En casa de Bertín, Ayuso sueña con una playa para Madrid
La presidenta de Madrid repasa durante casi tres horas su vida en el programa de Bertín Osborne
La casa de Bertín Osborne, que se llama Mi casa es la tuya y antes se denominaba En la tuya o en la mía y antes Mi casa es la vuestra ―la única que sabe poner nombres a los programas de televisión es Ana Rosa— ha estrenado este jueves su undécima temporada con la presidenta Isabel Díaz Ayuso como invitada estrella. Hacía tiempo que no había tanta libertad en un horario de máxima audiencia. Antes de empezar, por si no quedaba claro, se emitió incluso un anuncio de telefonía que decía: “Quiero ser más libre. Libertad”. Al PP le dan hasta los anuncios hechos. De pronto, una v...
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La casa de Bertín Osborne, que se llama Mi casa es la tuya y antes se denominaba En la tuya o en la mía y antes Mi casa es la vuestra ―la única que sabe poner nombres a los programas de televisión es Ana Rosa— ha estrenado este jueves su undécima temporada con la presidenta Isabel Díaz Ayuso como invitada estrella. Hacía tiempo que no había tanta libertad en un horario de máxima audiencia. Antes de empezar, por si no quedaba claro, se emitió incluso un anuncio de telefonía que decía: “Quiero ser más libre. Libertad”. Al PP le dan hasta los anuncios hechos. De pronto, una voz en off aparece en escena:
―Hoy me recibe una triunfadora.
Es Bertín, que continúa: “Es una política de los pies a la cabeza”. Hay pocas entradillas tan neutras en la televisión. Ayuso baja entonces unas escaleras de un chalé de dos plantas con su perro Bolbo, un inquieto labrador marrón de pocos meses que se convirtió en la estrella del programa durante los primeros minutos. “¿Y esta casa?”, preguntó Bertín, que lo sabía perfectamente, pero lanzó la pregunta al estilo incrédulo de los españoles que aparecen en Españoles por el mundo. “Esta es la oficina de Miguel Ángel Rodríguez —su jefe de gabinete y el hombre que llevó a Aznar a La Moncloa―, que es donde empezamos la campaña”. Se hizo el silencio. “¿Y va a venir?”, insistió Bertín con otra pregunta incómoda. “Sí, luego se pasará”. Solo faltaba que Bertín okupara una casa en Telecinco.
Bertín le preguntó entonces qué tal estaba, que es otra forma de decir “mira, Ayuso, cuenta lo que quieras, que ya sabes para qué sirve esto”. “Más recuperada”, contestó ella, “es que vengo de 54 días de campaña”. La campaña electoral, por cierto, dura 14 días, pero con esto ya quedó claro que el PP de Ayuso tiene a Madrid en una campaña permanente. Bertín, comodísimo todo el rato con sus brazos abiertos en un sofá del jardín, insistió con su cuestionario:
―¿Eres consciente de la que has liado?
“No, la verdad que no”, respondió ilusa la presidenta, “pero me he dado cuenta de que antes de las elecciones faltaba ilusión y ahora quisiera que los españoles y los ciudadanos de España —qué es un español entonces, podría haber preguntado Bertín— sientan alternativas”.
Y hablaron de su infancia y de su paso por un colegio de monjas. El perro se metió entonces debajo del sofá. Trotaba, saltaba, hasta agarraba la mascarilla de Bertín con la boca y pasaba por delante de la cámara varias veces. Ayuso lo miró, agobiada, y dijo algo nerviosa: “Es increíble”. Bertín, que está en la casa de Rodríguez, pero que ahora es su casa, le dijo: “No te preocupes”. 20 minutos después, se produjo un pequeño corte: el perro ya no estaba. Vamos, que lo ataron, porque una cosa es la libertad y otra cosa es hacer lo que a uno le dé la gana.
