‘Cómo mandarlo todo a la mierda’: un viaje sin rumbo fijo y sin mirar atrás
La serie de HBO Max es un retrato de la generación Z en España que logra innovar en el formato pero no profundizar en ninguno de sus personajes
Muchos son los personajes y poco el tiempo para su desarrollo, los que componen la nueva serie juvenil de HBO Max España. Cómo mandarlo todo a la mierda, compuesta de seis capítulos de poco más de 15 minutos, dura en total mucho menos que una película de la Marvel. Pero los límites de tiempo nunca han sido impedimento en el cine para lograr profundidad psicológica en sus protagonistas. No, al ...
Muchos son los personajes y poco el tiempo para su desarrollo, los que componen la nueva serie juvenil de HBO Max España. Cómo mandarlo todo a la mierda, compuesta de seis capítulos de poco más de 15 minutos, dura en total mucho menos que una película de la Marvel. Pero los límites de tiempo nunca han sido impedimento en el cine para lograr profundidad psicológica en sus protagonistas. No, al menos, en las buenas películas. Y menos aún en las que forman parte de un género como el de la road movie, concebido para construir un solvente arco argumental en torno a sus héroes.
La trama arranca con un grupo de adolescentes que deciden ocultar a sus padres que su viaje de fin de curso se ha cancelado en el último momento para lanzarse a la carretera sin rumbo fijo sin que ellos lo sepan. La protagonista, Alba, es una joven con muy poco que perder. Así que se acopla al plan elaborado por cinco de los chicos populares del instituto, un club al que no pertenece. Vive sin padres y con la única compañía de su hermano mayor, involucrado en asuntos turbios de los que ella es partícipe en contra de su voluntad. Cuando descubre que algunos de sus compañeros de clase van a viajar con la furgoneta robada del hermano de uno de ellos, se las ingenia para lograr un asiento en el vehículo.
La duración de sus episodios, el formato 4:3 en pantalla cuadrada y los pocos artificios a los que recurren sus responsables dejan claro que esta microserie quiere ser rupturista. Juega a su favor que, en efecto, es una propuesta que difícilmente puede verse en la mayoría de grandes plataformas y cadenas de televisión. Y que no parece probable que una mirada así de alternativa vaya a surgir de nuevo en HBO Max en un futuro a medio plazo, tras su reciente decisión de cancelar casi toda su producción europea. Aunque España se ha salvado de momento de esa quema, por el valor internacional de muchas de sus series en América Latina y en el Estados Unidos hispanohablante, ya han desaparecido de su catálogo títulos españoles de creación propia como Por H o por B (2020), en cierto modo emparentado con este estreno.
La veracidad con la que quedan reflejados los jóvenes personajes de Cómo mandarlo todo a la mierda se sitúa en un punto medio entre lo inverosímil de Élite (Netflix) y la solvencia de HIT (La 1). En sus pocos episodios, muestra un puñado de relaciones interpersonales que no trascienden su capa superficial. El relato se distrae en exceso con los múltiples problemas que surgen en este viaje improvisado, casi siempre resueltos de forma mecánica: a la protagonista, más acostumbrada a sacarse las castañas del fuego que el resto de sus acompañantes, le sobreviene una solución con la que sigue comprando su presencia en el grupo. Todo funciona bastante mejor cuando se trata de construir un retrato grupal, en torno a las formas y modos de la Generación Z, que ha visto cómo una sucesión de crisis de todo tipo ha mermado su libertad a lo largo de su corta existencia.
El problema en esta ficción creada por Pablo Sanhermelando (Alba) y el actor Jaime Olías es que sus pretensiones viajan como los adolescentes que aparecen en ella: sin rumbo fijo y sin mirar atrás.
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