tomar forma en casi la mitad del cuatrienio presidencial. Los Juegos Olímpicos de París inician este viernes y el desenlace para los deportistas será inevitablemente una medición de su trabajo. No es buen augurio que el pasado 16 de julio se conociera que los incentivos económicos que entregará el Gobierno para aquellos que obtengan un lugar en el podio serán inferiores a los de las pasadas justas en Tokio; tampoco que la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro) interpusiera un desacato en contra del Ministerio del Deporte por no actualizar el Estatuto del Jugador y así desconocer una orden de la Corte Constitucional. El Ministerio, tardíamente, conminó a la Federación Colombiana de Fútbol para que ejecutara la modificación estatutaria de inmediato. Y en ese patrón de fallas, sin consolidarse aún, va la joven entidad.
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