Liana Romero Swirski, “la espía de pata negra” más joven de la II Guerra Mundial, fascina a Broncano
De Chipiona a ‘La revuelta’, a sus 92 años, contó como se convirtió en la tapadera de su madre, apodada ‘La Reina de Corazones’
Este miércoles visitó La revuelta Liana Romero Swirski, de 92 años, hija de la espía Larissa Swirski, conocida como La Reina de Corazones. Directa desde Chipiona, “de sembrar geranios”, y con un vestido con varias fotos de su madre, esta mujer nacida en el año 1932 explicó a David Broncano cómo se convirtió en la espía más joven de la II Guerra Mundial.
Su madre nació en Odesa, que actualmente pertenece a Ucrania, y huyó cuando estalló la Revolución Rusa, razón por la que Liana nació en Cannes. De padre sevillano, en su casa se ha hablado ruso, francés, inglés y español. Sus progenitores se conocieron en esta ciudad francesa y, dice, se comprometieron el mismo día que se conocieron. “Fueron cinco horas de noviazgo y 55 años de matrimonio”, contó Liana.
Cómo se convirtieron en espías. “Estábamos en Ceuta porque mi padre estaba allí destinado. Mi madre tenía una amiga italiana y un día se fueron de compras a Tánger”, relató Liana. Y como si se tratase de una película, terminaron en el hotel donde se rodó Casablanca. Allí aparecieron dos hombres y uno de ellos, alemán, le mencionó que estaban invadiendo Rusia. “La quisieron reclutar porque hablaba seis idiomas, era inteligente y guapa”, contó. Y así fue como llegaron a un pacto: si su madre trabajaba como informante para los alemanes, podría recuperar sus propiedades en Rusia. “Cayó en la trampa y gracias a Dios está viva, bueno, estaba”, remató.
Curso de espionaje. Ceniza y limón fueron los ingredientes que utilizó su madre para comunicarse con los alemanes. “Escribía y aparecían unas letras naranjas que luego desaparecían. Enviaban eso por correo y la persona que lo recibía hacía lo mismo y con ayuda de algodón y los mismos ingredientes podía leer el mensaje”, detalló Liana. Al programa también llevó una cámara, la que utilizaba La Reina de Corazones para recabar información.
La tapadera de su madre. “Mi madre me entrenó desde muy joven. Yo tenía 11 años y me dijo: ‘Lo que veas y oigas, tú, callada”, señaló Liana, quien explicó que en realidad no tenía misiones como tal, sino que era la persona que acompañaba a su madre para que el resto no sospechara. David Broncano replicó: “Eras una tapadera”. Según contó esta acompañante de espía, su espíritu siempre fue curioso: “En Puente Mayorga, Algeciras, yo me sentía espía de pata negra. Me compré un pijama oscuro y por las noches saltaba por la ventana y me escondía en un bote que tenía para ver qué hacían los italianos”, dijo.
Lo del muelle de Gibraltar. Larissa Swirski y su hija Liana Romero vivieron su momento más complicado en una misión en la que su madre tuvo que sacar unas fotos del destrozo de varios barcos, algo que habían hecho supuestamente los italianos. Según contó Romero, su madre había guardado el carrete en un guante y la cámara la llevaba ella, una niña, en la bota. En esas circunstancias, un caballero se dirigió a su madre y le dijo: “No me habéis dejado gasolina para el mechero”. “Yo no sé si voy a salir viva de aquí”, le confesó su madre. La situación se complicó cuando las llevaron a las dos a un despacho y pidieron a su madre que se desnudase. “Se quedó con el sombrero, las bragas y los guantes. A mí ni me miró. Cuando salimos, mi madre me compró un kilo de chocolate”, relató.
La trampa de los nazis. Liana contó a Broncano que en aquel momento no tenían conocimiento de lo que estaban haciendo los nazis en los campos de concentración. Y que fue su tía, que vivía en París, quien avisó a su madre: “Tú estás loca. [En] los campos son de exterminio, el que entra no sale. Ahí no se concentran, ahí se elimina”. Razón que, según Liana, llevó a su madre a dejar de trabajar para los alemanes.
Lo de la Guardia Civil. La espía más joven confesó que le gustaba el uniforme de la Guardia Civil. “¿Hablamos de sexo?”, le dijo a Broncano, que se quedó tan fascinado con ella que decidió invitarle a volver al programa de La 1.