Desconfianza y autocensura: la crisis editorial en RTVC, el sistema de medios públicos más grande de Colombia

Varios periodistas señalan que la radio y la televisión en las que trabajan quedaron al servicio de la propaganda al Gobierno y corren el riesgo de perder su contrato si se oponen. La gerente niega un sesgo político y denuncia un acoso en su contra

La gerente de RTVC, Nórida Rodríguez, el presidente Gustavo Petro, y el subgerente de televisión, Hollman Morris.EL PAÍS/GETTY IMAGES

“He decidido dar esta entrevista porque el canal público es el primer contacto que tiene la sociedad colombiana con un medio de comunicación”, dijo con admiración el excomandante paramilitar Salvatore Mancuso esta semana, cuando decidió dar su primera exclusiva a RTVC, el sistema de medios públicos más grande de Colombia, con dos canales de televisión, decenas de emisoras de radio en todo el país y periodistas reportando en las regiones más o...

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“He decidido dar esta entrevista porque el canal público es el primer contacto que tiene la sociedad colombiana con un medio de comunicación”, dijo con admiración el excomandante paramilitar Salvatore Mancuso esta semana, cuando decidió dar su primera exclusiva a RTVC, el sistema de medios públicos más grande de Colombia, con dos canales de televisión, decenas de emisoras de radio en todo el país y periodistas reportando en las regiones más olvidadas. No son los medios con más audiencia, pero sí un equipo que puede trabajar sin las presiones comerciales de los medios privados.

Pero hay algo más detrás de la frase de Mancuso. RTVC es donde lo entrevistaría alguien con línea directa al presidente, el periodista y político Hollman Morris. De acuerdo con varios periodistas en RTVC consultados por EL PAÍS, es también el sistema de medios con mayor enfoque petrista. Lejos de la independencia de la BBC británica, el medio público ejemplar por su independencia, RTVC es manejada por alfiles del presidente, lo que ha creado una compleja crisis editorial.

“Hay periodistas que se están autocensurando”, dice una de las personas consultadas para este artículo, quien trabajó en uno de los noticieros principales de RTVC. Habló solo bajo la condición del anonimato, por temor a perder su sustento. De hecho, EL PAÍS contactó a más de una decena de reporteros, y solo siete accedieron a hablar, todos bajo esa condición. Los demás, ni siquiera con ella. Detrás de ese silencio está el miedo por represalias de sus jefes—como no renovarles el contrato si dicen algo crítico—, un punto en el que coincidieron todos los que accedieron a hablar.

Un periodista que cubre política confirma que ese ambiente les lleva a la autocensura. Los dos comentan por aparte el poco interés que hay en RTVC en cubrir las noticias de los órganos de control “porque casi siempre le dan palo a Petro y esas noticias no salen muchas veces”, dice la primera persona consultada. “Si la Corte Constitucional critica al ministro de Salud, por ejemplo, la noticia no sale hasta que se hable con el ministro. Eso no puede ser así porque hay noticias del día que tienen que salir ahí mismo, y no se pueden estancar porque el ministro no puede hablarnos”, añade. Los consejos de redacción, donde los reporteros proponen sus notas a los editores, “son insufribles. Te preguntan quién te está hablando y de qué partido es esa persona, sin mucha confianza. Los consejos de redacción deben partir de la confianza”, termina.

RTVC se divide en dos mundos —radio y televisión— y en cada uno de ellos campea una figura. Nórida Rodríguez, antes actriz y hoy gerente de RTVC, se ha ocupado sobre todo del campo de la radio. Y Hollman Morris, activista y amigo del presidente, es subgerente de televisión. Los dos fueron nombrados allí por Petro y por eso tienen que convivir, aunque no se llevan bien.

Rodríguez ha manejado la radio con dos aliados: el subgerente de Soporte Corporativo, Jorge Arzuaga; y la contratista María Cristina Estupiñán. Esta última es quien más ha intervenido en el proceso editorial de la radio, de acuerdo con cinco reporteros consultados. Uno de estos cuenta, respecto al noticiero matutino La Señal de La Mañana, que Estupiñán “llega a dar línea: a los periodistas les dice, explícitamente, ‘esta nota hagámosla con línea de izquierda’ o ‘con línea Petro’. No oculta su activismo”. Estupiñán, quien es comunicadora social, llegó a RTVC hace pocos meses, después de trabajar en prensa en la Unidad de Gestión de Riesgos y de Desastres, y mucho antes en la alcaldía de Petro. Su nombre se conoció en medios cuando, fuera del aire, llamó ‘malparidos payasos de mierda’ a unos miembros de la oposición política al comentar una noticia.

“Aunque es contratista como todos nosotros, ha dicho que tiene línea directa con Petro y llegó con ínfulas de jefe”, cuenta una de las periodistas de radio. Estupiñán ha sonado para ser subgerente de radio, la cabeza de todo el equipo radial, un puesto que está vacante desde febrero, cuando salió Dora Brausin, quien duró siete años en ese cargo y más de dos décadas en RTVC. “No estoy de acuerdo con la forma como se quieren llevar los contenidos”, dijo Brausin a La W después de su salida. No estaba de acuerdo, por ejemplo, con que RTVC quisiera contratar al influencer petrista Wally para liderar un segmento informativo. “Creo que hay una orientación a generar información sobre lo que se hace en Presidencia, en el Gobierno”, añadió.

