Clemencia Carabalí: “Las mujeres tenemos que jugar un rol importante en las negociaciones de paz”

La Consejera Presidencial para la Equidad habla de los enormes desafíos para hacerle frente a la violencia que sufren las mujeres en Colombia

Clemencia Carabalí Rodallega, Consejera presidencial para la Equidad de la Mujer, en la Casa de Nariño, en Bogotá (Colombia), el 22 de noviembre de 2022.Juan Felipe Rubio

Clemencia Carabalí Rodallega (Cauca, 52 años) es en esencia una sobreviviente. Ahora ejerce como Consejera Presidencial para la Equidad de las Mujeres, pero siempre ha sido una reconocida lideresa social en el norte del Cauca, que en 2019, junto a la vicepresidenta Francia Márquez, sobrevivió a un atentado con artefactos explosivos. Antes acumuló casi una decena de amenazas de muerte a raíz de los más de 30 años de lucha por su comunidad. Carabalí cuenta que en ...

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Clemencia Carabalí Rodallega (Cauca, 52 años) es en esencia una sobreviviente. Ahora ejerce como Consejera Presidencial para la Equidad de las Mujeres, pero siempre ha sido una reconocida lideresa social en el norte del Cauca, que en 2019, junto a la vicepresidenta Francia Márquez, sobrevivió a un atentado con artefactos explosivos. Antes acumuló casi una decena de amenazas de muerte a raíz de los más de 30 años de lucha por su comunidad. Carabalí cuenta que en las primeras charlas con Márquez, después de su victoria, le expresó la intención de seguir en su territorio, pero los planes de la vicepresidenta eran otros. Quizá porque conoce la experiencia de Clema, como la llaman cariñosamente, abogando por los derechos de las mujeres desde que en los años noventa lideró la creación de la Asociación de Mujeres de Buenos Aires, un grupo de 200 mujeres que por años fue referente de construcción de paz.

El nombramiento la tomó por sorpresa, pero Carabalí decidió asumirlo porque confía en que es un espacio en el que puede poner su experiencia al servicio de una vida libre de violencia para las mujeres y las comunidades marginalizadas, como en la que creció y por las que ha arriesgado la vida. La Consejera recibe a EL PAÍS en su oficina en la Presidencia, donde en medio de las dificultades propias de la ‘burocracia’ ―que señala ya le ha dado varios “dolores de cabeza”―, ha consolidado un equipo de confianza que será su apoyo en una de las tantas tareas que tiene por delante: lograr un cambio real en la vida de las mujeres a través de una articulación real y eficaz entre las entidades del Gobierno.

Pregunta. ¿Qué significa para usted que una mujer negra y caucana sea la Consejera Presidencial para la Equidad de la Mujer?

Respuesta. Para mí es un reconocimiento a los territorios que han liderado por mucho tiempo la construcción de paz, territorios con poca presencia integral del Estado y en donde hemos sentido el rigor de la guerra. Es una oportunidad para hacer realidad eso por lo que hemos venido trabajando toda la vida, para que caminemos hacia una sociedad con mayor justicia social, con mayor inclusión. Eso es lo que me mueve y eso es lo que me tiene aquí. Si bien es un reto por las expectativas que hay en todo el país y de manera particular en nuestras comunidades, nos invita a trabajar con un compromiso férreo porque nos debemos a esas comunidades. Nos debemos a la ilusión de cambio que tiene la gente.

P. ¿Qué opina de los comentarios racistas que ha recibido la vicepresidenta, una mujer negra como usted?

R. Son parte de la discriminación estructural que se vive en el país. Nuestra presencia en estos espacios y el racismo que se han presentado contra nosotras debería prender una alarma, en el sentido de que esas discriminaciones deben erradicarse. Las violencias hacia las mujeres y hacia los grupos étnicos no deben tolerarse. Asimismo, es una oportunidad para revisar las leyes y acabar con la impunidad. Que esos discursos tengan una sanción efectiva evitando que a generaciones futuras les pase lo mismo.

P. Frente a su nueva labor, ¿cuáles serán las acciones estratégicas de la consejería para frenar la violencia contra las mujeres?

