‘Contra-política’, arte sobre la sombra alargada del narcotráfico

Miguel Ángel Rojas, Jorge Julián Aristizábal, Camilo Restrepo y Carlos Castro presentan esta exposición colectiva en la Galería La Cometa, de Bogotá

Obra Juegos Finitos del artista Camilo Restrepo, en Galeria La Cometa en Bogotá, el 21 de febrero de 2023.Chelo Camacho

Colombia ha vivido bajo la sombra alargada del narcotráfico que lo oscurece todo. Ha marcado las últimas décadas del país, modificó la vida cotidiana, la cultura y también las decisiones del Estado. El coleccionista de arte antioqueño Rafael Londoño llevaba años pensando en cómo el surgimiento del narcotráfico marcó a los artistas, cuáles fueron los efectos sicológicos y cómo se expresa en sus obras. Decidió juntar a cuatro que crecieron bajo esa realidad y que lo han abordado desde distintas técnicas y perspectivas. Muchos colombianos, dice, tienen pánico al sonido de las motos que pasan cerc...

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Colombia ha vivido bajo la sombra alargada del narcotráfico que lo oscurece todo. Ha marcado las últimas décadas del país, modificó la vida cotidiana, la cultura y también las decisiones del Estado. El coleccionista de arte antioqueño Rafael Londoño llevaba años pensando en cómo el surgimiento del narcotráfico marcó a los artistas, cuáles fueron los efectos sicológicos y cómo se expresa en sus obras. Decidió juntar a cuatro que crecieron bajo esa realidad y que lo han abordado desde distintas técnicas y perspectivas. Muchos colombianos, dice, tienen pánico al sonido de las motos que pasan cerca por el recuerdo de los sicarios, o andan con las llaves en la mano listas para entrar rápido a sus casas. “Cargamos con las cicatrices de un Estado fallido”, resume. “Yo quería mirar las cicatrices; no el Estado fallido”.

Así nació Contra-política, una exposición colectiva que se presenta en la galería La Cometa y que, en palabras de Londoño, su curador, “es un viaje del dolor a la ironía” de la mano de Miguel Ángel Rojas, Jorge Julián Aristizábal, Camilo Restrepo y Carlos Castro. “Lo que nos interesaba es la contra-política como ese momento en el cual el Estado o los gobiernos dejan de cumplir al pueblo y empiezan a hacerlo a intereses privados, oscuros”, dice. Aunque pone como punto de partida los años 80, aclara que la exposición no es otro ejercicio de memoria sobre el narcotráfico.

“Me interesaba más entender el efecto que tuvo en los colombianos que hemos crecido bajo esta sombra y me puse a esculcar, en el buen sentido, en el cajón de estos artistas. ¿Qué obras reflejaban su emocionalidad frente a este tema y nos mostraban quiénes somos?”.

Visitante de la exposición Contra-política se toma una foto en Galeria La Cometa en Bogotá, el 21 de febrero de 2023Chelo Camacho

El resultado fue una exposición colectiva que demuestra la vigencia del problema: tiene obras de hace 40 años y otras hechas hace un par de meses. Con una mirada intergeneracional, se puede recorrer en círculos, como la relación de los colombianos con el narcotráfico. “No es una muestra de producción actual sino de pensamiento actual a través del tiempo”, dice Londoño.

Contra-política no es un espacio denso, sino que permite guiños a la risa. Algunas obras son, dice Londoño, “mamaderas de gallo buenísimas”. “La exposición muestra la capacidad que hemos tenido los colombianos de reírnos de nosotros mismos para poder trascender nuestro dolor, como un arma contra toda esta locura que vivimos”, agrega. EL PAÍS conversó con los cuatro artistas para hacer un recorrido por Contra-política en sus palabras:

Miguel Ángel Rojas: base y columna de la sociedad

Miguel Ángel Rojas (1946) lleva décadas preguntándose sobre los caminos de la hoja de coca desde cultivo ancestral hasta producto de consumo. Los recorre en El Camino Corto, un díptico hecho con recortes de la hoja y billetes de dólar. En uno presenta nombres de famosos que la consumen; en el otro, alias de los narcos que la transportan. Se observa también en At the other side, donde hay un campesino hecho con puntos de hoja de coca; en la instalación Gringos, que presenta hojas de coca perforadas por insectos que los campesinos llaman jocosamente gringos, “porque se las comen”; o en Base y Columna, una metáfora sobre cómo sostienen a la sociedad colombiana.

“Empecé esta preocupación en 1986 con la obra La noche. Era una dosis de cocaína encapsulada debajo de resina y sobre una foto negra. Al oxidarse la cocaína se formaron unos pequeños gránulos. Era una metáfora de los momentos y la vida de un consumidor. Me sirvió de sublimación, fue un acto de limpieza y sanación que me dio fuerza para abandonar y autoridad para pensar que la responsabilidad de esta guerra tremenda que vivimos está en el consumidor y en el consumo sofisticado en el primer mundo”, dice.

Para Rojas, también autor de Broadway, (una instalación de un camino de hormigas que cargan hojas de coca que hablaba de las mulas y de la migración), “el arte tiene la posibilidad, a través de la simbología, de hacer que la gente piense las cosas de otra manera, comunicarse de una forma que a veces no logra el documento o el reportaje”.

