Niepómniashi cura su trauma al ganar el quinto asalto del Mundial de ajedrez tras perder el cuarto
El ruso castiga las inexactitudes de Ding con gran contundencia y domina por 3-2 a falta de nueve partidas
Recuperarse de una derrota era su gran punto débil, pero ya no. Ian Niepómniashi logró este sábado un triunfo de enorme valor psicológico al ganar la quinta partida del Mundial 48 horas después de perder la cuarta. Liren Ding, impreciso en varios momentos clave, no pudo soportar la presión del ruso, quien domina por 3-2 el duelo que ambos disputan en Astaná (Kazajistán) con dos millones de euros en premios. El chino tendrá la iniciativa de las piezas blancas...
Recuperarse de una derrota era su gran punto débil, pero ya no. Ian Niepómniashi logró este sábado un triunfo de enorme valor psicológico al ganar la quinta partida del Mundial 48 horas después de perder la cuarta. Liren Ding, impreciso en varios momentos clave, no pudo soportar la presión del ruso, quien domina por 3-2 el duelo que ambos disputan en Astaná (Kazajistán) con dos millones de euros en premios. El chino tendrá la iniciativa de las piezas blancas en la sexta este domingo.
El día transcurría propicio para una tormenta mental, porque afuera era horrible: un viento huracanado a siete grados bajo cero barría la superficie de un manto de nieve que abrigaba las orillas del río Ishim bajo un cielo brumoso y gris oscuro. Y para que el contexto fuera aún más agresivo, resultó que el saque de honor correspondía a un boxeador aficionado al ajedrez, el kazajo Sérik Sapíyev, campeón olímpico y bicampeón del mundo. Como era de esperar, dijo que le encanta el chess-boxing, un deporte de cierto éxito en algunos países, que combina partidas relámpago con asaltos en el ring.
Pero bastaba mirar la cara y la actitud de Niepómniashi desde los lances iniciales para saber que el ajedrez y el boxeo estaban mezclados en su mente, como explicó en un tuit David Llada, jefe de Comunicación de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), tras hacer fotos al ruso desde muy cerca: “Paseaba en círculos alrededor de la mesa como un tiburón, fijando totalmente la mirada en Ding, y no en el tablero”.
La anécdota no era baladí, porque mantenerse a flote tras una derrota ha sido el punto débil del segundo del mundo desde que era juvenil. En el Mundial anterior (diciembre de 2021 en Dubái), Niepómniashi empató muy bien las primeras cinco partidas con el noruego Magnus Carlsen, pero se derrumbó tras perder la sexta. En el Torneo de Candidatos (Madrid, julio de 2022), no perdió ninguna de catorce, pero su miedo a la derrota rozaba la patológico, a juzgar por su cara y la de sus analistas cuando el estadounidense Fabiano Caruana le apretó mucho, aunque luego fue tablas.
Si bien Niepómniashi había dicho a EL PAÍS siete días antes que aún no se ha decidido a trabajar con un psicólogo especializado en el deporte de élite, está claro que algo ha hecho para mejorar su enorme fragilidad en ese campo. El pánico a otra derrota lo habría incitado a buscar un empate rápido en esta partida para curar heridas y ganar tiempo. En lugar de ello, planteó la lucha para ganar, pero de manera inteligente y sin lanzarse a lo loco: una pequeña ventaja de espacio y mejor coordinación de sus piezas para atacar al rey.
Ding no cometió errores chirriantes, como en los dos primeros asaltos, pero sí una serie de imprecisiones, aprovechadas por su rival para presionar cada vez más fuerte, hasta que se derrumbó, tras cuatro horas y cuarto de combate. La mejor versión del ruso, a pesar del doloroso tropiezo del jueves, doblegó con claridad a un Ding muy deficiente si se compara con su exhibición de poderío de dos días antes.
Para subrayar la notable importancia psicológica de su victoria y su ansia de revancha, Niepómniashi mezcló el humor con unas gotas de crueldad en la conferencia de prensa: “Ayer [por el viernes, día de descanso] eché de menos a Ding”, afirmó con media sonrisa. Mientras tanto, afuera ya no nevaba, el viento se había calmado y aparecían unos rayos de sol tan tímidos como Ding, quien, una vez más, fue muy sincero: “Esta derrota me duele más que la de la segunda partida”. Aquel día, el asiático reconoció que estaba “deprimido”, pero luego se recuperó como si le hubieran inyectado un litro de café intenso. Ahora afronta otra prueba de fuego.
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