El error como madre del arte

El gran maestro británico Gawain Jones demuestra la eficacia de un sacrificio de alto riesgo y a largo plazo que las máquinas no aplauden

Gawain Jones (Inglaterra, 1987) apareció en la portada de The Guardian a los 9 años porque era el vencedor de un maestro internacional más joven de la historia. Eso hoy ya es una noticia frecuente: la influencia del entrenamiento con computadoras muy potentes ha producido una lista de niños de 8 años que tumban a grandes maestros.

Pero en 1997 sólo multinacionales como IBM podrían disponer de los módulos de análisis como Deep Blue (verdugo de Gari Kaspárov ese mismo año) que calculan millones de jugadas por segundo y corren hoy en un teléfono móvil. Jones fue un niño prodigio educado en el ajedrez humano, no en el de silicio. Por eso se atrevió, en 2016, a realizar un sacrificio de dama de alto riesgo y a largo plazo que no funcionaría contra una máquina, pero sí frente a un rival de carne y hueso. La valentía con que Jones deleita en ese vídeo nos recuerda que, en ajedrez, la belleza es hija del error. Por eso, las partidas entre humanos harán vibrar a los aficionados por los siglos de los siglos.

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