Jorge Julián Aristizábal: 1.94 cm de línea de coca

En el segundo piso de la exposición una aspiradora con una particular bandera de Colombia, hecha a pedazos, recorre la sala y recoge el mugre del país. A su lado está el acrílico sobre lienzo Colombia es un pastel, y cerca un ‘sagrado corazón de Jesús’ con capucha, El Incorruptible. “Quería crear una obra que estorbe, que golpee al público y que fuera una metáfora de las aguas negras de la corrupción”, dice Jorge Julián Aristizábal (1962) sobre su escultura Aspiraciones.

Aristizábal creció, como muchos colombianos, con una imagen del sagrado corazón en la sala de la casa. “Era el ojo vigilante, no lo podíamos hacer quedar mal. Pero empecé a preguntarme en qué momento se perdió. ¿Será que es corruptible? Me cuestionaba la posición de la Iglesia en esta historia de narcotráfico y violencia”. El Incorruptible comparte paredes con otros personajes - políticos, guerrilleros, paramilitares- que aparecen en las páginas de los periódicos y que él clasificó por colores. “No quiero educar, solo hacer una observación sutil para hablar de la complejidad de la política colombiana”.

El artista ha medido su altura en cocaína, como se ve en 1.94 centímetros de línea, que está en Contra-política. En 2006, mientras vivía en el exterior y comenzó a recibir muchas noticias sobre narcotráfico, se puso a pensar cuánto valdría cada colombiano en cocaína. Hizo líneas de cocaína su altura. “Por regla matemática saqué cuántos gramos vengo siendo yo. En ese momento en Nueva York el gramo valía 60 dólares”, cuenta. Así, él valía 18,8 millones de pesos de la época. “Quería involucrarme en el problema y terminé también haciendo un auto retrato conceptual”.

Camilo Restrepo: Narcos ‘Fashion Police’

Camilo Restrepo (1973) es recordado por aTonOfCoke, en la que vendió una tonelada de imágenes digitales de cocaína para revelar la especulación en los mercados del arte, del narco y del blockchain. Una versión de ese trabajo está en esta exposición colectiva, pero no es la única que se destaca.

En un enorme muro se observa su reciente trabajo Fashion Police, una sarcástica mirada a cómo el narcotráfico cada vez se celebra más como se hace el mundo de la moda. Restrepo, un artista obsesivo, guardó durante cinco años las fotos que la Policía publicaba de narcotraficantes capturados. Recreó la de alias ‘Otoniel’, Dies for Success, o la de alias ‘Tom’, que llevaba una camiseta de marca de lujo Dsquared2, entre otras. “Es como un desfile de modas narco. Llevan ropa costosa con la que alardean”, dice para reforzar su crítica a la guerra contra las drogas y a la necesidad de mostrarse perfectos aún en una captura.

Obra Un buen muerto del artista Camilo Restrepo, en Galeria La Cometa en Bogotá, el 21 de febrero de 2023Chelo Camacho

Con esa misma lógica de revisar archivos y acumular, coleccionó durante todo un año los nombres de los alias que se difundieron en Colombia. No solo los presentó, también hizo una base de datos en la que los clasificó por el número de veces que fueron mencionados en los medios de comunicación.

En Contra-política se puede ver también Un buen muerto, una obra que le fue censurada en Medellín. Un hipopótamo en impresión 3D reposa en el centro de un salón, rodeado de pegatinas con la imagen de Pablo Escobar interpretado por el actor Andrés Parra. En cada una está la frase ‘Mátenlos a todos’; en una pared blanca, la frase ‘Un buen muerto’, pronunciada por el expresidente Álvaro Uribe. “Gracias a la prohibición de las drogas y las extraordinarias ganancias que pone en las manos de los narcos, las actitudes mafiosas se han impuesto en Colombia”, escribe el artista. “Exterminar al que obstruye el camino se ha convertido en paisaje y celebración”, continúa y se refiere a la actualización de la frase “más buen muerto que un hijueputa”, que dijo un excongresista a Pablo Escobar cuando mataron a Luis Carlos Galán.

Carlos Castro: Simón Bolívar sobre un hipopótamo

Carlos Castro (1976) es el artista más joven de Contra-política. Su mirada refleja el sarcasmo y la ironía más pura. Su trabajo consiste en la apropiación de una estética europea de El Arca de Noé actualizada con las imágenes propias del narco en Colombia: el hipopótamo, el narcotraficante Carlos Ledher, entre otros.

“De niño fui de niño a la Hacienda Nápoles y recuerdo los animales sueltos, pero también viví la época de las bombas”, dice. “Con estas obras me interesa hablar de esos hechos concretos, pero también ver las relaciones con el pasado. Pienso, por ejemplo en la Narco Arca de Escobar en el mito de que en un solo avión se trajeron animales que convivieron en santa armonía”.

En esa misma relación de lo antiguo y sacralizado con la realidad colombiana, juega a reinterpretar símbolos. Así, presenta una escultura de una corona de laurel hecha con navajas y cuchillos recogidos por la Policía de Bogotá o pone a Simón Bolívar cabalgando sobre un hipopótamo, una imagen que inevitablemente recuerda lo más largo de la sombra de Escobar.

Rafael Londoño, curador de la exposición Contra-política, con la obra: Democracia, en el fondo, de Carlos Castro.Chelo Camacho

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