‘Los asesinatos de Midsomer’ o la buena educación
La serie, recuperada ahora por varias plataformas, refleja lo mejor de esa tradición británica en la ficción criminal televisiva
La serie Los asesinatos de Midsomer, que inició su emisión en 1997 y que ahora recupera Movistar Plus+, entre otras cadenas y plataformas, entronca con esa ya tradición de las series policíacas británicas en las que la buena educación de sus protagonistas y el distanciamiento del regodeo visual en las truculentas escenas sangrientas son sus principales rasgos distintivos. Naturalmente, hay canallas, maleantes, ladrones, descerebrados y asesinos, incluso algunos arist...
La serie Los asesinatos de Midsomer, que inició su emisión en 1997 y que ahora recupera Movistar Plus+, entre otras cadenas y plataformas, entronca con esa ya tradición de las series policíacas británicas en las que la buena educación de sus protagonistas y el distanciamiento del regodeo visual en las truculentas escenas sangrientas son sus principales rasgos distintivos. Naturalmente, hay canallas, maleantes, ladrones, descerebrados y asesinos, incluso algunos aristócratas, al fin y al cabo lo que pasa en un pueblo es el reflejo de lo que pasa en el mundo, y Causton, en el ficticio condado de Midsomer, no es una excepción. Será el inspector jefe Tom Barnaby (John Nettles), del Departamento de Investigación de Crímenes, con la ayuda de un leal y obediente sargento, los encargados de resolver los crímenes para tranquilidad de los lugareños.
Desde la muy activa inspectora jefa Vera, con su sempiterno gabán y sombrero, a los impecables Endeavour Morse y Fred Thursday o el inspector Alec Hardy y la sargento Ellie Miller, protagonistas de la excelente Broadchurch, entre otras, comparten con Barnaby el educado profesionalismo en un mundo turbio y cruel. Las historias de Midsomer están basadas en las novelas de Caroline Graham adaptadas a la televisión por Anthony Horowitz, y su aceptación popular se explica con un par de datos: se han rodado 23 temporadas con un total de 109 capítulos, metraje más que suficiente para analizar y exhibir la vida cotidiana de un pequeño pueblo inglés, desde las inevitables pintas de cerveza en el pub local a los concursos de jardines particulares o las regatas fluviales de remos por más que la maldad humana se empeñe en trastocar la idílica vida rural de ese bello y verde país.
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