Los distritos creativos, la apuesta por el arte y la cultura que toma fuerza en Bogotá
La capital suma 15 zonas con una oferta cultural que impulsa el Distrito, en pos de una transformación social y económica
Es un miércoles cualquiera en la Bogotá que vive de prisa. Los peatones se mueven por la carrera 13, una convulsionada vía donde los comerciantes venden desde accesorios de celulares hasta prendas de vestir. Un letrero con la figura de unos labios rojos, que se pierde en la ruidosa publicidad de la zona, muestra la entrada a uno de esos lugares por donde muchos pasan, pero pocos entran; no porque no les interese, sino porque no todos saben que existe. “Teatro Cabaret Rosa”, se lee en el aviso. Las calles de Bogotá ocultan sorpresas.
Después de cruzar la puerta, un corredor conduce a un ...
Es un miércoles cualquiera en la Bogotá que vive de prisa. Los peatones se mueven por la carrera 13, una convulsionada vía donde los comerciantes venden desde accesorios de celulares hasta prendas de vestir. Un letrero con la figura de unos labios rojos, que se pierde en la ruidosa publicidad de la zona, muestra la entrada a uno de esos lugares por donde muchos pasan, pero pocos entran; no porque no les interese, sino porque no todos saben que existe. “Teatro Cabaret Rosa”, se lee en el aviso. Las calles de Bogotá ocultan sorpresas.
Después de cruzar la puerta, un corredor conduce a un salón con modestas sillas y mesas al estilo de un restaurante de barrio. Sería solo eso de no ser porque lo adornan maniquíes con pelucas de colores y vestidos de telas brillantes. Al fondo cae un telón que se abrió por primera vez en la pandemia, cuando el actor colombiano Ricardo Vesga quiso hacer del teatro un espacio sencillo, donde pudiera estar más cerca del público.
“Me embarqué en la locura de tener una sala de teatro como espacio de creación independiente y formación donde pudiéramos llegar a la gente en una ciudad tan caótica como esta”, afirma Vesga, profesor de artes escénicas. Funciona de jueves a sábado con temporadas de teatro infantil y obras para adultos, incluyendo puestas en escena de la comunidad LGBTIQ+, a un precio promedio de 35.000 pesos (unos ocho dólares). El teatro cabaret forma parte del distrito creativo y diverso La Playa, que comprende el polígono entre las calles 53 y 61, y las carreras Séptima y 15, en la localidad de Chapinero. Es uno de los 15 distritos creativos que tiene la capital del país.
A pocas cuadras, un grafiti le da vida al que antes era un portón negro en el fondo de un callejón. Si los curiosos se detuvieran, encontrarían la tienda de Ledania, o Diana Ordóñez, una muralista bogotana de 35 años que ha dejado su marca de arte urbano en ciudades de América, Asia y Europa. En una acogedora casa cubierta de tonos vibrantes, expone ropa vintage, tapetes y muebles con trazos improvisados. “También hay colaboraciones para visibilizar a otros artistas o emprendedores”, explica Valeria Castañeda, promotora de la artista que ha representado a Colombia en festivales de países como Canadá y Estados Unidos.
Del mundo urbano de colores a otro más abstracto hay unos cuantos pasos. En Artestudio, otro de los lugares del distrito creativo diverso, el coreógrafo y director artístico Ricardo Rozo lidera el ensayo de un grupo de jóvenes que se contorsionan alrededor de piezas de madera y otros objetos distribuidos en las habitaciones y pasillos de un inmueble de tres pisos.
Restan pocas semanas para abrir al público la próxima obra coreográfica, en la que los asistentes se desplazan junto a los bailarines por un escenario no convencional que integra danza y artes plásticas. “El mundo está hecho de objetos y es con lo que el cuerpo se está relacionando todo el tiempo: escaleras, mesas, camas. Es una relación conflictiva porque toca negociar el espacio del objeto y el cuerpo que es lo que se intenta hacer en la coreografía, crear una dramaturgia de los cuerpos en torno a la forma de los objetos”, explica Rozo, con más de tres décadas de experiencia artística entre Colombia, Suiza y Francia.
Los distritos creativos son zonas donde convergen el arte, la cultura y el emprendimiento para la transformación social y económica de la ciudad, reconocidos oficialmente desde el año 2020. La mayoría ha surgido de forma espontánea en sectores como San Felipe, Teusaquillo y La Candelaria-Santa Fe. Otros, como el del Bronx ―el que fuera por varios años, a comienzos de este siglo, el más grande centro de expendio y consumo de drogas de la ciudad―, empiezan a consolidarse como resultado de políticas públicas. Alejandro Franco, director de Economía, Estudios y Política de la Secretaría Distrital de Cultura, sostiene que en la mayoría de ciudades suelen ser zonas deprimidas que los gobiernos intervienen con grandes proyectos de renovación urbana. “En Bogotá creamos una categoría de distritos creativos espontáneos, donde ya existe esa vida cultural, una aglomeración natural. El Estado llega a preguntar qué necesitan para potenciar lo que ya ocurre”, señala.
La estrategia incluye la realización de actividades públicas y la entrega de estímulos en convocatorias dirigidas a establecimientos que conforman estos espacios. El gestor cultural Andrés Cárdenas destaca que la sostenibilidad es uno de los componentes en los que más se requiere apoyo para conservar procesos y saberes. “Los espacios autogestionados aportan un montón a la ciudad porque, a diferencia de los equipamientos públicos, no solo permiten una exhibición, sino una etapa de investigación, creación, ensayo y ensamble”, subraya.
El distrito diverso se reconoce como el más inclusivo, donde también cabe la rumba segura y libre de discriminación. En el corazón de esa zona de contrastes está ubicado Theatron, un antiguo teatro que desde hace un par de décadas es una ciudadela nocturna de 7.500 metros cuadrados con 18 ambientes distintos a donde llegan hasta 10.000 almas a lo largo de un fin de semana. Los asistentes se sumergen en el diseño y el sonido envolvente de ritmos que pasan por la electrónica, el reguetón, la salsa y hasta la ranchera en cantinas. El mayúsculo despliegue genera empleo a 387 personas, incluidos disc jockeys, escenógrafos, coreógrafos y maquilladores.
Chapinero es una localidad tan heterogénea que se pueden percibir mundos distintos con solo cruzar una calle. La Secretaría Distrital de Cultura planea ampliar el polígono del distrito creativo diverso de la carrera Séptima hacia los cerros, en la zona más oriental. De ese costado de la emblemática vía, un grupo jóvenes también promueve la oferta gastronómica y cultural del barrio. Sebastián Benítez, uno de ellos, resalta la importancia de unir esfuerzos de ciudadanos e instituciones. “Es necesario hacer este trabajo articulado para que las ideas se potencien, que no se bloqueen del lado administrativo y se le pongan trabas, sino, por el contrario, poder sacarle el jugo a las iniciativas ciudadanas para dinamizar la economía que es lo que necesita la cultura”, dice el ingeniero civil con estudios en urbanismo y diseño sostenible.
La Cuenta Satélite de Cultura y Economía Creativa de Bogotá, una publicación anual con datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), muestra que este sector genera más de 168.000 empleos en la capital. El valor agregado de la cultura y la economía creativa en 2021 superó los $13 billones de pesos, 14% más que en 2020. “La economía cultural le deja a Bogotá casi el 6% del PIB, a diferencia de otras capitales de la región. Somos la ciudad de América Latina con más distritos creativos”, celebra Franco.
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