La osadía, bien o mal entendida
El húngaro Papp sacrifica un peón, una pieza y después se queda con una torre menos para ejecutar un ataque preciso rematado con gran elegancia
La osadía y la insensatez están separadas a veces por una raya muy fina, pero en otras ocasiones hay una franja muy ancha que las delimita. En la trepidante y muy bella partida de este video se pueden apreciar ambos casos. Gabor Papp (Hungría, 1987) sigue con cierta osadía los principios clásicos del ajedrez dando preferencia al desarrollo armónico de sus piezas y aceptando el riesgo que implica sacrificar material en grandes cantidades para lanzar un furibundo ataque al rey. Su audacia se sustenta en sólidos cimientos estratégicos y virtuosismo táctico.
Enfrente, Constantin Lupulescu (Rumanía, 1984) va engullendo todos los cebos que Papp le ofrece, a pesar de que su rival es de un nivel técnico similar al suyo y de que la fuerza del ataque es evidente. En planteamientos así suele haber un momento donde el bando atacado puede echar el freno en su vorágine glotona y soltar lastre, devolviendo el material de ventaja, para estabilizar la posición mientras el adversario recupera lo entregado. Pero Lupulescu sigue corriendo hacia el patíbulo, y su osadía se torna suicida, con una ejecución bella y muy elegante.