Señor Garamendi, no se pierda ‘Poquita fe’
Si la disfruta como debe, le costará luego mucho asistir a un foro de inversores e insultar a los vagos
El señor Carlos Garamendi, presidente de la CEOE, es un hombre muy ocupado que añora la cultura del esfuerzo. “¿Tú te crees que Carlitos trabaja 37 horas y media a la semana? No”. Se refería al tenista Alcaraz, por si la confianza del nombre d...
El señor Carlos Garamendi, presidente de la CEOE, es un hombre muy ocupado que añora la cultura del esfuerzo. “¿Tú te crees que Carlitos trabaja 37 horas y media a la semana? No”. Se refería al tenista Alcaraz, por si la confianza del nombre de pila en diminutivo induce a pensar que se refería a un esclavo bonachón y agradecido por los azotes.
No dudo de que Carlos Alcaraz vive, sueña, mastica, piensa y habla en tenis, pero quienes le aplauden en la grada o frente al televisor necesitan mucho tiempo libre. Si Garamendi es seguidor de Alcaraz (y la confianza del trato, ese Carlitos delator, lo señala como un forofo de primera), habrá derrochado mucho tiempo en ver sus partidos. El de Sinner en Roland Garros en junio duró más de cinco horas. Yo no soy un señor tan ocupado como Garamendi, pero no dispongo de cinco horas para perderlas viendo a dos señores en pantalón corto dando raquetazos.
Para que no se distraiga tanto de sus obligaciones y no caiga en el absentismo laboral que tanto detesta, el señor Garamendi necesita otra afición menos exigente que el tenis de Alcaraz. Le recomiendo que se enganche a Poquita fe, la mejor comedia española desde no recuerdo cuándo. Son capítulos de quince minutos, que se ven entre reunión y reunión, sin robarle tiempo a la jornada productiva. Así podrá disfrutar de un ocio de calidad sin caer en la molicie indigna de despanzurrarse cinco horas ante un partido de tenis.
El único inconveniente que le veo a Poquita fe es que, si la ríe a gusto, si la disfruta como debe, le costará luego mucho asistir a un foro de inversores e insultar a los vagos, maleantes y malvados trabajadores que solo quieren cobrar y cobrar y pegarse la vida padre con sueldazos mínimos sin dar un palo al agua. Poquita fe le enfrentará con la tragedia humana desde la risa más cómica. Y una vez que observas a la gente como gente, y no como variables numéricas de una hoja de Excel, ya no hay marcha atrás. Es un paso peligrosísimo que lleva a congeniar con los perezosos, los pícaros y los que no quisieran trabajar ni siquiera esas miserables 37 horas y media. Así que ojito, señor Garamendi: no diga que no se lo advertí si, después de un par de capítulos, en vez de sentarse a leer informes, lo que le pide el cuerpo es un tazón de colacao con magdalenas.