Nippon Steel promete más inversiones para intentar desbloquear la compra de US Steel
La compañía japonesa trata de vencer la resistencia política y sindical con un plan de futuro para la histórica acería estadounidense
El proteccionismo económico, el nacionalismo, la desconfianza y los cálculos electorales se han interpuesto en el camino de la compra de la histórica siderúrgica US Steel por parte de la japonesa Nippon Steel. Los accionistas respaldaron en abril por abrumadora mayoría una operación anunciada en diciembre del año pasado, pero que sigue bloqueada. Para tratar de vencer la resistencia política y sindical a la operación, la firma japonesa ha redoblado sus promesas inversoras. Sin embargo, una autorización antes de las elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre parece ciencia ficción.
La empresa se compromete a invertir al menos 1.000 millones de dólares a mejorar el tren de laminación en caliente de la planta de Irvin, en el área de Pittsburgh, así como otras instalaciones de Mon Valley Works, en Pensilvania, y unos 300 millones de dólares a mejorar uno de los altos hornos de Gary Works, en Gary (Indiana). Además, Nippon Steel asegura que sigue viendo numerosas oportunidades de transferencia de tecnología a la firma estadounidense tras el cierre de la transacción para reducir la huella medioambiental y prolongar la longevidad de sus instalaciones representadas.
“Las inversiones anunciadas hoy son importantes inversiones de crecimiento y representan un gasto de capital adicional que ampliará la vida productiva de dos de los activos integrados críticos de US Steel y mejorarán la seguridad del suministro de acero a los fabricantes estadounidenses”, ha indicado el gigante japonés a través de un comunicado. Las inversiones son adicionales a los 1.400 millones de dólares comprometidos previamente por Nippon Steel, que se destinarán al mantenimiento y otras inversiones de capital necesarias en las instalaciones existentes
La empresa japonesa indica que como resultado de la operación, US Steel y todas sus instalaciones se beneficiarán de los importantes esfuerzos de I+D de Nippon Steel (unos 500 millones de dólares anuales), su experiencia global, su conocimiento de los altos hornos y su sólida posición financiera. Esto incluye compartir la tecnología de Nippon Steel que ha demostrado reducir las emisiones de carbono en un 33% en un alto horno de prueba y los avances en tecnologías de captura y almacenamiento de carbono, entre otros beneficios medioambientales.
“Las inversiones anunciadas hoy contribuirán a que las instalaciones de altos hornos de U.S. Steel sean más productivas y sostenibles desde el punto de vista medioambiental, ya que pretendemos suministrar a los clientes estadounidenses productos de acero de la máxima calidad fabricados en Estados Unidos y alimentados por trabajadores estadounidenses, al tiempo que aseguramos el suministro de acero estadounidense para el futuro”, ha indicado Takahiro Mori, vicepresidente de Nippon Steel.
US Steel tiene su sede en Pittsburgh, Pensilvania, uno de los Estados que decidirán el próximo presidente en las elecciones del 5 de noviembre. El actual inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, ya mostró su rechazo rotundo a la operación: “Es importante mantener empresas siderúrgicas estadounidenses fuertes impulsadas por trabajadores estadounidenses. Dije a nuestros trabajadores del acero que les cubría las espaldas, y lo dije en serio”, tuiteó en marzo. “US Steel es una empresa estadounidense emblemática desde hace más de un siglo, y es vital que siga siendo de propiedad y gestión nacionales”, añadió. Kamala Harris no se ha pronunciado por ahora sobre la cuestión, pero lo previsible es que mantenga esa misma oposición, dado el rechazo de los trabajadores a la operación y la importancia de Pensilvania en las elecciones. Donald Trump también rechaza la operación.
Nippon Steel no ha logrado convencer de las bondades de la operación a United Steelworkers (USW), el sindicato de trabajadores siderúrgicos. Su presidente “Nippon habla mucho, pero al fin y al cabo, un comunicado de prensa no es un contrato”, ha contestado este jueves su presidente, David McCall, tras el anuncio de nuevas inversiones. “Incluso cuando habla de boquilla sobre una de las preocupaciones constantes del sindicato, Nippon sigue eludiendo las aportaciones del USW”, añade, señalando, en realidad, a los directivos de la firma estadounidense que han negociado la venta a la japonesa: “Estos son los mismos directivos que rompieron el compromiso de invertir en Mon Valley y en su lugar compraron Big River, que han vetado una operación del USW tras otra, y han roto la confianza con sus trabajadores”, añaden
“No podemos fiarnos de lo que nos dicen USS y Nippon, pero la verdad sigue estando clara: Nippon sigue intentando esconderse detrás de su empresa fantasma norteamericana para escudarse en sus obligaciones contractuales con los jubilados y nuestras comunidades, y sigue teniendo que responder a preocupaciones acuciantes sobre nuestras cadenas de suministro críticas y la seguridad nacional. Esto es solo una muestra más de lo que hemos visto siempre: muchas palabras, ningún cambio real”, concluye el comunicado del sindicato.
El cierre de la operación depende de lograr una autorización del Departamento del Tesoro. Nippon Steel insiste en que espera cerrar la compra antes de fin de año, pero se antoja muy complicado que el Gobierno de Joe Biden la autorice antes de las elecciones y no es fácil que lo haga después. El plan inversor de Nippon Steel para las plantas estadounidenses es mucho más potente que el que tendría la empresa de forma independiente, pero el nombre de US Steel hace surgir sentimientos proteccionistas.
Aunque US Steel es una compañía centenaria y fue un gigante, su peso en la economía estadounidense ha decaído considerablemente. Además, hay otras empresas extranjeras, entre ellas la española Acerinox, con inversiones en el sector en Estados Unidos que nunca han resultado problemáticas. Japón es, además, un aliado estadounidense y el rechazo a la oferta es un gesto de proteccionismo que puede ser mal recibido en Tokio.
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