Salió el ministro de Comercio, ¿quién sigue?
Con una coyuntura tan complicada, lo lógico es que el próximo ministro que renuncie sea el de Hacienda, porque el presidente no está a gusto con el manejo de las finanzas públicas
Sorpresiva, por decir lo menos, la renuncia de Germán Umaña Mendoza al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, porque su desempeño era calificado de excelente por petristas y antipetristas, y resultó sacrificado por la necesidad de resolver un conflicto interno en el que no tenía velas, a saber: enfrentamientos entre el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, y el ahora exdirector de Impuestos y Aduanas Nacionales, ...
Sorpresiva, por decir lo menos, la renuncia de Germán Umaña Mendoza al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, porque su desempeño era calificado de excelente por petristas y antipetristas, y resultó sacrificado por la necesidad de resolver un conflicto interno en el que no tenía velas, a saber: enfrentamientos entre el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, y el ahora exdirector de Impuestos y Aduanas Nacionales, Luis Carlos Reyes. Es decir, un ministro embollado porque se quedó sin caja.
La disponibilidad de recursos del Ministerio de Hacienda está en su nivel más bajo. A inicios de abril la caja del Gobierno cayó a un mínimo de 4,1 billones de pesos, cuando para la misma época del año se ubicaba en 25,9 billones de pesos. Un director de Impuestos que no cumplió con las metas del recaudo y que metió en el Presupuesto General de la Nación unos ingresos imposibles de recaudar, la bobadita de 10 billones de pesos de los cuales, según el propio director Reyes, se van a recaudar “cero pesos de arbitraje”.
El paganini de todo este despelote resultó ser el funcionario que mejor explicaba el programa de Gobierno de su jefe, el presidente Gustavo Petro, y de comportamiento impecable, a quien le ofrecieron de premio de consolación ser el representante de Colombia en el Fondo Monetario Internacional, cargo que por supuesto no aceptó invocando razones personales. Es claro que al exministro le cayó como una patada la solicitud de la renuncia.
El panorama económico que el Banco de la República advirtió a tiempo era muy claro. Alta inflación que obligó a trepar los intereses que, de rebote, afectó al crecimiento y al empleo. Importaciones y exportaciones a la baja. Comercio y construcción se desinflaron. Ni hablar de la inversión que está por el suelo. Como dice el exministro Luis Carlos Villegas, la desconfianza solo se irá, lentamente, si los agentes económicos privados son convocados para sortear este difícil momento. El presidente está en serios aprietos, los empresarios temerosos y los ciudadanos redondos de agua.
El bajo crecimiento de la economía se está trasladando al recaudo de impuestos. De mantenerse la tendencia en lo que resta del año, el Gobierno recibiría 16 billones de pesos menos de lo esperado por ingresos tributarios. Como si fuera poco, el presidente Petro anunció que Colombia podría entrar en una cesación de pagos de la deuda, para lo cual declararía una emergencia económica. Es de suponer que el Congreso apruebe la ampliación del cupo de endeudamiento para evitar el salto al vacío que significaría una cesación de pagos para el país. Dios nos libre de semejante descalabro. Tenemos un déficit de 1.600 millones de dólares.
El otro chicharrón que preocupa es el incumplimiento de la regla fiscal. El fallo de la Corte Constitucional de la no deducibilidad de las regalías abre un roto de seis billones de pesos para este año. Estamos ad portas de una revisión a la baja de parte de las calificadoras de riesgo. Con una coyuntura tan complicada, lo lógico es que el próximo ministro que tome las de Villadiego y renuncie sea el de Hacienda, porque el presidente no está a gusto con el manejo de las finanzas públicas. No está el ministro Bonilla echando cenas. No tiene cómo caer para arriba al mejor estilo del nuevo ministro de Comercio.
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