Ayuso contó después que no fue muy buena estudiante, que hubo un año que repitió curso, pero que se cambió de colegio y que fue la segunda mejor de su clase y que hizo Periodismo porque no era buena en matemáticas. “Pude hacerlo porque era la nota de corte más alta que había en letras”, explicó. “¿Ah, sí?”, inquirió incrédulo Bertín, como diciendo “¿pero cómo es posible que se pida tanto para ser periodista si yo ahora mismo lo soy y no lo tengo?”.
“Yo recuerdo que en aquella época los jóvenes teníamos muchas oportunidades. Me independicé con 600 euros en Madrid”, le contó Ayuso. ¿Qué pensarán ahora los jóvenes de Madrid que cobran 1.000 euros y pagan 900 euros por un zulo de 50 metros en Lavapiés? Para qué acordarse. La presidenta continuó y recordó que al terminar la carrera se fue a trabajar a una productora de Ecuador. “Era la lisensiada, como Harvard aquí”.
Tras hablar después de su familia, Ayuso explicó que de adolescente tampoco se sentía muy de derechas. “Me sentía libre. En España el liberalismo no se ha estudiado y es una ideología de cultura del esfuerzo, la clave para conseguir las cosas”. Bertín expuso entonces su teoría:
―Estamos en el siglo XXI, a mí esto de izquierdas y derechas me parece tan arcaico…
Ayuso discrepó: “No creo que seamos todos iguales”. Una música de piano apareció por debajo de su voz para que el discurso quedara aún mejor. “Las Administraciones tienen que procurar que nadie se quede atrás”. A lo que Bertín dijo: “Je, je, je. Lo tienes clarísimo”. Cuando uno se ríe con un “je, je, je” está todo dicho.
La presidenta explicó después que Cifuentes fue clave para su ascenso en el PP. “Me aupó del puesto 74 al 24 y me dio mucha confianza”. Luego dijo que la nombraron portavoz del partido en Madrid y que Casado, finalmente, le dio la confianza para que fuera candidata a la Comunidad. “Cosas de la vida”, dijo Ayuso. “Lo que aprendí en la universidad y lo que he vivido en distintos trabajos me ha llevado hasta aquí”.
Y habló, al fin, de la libertad. “En Madrid tienes una libertad enorme para empezar de cero tu vida. Madrid te permite que según tus aspiraciones tu vida se configure de una forma o de otra. Madrid tiene de todo, salvo la playa, bueno ya lo arreglaremos con obras. A ver qué se me ocurre”. Lo de siempre. El programa electoral del PP casi siempre consiste en llamar a las constructoras.
Luego, ya casi al final, dijo que apenas había descansado, que habían sido dos años de mucho estrés. “Solo he tenido tres días de vacaciones y ahora, después de dos años, me voy a Ibiza y… [me hacen fotos con mi nueva pareja]. Me sentía tan libre y tan sola por allí…”. Vamos, que se fue a Ibiza para disfrutar de la libertad que le ofrece Madrid.
Y llegó la comida, porque en la casa de Bertín, además de sufrir, se cocina. Ayuso presentó dos buenos chuletones de la sierra de Guadarrama, hortalizas de la huerta de la sierra y fresones de Aranjuez. “Lo que más me gusta del mundo son los rábanos”, dijo Bertín tras observar todo lo que había en la mesa. “¡Ah!, mira”, contestó Ayuso, como diciendo “te traigo dos chuletones y me coges rábanos, tiene narices”. Y se sentaron en la mesa:
—Cuando te llaman facha, ¿qué piensas?
—Que algo estaré haciendo bien––, contestó masticando la chuleta, que es como hay que contestar las preguntas incisivas.
—¿Qué hiciste el primer día en el despacho?
—Me dieron ganas de poner los pies en la mesa y llamar por teléfono a alguien y gritarle.
Y, ya al final, porque el programa empezó a las diez y terminó al día siguiente, pasadas las doce y media, llegó Miguel Ángel Rodríguez: “Casi todo el mundo que se acerca me dice: conozco un estilista que me dice que podría darle un estilo y un peluquero que podría de otra manera. Y yo les digo: ‘Ella se peina como le da la gana y el día que las disfracéis de presidenta, no lo será”.
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