Haz lo que quieres

No entiendo que alguien utilice la IA para escribir, o para pensar en qué dibujar

Imagen de 'La historia interminable', dirigida por Wolfgang Petersen en 1984.

No soy la única profesora que se ha encontrado con la sospecha de estar corrigiendo trabajos hechos con Inteligencia Artificial (en concreto, con Chat GPT, la más reconocible de todas las IA). Cuando te topas con redacciones de estructura y sintaxis muy similares a los que reproduce cualquier consulta en Chat GPT no te queda otra que dudar. Unos párrafos sin digerir, lenguaje plano, reiteraciones con progresivos aumentos en extensi...

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No soy la única profesora que se ha encontrado con la sospecha de estar corrigiendo trabajos hechos con Inteligencia Artificial (en concreto, con Chat GPT, la más reconocible de todas las IA). Cuando te topas con redacciones de estructura y sintaxis muy similares a los que reproduce cualquier consulta en Chat GPT no te queda otra que dudar. Unos párrafos sin digerir, lenguaje plano, reiteraciones con progresivos aumentos en extensión y, sobre todo, ausencia de esas locuciones pomposas que tanto usan los estudiantes. Es muy difícil explicar, en una sociedad que premia la inmoralidad, que hay que tirar con lo que uno sabe hacer, sin hacer trampas.

A cada avance tecnológico le sigue un remedio; un tipo de programa crea la necesidad de otro tipo de programa más complicado, más voluminoso, para luchar contra las consecuencias del primero. Más y más código gastando, más y más electricidad para sustituir funciones pensadas para el disfrute de los humanos como, por ejemplo, escribir. No entiendo que alguien utilice la IA para escribir, o para pensar en qué dibujar. No entiendo que tu propia creatividad sea tan limitada que necesites un tacatá virtual para no caerte al suelo. No sé cuántos de mis alumnos se habrán ayudado de la IA, ni cuántos de los alumnos de la universidad, del instituto, del colegio, estarán echando mano de este atajo. Sé qué consecuencias va a tener, porque sé que ningún avance científico ha tenido un punto y final. Ha habido —y hay— puntos y aparte. Sé que nos volveremos un poco más tontos, y mucho más manejables. Quien te da atajos y facilidades suele querer algo de ti. Es muy difícil mantener la cabeza fría y saber cuándo la tecnología es un regalo y cuándo una condena.

He leído La historia interminable en más de 14 ocasiones (a partir de un momento dejé de contar las relecturas) y siempre que tengo una duda vital recuerdo la inscripción que Bastian, en la segunda mitad del libro, encontraba en el Auryn. “Haz lo que quieras”, decía. Es muy difícil hacer lo que uno quiera; para empezar, hay que saber qué se quiere. Meditar sobre las frases y las palabras es meditar sobre la existencia misma, es decir, hacerse preguntas. Quien se hace preguntas es humano. Escribir es una actividad humana. No es difícil ver qué se saca de no hacerse preguntas y dejar que otros hallen las respuestas por ti.

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