EL PAÍS preguntó a Estupiñán sobre estos temas, pero explicó que no podía decir nada por no ser vocera oficial. Rodríguez, la gerente, sí lo hizo. Explica que RTVC tiene la misión de dar información “veraz, oportuna y neutral” y que, en su año en el cargo, ha llevado a cabo auditorías “para el cumplimiento de la misión de la entidad, dichos procesos han incomodado y en algunos casos creado resistencia”. Aunque acepta que hay incomodidad, niega un sesgo en favor del Gobierno. “En ningún momento mi directriz ni la de mis asesores ha sido la de presionar u obligar a generar inclinaciones o favoritismo alguno”, afirma.

El Gobierno de Gustavo Petro no es el primero señalado de manipular la línea editorial de RTVC a su favor. La Administación anterior, del derechista Iván Duque, fue denunciada por la censura del gerente de RTVC a Los Puros Criollos, porque el líder del programa, Santiago Rivas, había criticado al Gobierno. “En ese momento hubo más atención sobre la situación, Rivas hizo una pelea muy pública. Ahora nos falta esa figura heroica que dé la misma pelea”, dice una reportera, que consideraba a Brausin un muro de contención que logró proteger a los reporteros de las presiones políticas.

El silencio impera, cuentan los entrevistados, porque decenas de periodistas no tienen un vínculo laboral sino un contrato de prestación de servicios, que los jefes pueden renovar o no. “Hay una sensación entre los periodistas que llevamos mucho tiempo. Los que llegaron nos miran como preguntando: ‘¿usted quién es? Usted tiene que ser uribista’. Es una cacería para meter a la gente activista, cuando muchos de nosotros no solo no éramos uribistas, sino que votamos por Petro y resistimos la época del uribismo”, dice una reportera de radio.

Recientemente una periodista se despidió de varios de sus compañeros luego de que su contrato no fuera renovado. “Comprendo que los silencios también comunican”, escribió en un correo de despedida. “Nadie me da noticias de mi contrato pero en cambio, por otros medios de comunicación, me entero sobre personas a quienes les abren las puertas de Radio Nacional y que son ajenas al periodismo que sé hacer y que defiendo”, añadió.

Juan Pablo Calvás, columnista de este diario, ha denunciado en W Radio que Jorge Arzuaga ha estado manejando los contratos de forma poco transparente. Rodríguez ha negado, públicamente, esos señalamientos. “Las únicas irregularidades que hay en @RTVCco son las que hemos venido encontrando y desmontando desde nuestra llegada a los medios públicos”, dijo el martes pesado en X. El viernes, tras nuevas denuncias en la emisora, dijo sentirse “acosada y perseguida”, y aseguró que “toda la contratación en RTVC es idónea, pública y transparente”.

Más allá de lo contractual, las consecuencias de los cambios se ven en las cifras de audiencias. Tres reporteros contaron a El PAÍS que en una reunión reciente Lina Marcela Moreno, directora del Canal Institucional, contó que la audiencia del noticiero de la mañana había caído un 50%. “La gente se está quejando de esta nueva línea editorial”, dice una de las reporteras.

Moreno no respondió a una solicitud de entrevista para hablar del tema, pero a principios de este año se quejó formalmente por la forma en la que los canales de RTVC—Señal Colombia y Canal Institucional—están siendo dirigidos por Hollman Morris, el subgerente de televisión. Moreno y Silvana Orlandelli Uruburu, directora de Señal Colombia, denunciaron al exconcejal de Bogotá por acoso laboral. “El señor Morris nunca nos vio como unos aliados, ni coequiperos, nos estigmatizó y para él siempre fuimos los de ‘la otra administración’, irrespetó y trasgredió todo el tiempo la moral del grupo”, dice la denuncia de Orlandelli.

Uno de los reporteros de televisión contó a EL PAÍS que en enero Morris pudo contratar a muchas personas cercanas a él, con las que ha trabajado anteriormente. Aunque eso es usual en un subgerente, la fuente explica que Morris “trabaja solo con ellos, obviando a directores, a la directora de señal Colombia. No quiere que le discutan sus decisiones editoriales” que, añade, incluyen transmitir eventos del presidente que duran horas en Señal Colombia, rompiendo la programación.

Morris se ha defendido en el mismo tono que Rodríguez. “Yo considero que son voces de personas de administraciones pasadas que no están contentas con los cambios”, dice en conversación con EL PAÍS. “Asumimos una línea editorial, que es promover la Constitución del 91, una cultura de paz y de derechos humanos, y profundizar el estado social de derecho”, añade. Sobre una baja en la audiencia, dice tener otros datos. “La gente está muy contenta”, asegura, y menciona primicias: las primeras imágenes de los niños indígenas que se perdieron más de un mes en el Amazonas, o la reciente entrevista con Mancuso. Finalmente, dice que cuando se habla de línea editorial usualmente hay molestias porque “siempre hay algo subjetivo”.

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