Columna

Teatreros

Qué complicado sobrevivir en tu vejez si proclamas tu precaución o tu asco hacia los que manejan sus fatuas convicciones que imponen moda y poder

Rocío Carrasco, durante el concierto que rindió homenaje a su madre, Rocío Jurado, el 8 de marzo.Javier Lizón (EFE)

Recupero el grito y el susurro del ácrata más volcánico, poético y desolador. Se llamaba Leo Ferré. Otro rollo. Nada que ver con C. Tangana o Rosalía. Desprendía sensaciones y convicciones como " a no hay nada” o “soy de otro planeta que el vuestro, de otro barrio, de otra soledad”. O “la gente solo debería de conocerse cuando está disponible, a ciertas horas pálidas de la no...

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Recupero el grito y el susurro del ácrata más volcánico, poético y desolador. Se llamaba Leo Ferré. Otro rollo. Nada que ver con C. Tangana o Rosalía. Desprendía sensaciones y convicciones como " a no hay nada” o “soy de otro planeta que el vuestro, de otro barrio, de otra soledad”. O “la gente solo debería de conocerse cuando está disponible, a ciertas horas pálidas de la noche, con problemas de hombres, con problemas de melancolía”. Ferré lo hubiera tenido jodido en estos tiempos para publicar esos incendiarios discos. Shakespeare, Buñuel y Nabokov, también.

Y me digo, qué complicado lo tienes para sobrevivir en tu vejez si proclamas tu precaución o tu asco hacia los que manejan con poder sus fatuas convicciones que imponen moda y poder, con términos repulsivos como resiliencia, empatía, sororidad, inclusión, empoderamiento, relato, boomer, viejuno, neorrancio. Son los mediocres, farsantes y oportunistas mamones de toda la vida asegurando su nómina, la buena conciencia bien pagada. Con esa gentuza no puedo ni cruzar un educado hola. Pero lo que más me repugna es la profunda implicación que resaltan en las televisiones sus presentadoras (es), políticos y tertulianos presuntamente enterados subrayando la lástima que sienten ante todas las personas vulnerables. Lo aseguran los invulnerables. Tampoco pueden dormir esos presentadores falsarios ante el horror de Ucrania (que compartimos todos, cómo no), pero la exclusiva búsqueda de ingresos publicitarios en las televisiones, sigue los mismos patrones expresivos y morales que con las desgracias de Rociito o de Paqurirín.

Un amigo intelectual me aseguraba que Vasile es un genio. ¿Por saber vender mierda? Hay que hacer caja en las televisiones, contaba Sistiaga en este periódico. ¿Usted no? Solo pregunto.

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