R. La Consejería tendrá un enfoque territorial significativo por las implicaciones que ha tenido el conflicto en la vida de las mujeres, más que todo en territorios con fuerte presencia de mujeres racializadas y marginalizadas, sin que esto signifique que no vamos a trabajar a lo largo y ancho del país. Igualmente, contaremos con un enfoque de inclusión. Tiene que existir la posibilidad de trabajar con las mujeres en su diversidad: negras, indígenas, de sectores populares, de la academia, de la población LGTBIQ+, en condición de discapacidad. Otro enfoque central será el diálogo, la concertación, que nos podamos estar escuchando porque es la única manera de conocer las necesidades reales de las mujeres.

P. La semana pasada se instalaron en Caracas los diálogos entre el Gobierno y el ELN. ¿Cómo van a promover la participación de las mujeres en esa negociación?

R. Tenemos mucha fe en las tres mujeres que ya hacen parte del equipo negociador. Son mujeres que conocen lo que significa la guerra en nuestro país, especialmente en la vida de las mujeres, en nuestros cuerpos y en nuestros proyectos de vida individuales, familiares y comunitarios. Confiamos en que sus aportes van a poner en un lugar superior esos intereses.

P. Precisamente para avanzar en esa participación, la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU es clave. ¿Cómo avanza el plan de acción para implementarla?

R. De la mano de la viceministra de Asuntos Multilaterales, Laura Gil, hemos avanzado para que el próximo año podamos presentarle a la ONU ese plan de acción, una hoja de ruta de cómo las mujeres utilizaremos esa herramienta para los ejercicios de construcción de paz. Para eso requerimos articular con las instituciones y consolidar un equipo que haga presencia en los ministerios para facilitar dicha labor. Una de las misiones de la Consejería es esa: la articulación. Tenemos que asegurar la participación de las mujeres en todos los niveles, desde los territorios más excluidos hasta las grandes ciudades.

P. Según varias oenegés, Colombia es el segundo país con más altos índices de violencia de género en la región y registra cifras de impunidad de alrededor del 90% ¿Qué planea la Consejería para mitigar esas alarmantes cifras?

R. La impunidad genera reincidencia porque no hay sanciones ejemplares. Aún hay numerosas barreras para el cumplimiento de la ley. Aspiramos que, en el marco del Pacto por la prevención y la atención de la violencia contra las mujeres, junto a los entes responsables de la garantía de los derechos de las mujeres como la Fiscalía y el Congreso, podamos revisar las leyes e identificar qué se necesita para que sean efectivas a la hora de aplicar sanciones en las violaciones graves a los derechos de las mujeres. Eso implica un trabajo muy fuerte con el Ministerio de Justicia y con los entes de control, para que exijan de manera eficaz el cumplimiento de la ley.

P. El expresidente Iván Duque dejó una deuda con las mujeres: el Sistema nacional de cuidados ¿Cuál es su plan para saldar esa deuda?

R. Aspiramos a que el Sistema haga parte del Ministerio de la Igualdad, así que hemos empujado para que se apruebe la ley que crea esa cartera. Mientras tanto, estamos estudiando cómo tiene que ser ese Sistema. Debe ser incluyente; no es lo mismo tener un sistema de cuidado en la ciudad, con su infraestructura, que tenerlo en otros territorios. Eso es un desafío, ya que en nuestros territorios carecemos de vías, de puentes, de conectividad. Es necesario pensar cómo crear un sistema que tenga en cuenta las particularidades territoriales y las de los pueblos étnicos. Hay que construirlo con participación de todos los sectores sociales.

P. ¿Cuál es su reflexión para los primeros 100 días de Gobierno?

R. Han sido 100 días de Gobierno, pero 60 de Clemencia al frente de la Consejería. Para mí han sido días muy esperanzadores. Tengo la ilusión de que mi trabajo aporte al cambio, a lograr una Colombia potencia mundial de la vida. En lo personal ha significado grandes retos como no estar con mi familia, estar lejos de mi comunidad y estar en una ciudad fría y con una sociedad bastante individualista. Sin embargo, yo la di toda por el cambio y creo que puedo aportar las capacidades que hemos desarrollado durante tanto tiempo en el ejercicio de la defensa de los derechos humanos.

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